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Pettitte: la esperanza es lo último que se pierde

Andy Pettitte es hoy mismo, una fuente de esperanza.

El lanzador zurdo de los Yankees de Nueva York acaba de anunciar por segunda vez su retiro del béisbol y a menos que se convierta en una nueva versión de Brett Favre, este parece ser el definitivo.

Pettitte se retirará como el tercer pitcher más ganador en la historia de los Yankees, que pudo incluso haber sido el primero si no le hubiera dado aquel ataque de nostalgia cuando se fue a Texas, donde vive su familia, para probar suerte con los Astros de Houston entre el 2004 y el 2006.

Fueron 218 victorias con Nueva York y 255 en total, mientras que sus 2,009 ponches son la cifra máxima para la franquicia de la Gran Manzana.

Se debate si fue este o Whitey Ford el mejor serpentinero zurdo en toda la historia gloriosa de Nueva York y en las discusiones se argumenta sobre todo por sus respectivas labores en postemporadas.

Ford es el máximo ganador de partidos en Series Mundiales, con diez, mientras que Pettitte suma 19 triunfos en playoffs.

A favor de la estrella de los años 50 y 60 vale decir que entonces la postemporada era sólo el clásico de octubre, sin series divisionales o de campeonato de Liga, algo que ayudó a Pettitte a engordar sus números.

El actual tirador de los Yankees se va de la mano de su compañero Mariano Rivera, con lo que queda Derek Jeter como único miembro de una generación que rescató la gloria para la franquicia deportiva más famosa del mundo.

Ya dijeron adiós antes los boricuas Jorge Posada y Bernie Williams, Paul O´Neill, David Cone y Orlando "El Duque" Hernández, unos con carrera completa en Nueva York, algunos llegados de otros lares, pero con alma y corazón lo suficientemente yankees como para establecer una dinastía.

Pettitte deja números dignos del Salón de la Fama de Cooperstown y es aquí donde se convierte en una fuente de esperanza.

Si el zurdo logra entrar al Templo de los Inmortales, es posible que detrás de él vayan Mark McGwire, Barry Bonds, Roger Clemens y cuanto pelotero usó sustancias prohibidas y logró cifras extraordinarias en su carrera.

En el 2008, admitió públicamente haber usado esteroides y hormonas de crecimiento humano, suministradas por Brian McNamee, el entrenador personal de su entonces amigo Roger Clemens.

A diferencia de Clemens, Bonds y otros, que se empantanaron con negativas de lo evidente, Pettitte fue claro y directo: sí, lo hice, pasó la página y siguió adelante con su carrera.

La esperanza de sus colegas de la generación de los esteroides es que los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) pasen por alto el incidente del dopaje, por lo efímero que resultó y la poca marea que levantó, debido a la sinceridad del jugador.

Entonces podría empezar a cambiar la historia para ellos, quienes hasta el momento han visto cerradas a cal y canto las puertas de Cooperstown.

Ya veremos si los cinco años que faltan para que Pettitte sea elegible para aparecer en las boletas, serán tiempo suficiente para curar las heridas. A fin de cuentas, la esperanza es lo último que se pierde.