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La pesadilla tiene cupables...

El gol de Raúl Jiménez provocó una explosión de júbilo en el Azteca Mexsport


"Podemos cometer muchos errores en nuestras
vidas, menos uno: aquel que nos destruye".

Paulo Coelho, escritor brasileño.

MÉXICO -- Es como una novela de terror que empezamos a leer por el final.

¿Qué necesidad de terminar con esta angustia, con ese veloz paso de los minutos, con esa tragedia latente y con la sensación de que es un libro que, como deja vú, vuelve a nuestra vida?

La historia de los partidos en casa, en el otrora inviolable estadio Azteca, ha sido un calvario para el aficionado. Decepción tras decepción. Primero un empate inesperado contra Jamaica en el arranque del hexagonal. Después otro empate sin goles ante Estados Unidos, ambos resultados fuera del presupuesto de cualquier equipo que quiere calificar a un mundial arrancando puntos en casa. Enseguida el horroroso 0-0 ante Costa Rica también en el Azteca. Tres infames 0-0 en fila. Las alarmas se encendieron pero la sordera de Justino Compeán (y sus jefes), de Héctor González Iñárritu y de José Manuel de la Torre no les permitieron detectar el horrible sonido de la realidad.

Un proyecto que ya no daba fue alargado como la agonía de un enfermo terminal. Había que cargar de nuevo un tanque de oxígeno mezclado con esperanza. Vino entonces el altísimo riesgo de otro "Aztecazo". Y ocurrió. El pasado 6 de septiembre Honduras venció por primera vez a México en un partido eliminatorio celebrado en el Coloso de la Calzada de Tlalpan. Hazaña inverosímil para ellos.

Bofetada en pleno rostro para la selección mexicana.

Entonces, esa noche apenas, Justino Compeán entendió que tendría que despertar de la parálisis de acción que lo atrapó. Pidió los permisos correspondientes y sin Plan B alguno, rogó al "Chepo" de la Torre para que pidiera a su cuerpo técnico completo que acudieran al llamado de otra derrota cuatro días después en Estados Unidos. Así fue. Y con todo y su medalla de oro olímpica, Luis Fernando Tena se agregó a la lista de fracasos de Justino Compeán.

Hombre que duerme apenas cuatro horas al día, Justino pasó una de las peores noches de su vida después de la derrota ante Honduras. Quiso que el entrenador de moda, Miguel Herrera tomara el cargo. No se lo permitieron. No era su tiempo. El último recurso fue Víctor Manuel Vucetich, quien, paradójicamente, había sido el primer recurso de este proyecto de cuatro años pero en 2010 no aceptó por problemas familiares por resolver. Tres años después llegó al llamado de la emergencia.

Vucetich se sumaba a la larga lista de entrenadores que ha nombrado Justino Compeán en siete años en la selección mayor: Hugo Sánchez, Jesús Ramírez (interino), Sven Goran Erickson, Javier Aguirre, Enrique Meza (para rendirle homenaje contra España), Efraín Flores (interinato), José Manuel de la Torre y Luis Fernando Tena.

Con un palmarés de cinco títulos de liga en sus bolsillos, Vucetich traía otra marca inmejorable: de 13 finales disputadas, 12 ganadas.

Y le tocaba debutar en el teatro del horror de este hexagonal: el estadio Azteca. Y vivió momentos de angustia como millones de mexicanos cuando Panamá consiguió el empate en un múltiple error de la defensiva. Su equipo tenía nueve cambios en relación a la última selección que disputó aquel partido contra Honduras en septiembre pasado, todavía con el nervioso "Chepo" de la Torre en la banca.

La tensión creció en el estadio y en el país. El corazón comenzó a galopar. La angustia se apoderó de todos, dentro y fuera de la cancha. Hasta que a unos minutos del final, Raúl Jiménez, uno de los goleadores de la liga (el seleccionado es momento), apareció para resolver por vía de la genialidad el grito de gol contenido en el país. Un golazo en acción individual resuelta con disparo de espaldas al marco. Así son los goleadores: tienen ojos en la espalda.

El júbilo se desbordó, después de casi 90 minutos de vivir el partido más angustiante de los últimos años. Por fin se rompía la maldición del Azteca. Primera victoria en casa, primer juego con dos goles en el Coloso de Santa Úrsula. Primer gol de Raúl Jiménez en juegos eliminatorios. En el futbol los héroes cambian de nombre y de rol. Ayer el "Chicharito" Hernández era aclamado; ahora falló un penal y recibió abucheos. Hoy, el hombre del momento es Raúl Jiménez. Es así la historia.

Un futbol sin calidad con "Chepo" y un equipo armado al vapor por Vucetich dejan a esta selección convertirá en un mar de dudas. No hay funcionamiento. Escasea la calidad. Y sin embargo, está ahí, matemáticamente, la opción de la calificación directa. ¿Qué se necesitaría? Que la tierra rote al revés, que el sol salga de noche, que Honduras pierda con Jamaica por un gol y que México gane en Costa Rica por dos goles. Todo es posible.

Pero también está abierta la posibilidad de que se consiga el repechaje con un empate en tierras ticas o con una derrota o una igualada de Panamá en su casa ante Estados Unidos. También cabe la posibilidad de ganar o perder en repechaje contra Nueva Zelanda. Y finalmente, en el peor escenario, que México pierda feo en Costa Rica y Panamá le gane claro a Estados Unidos para ser eliminados hasta del repechaje.

La moneda sigue en el aire, mientras el aficionado se come las uñas y vive los partidos en casa al borde de la butaca. Esta selección se complicó la vida por la ceguera de los directivos, por la incompetencia del "Chepo" de la Torre y por la irresponsabilidad de muchos jugadores. Está tan cerca de la hazaña, como del peor fracaso de su historia.

¿Qué necesidad tenía el aficionado mexicano de vivir semejante viacrucis?

Lo dicho: cuando se hacen las cosas mal, mal terminan. Hoy, el juicio sumario del pueblo exige renuncias. Que no se quede todo en la cabeza de jíbaro del "Chepo". También tienen que irse Justino Compeán, Decio de María, Héctor González Iñárritu, Enrique Bonilla y todos los que, con sus errores, nos están haciendo vivir despiertos esta pesadilla sin fin...