No importa las diferencias que le otorgaron los tres jueces, Julio Cesar Chavez Junior (47-1-1 y 32 KOs) ganó a Bryan Vera (23-6-14 KO's) en las tarjetas pero perdió en el ring. Eso resume el regreso al cuadrilátero del hijo de la leyenda, luego de un año de suspensión e incontables problemas para dar el peso reglamentario.
Nuevamente la indisciplina le cobro peaje y arrastró sus deficiencias a lo largo de diez asaltos donde solo apostó a un golpe de poder para terminar la batalla. Ya en los problemas de peso que presentó en la semana previa al combate se presumía un mal final para la historia de esta pelea, pero los jueces lo salvaron. Es la triste realidad.
Analizando lo que fue el combate, todos los méritos fueron para el que, en lo previo, era considerado como la víctima. Sin embargo, Bryan Vera desde el comienzo nos sorprendió a todos con su actitud y confianza. Fue el que impuso el ritmo de la pelea, el que ocupó el centro del ring, el que lanzo más golpes y hasta consiguió lastimar temprano a su rival.
Chavez empezó manejando su falta de ritmo con una posición defensiva. Esperaba y lanzaba cuando Vera quedaba expuesto luego de soltar sus combinaciones. En la esquina le pidieron que se mantuviera a distancia lo que fue un error. Vera entraba y salía cuando quería, golpeaba en combinaciones de tres y cuatro golpes cuando quería y hasta lo retaba o sonreía cuando quería . La pelea era más fácil de lo esperado.
De antemano se presumía que Chávez haría el gasto en los primeros asaltos y luego cuidaría la energía. No fue así. La cuido durante toda la batalla. Pero hubo otros errores. ¿Quién le dijo a Chavez que puede bajar los brazos al estilo de Sergio Maravilla Martinez o apostar su defensa a la velocidad de su cintura o jugar a quitarse golpes mediante el movimiento de péndulo? Cuando lo intentó, Vera lo golpeó. Una y otra vez.
Ya en el cuarto asalto el mexicano jalaba aire con desesperación y no encontraba ni a su rival ni tampoco se encontraba a si mismo. En la esquina, no hubo plan B, aunque tengo dudas que haya existido un plan A. Un hombre que se sabe no tiene resto para toda la pelea, tuvo que tratar de terminarla temprano. Al menos obligar temprano e imponer respeto en los primeros rounds. Hizo todo lo contrario. Aposto a un solo golpe, le regaló el ring a Vera y ese trallazo salvador nunca llegó.
Bryan Vera hizo todo bien. Nosotros esperábamos que fuera conservador, que se moviera y golpeara desde los ángulos, pero el hizo todo lo contrario. Fue quien puso presión y por ello fue el que dio espectáculo. Vera apostó a su velocidad, a sus combinaciones, a su confianza y a una acertada estrategia en donde aprovechó las obvias carencias físicas que traería su oponente. Desarrolló un plan de pelea concentrado y con mucha inteligencia. Que los jueces le hayan otorgado la pelea a su rival, no desmerece su gran actuación.
Julio Cesar Chavez Junior no trajo nada nuevo. La derrota hubiera sido una lección dura, que lo obligaría a replantear su vida dentro y fuera del ring. Pero como ya lo dije, los jueces le dieron una mano. Ahora ni sabemos si aprendió algo. Por lo pronto, al final de la batalla dijo estar convencido que había ganado, pese a los abucheos de su propio público. Ese mismo público que aplaudió a Bryan Vera de pie y que con su actitud dijo lo que todos pensamos: merece una revancha. Ojalá que ella ocurra. El boxeo necesita que a veces esas cosas ocurran para que el desencanto sea menor.