<
>

Un recorrido por el béisbol invernal de PR

Por muchas razones, me siento agradecido de tener la oportunidad de escribir sobre mi experiencia en el béisbol invernal de Puerto Rico. Fui invitado por los Indios de Mayagüez por su entonces manager, Tom Gamboa, luego de una difícil temporada con el equipo Triple-A de los Cachorros de Chicago, los Iowa Cubs. Eso llegó en el punto en mi carrera en el que estaba a punto de perder la oportunidad de convertirme en un jugador regular de Grandes Ligas, y mi tiempo tenía que llegar pronto.

Así que llegué al aeropuerto de Aguadilla, en la parte noroeste de la isla, en el otoño de 1995, y mi carrera en el béisbol se transformó frente a mis ojos. Eso ocurrió en parte porque tuve la oportunidad dorada de demostrar que podía competir contra algunos de los mejores jugadores en el deporte como Roberto Alomar y Juan González, pero también gracias a que me aceptaron como parte de su familia, y me di cuenta que ese sentimiento de ser aceptado es la clave para poder producir lo mejor de tí.

Las personas en Puerto Rico me abrieron las puertas de su casas, literalmente. Fueron muchas las situaciones en las que sentí su calor humano, cómo cuando mis compañeros de equipo me invitaban a cenar sabiendo que yo estaba en el país solo, sin familia, o cómo me ayudaron a aprender español, o cómo me decían el mejor lugar para comer costillas mientras conducía por un atajo entre Cabo Rojo y Arecibo.

Para el momento en que terminó mi estancia de dos años en Puerto Rico, yo ya era un jugador entrenado para Grandes Ligas, había ganado el premio de Jugador Más Valioso en la liga invernal, fui parte de un campeonato de los Indios de Mayagüez, y más importante aún, encontré un nuevo nivel de validación personal al sentir la pasión de las personas que me acogieron como si fuera su hermano.

Desde que terminé mi último partido allí, me comprometí con hace todo lo posible por agradecerle a la gente de Puerto Rico y espero que estos escritos sobre mi experiencia sea otra manera de devolver un poco de todo lo que recibí allí. Quiero compartir el verdadero corazón y el alma de mi tiempo en el béisbol invernal boricua, desde mi primera práctica en Hormigueros hasta el baile con orquestas de salsa y merengue en el centro de la ciudad de Mayagüez luego de ganar el campeonato.

En estas historias, espero que puedan ver la razón por la que el béisbol en Puerto Rico me colocó en mi propia Isla del encanto, y quizás para el momento en que termine la temporada invernal, ustedes puedan sentir lo que yo sentí.