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La simbiosis Atlético de Madrid-Simeone

MADRID -- Hacía años que el nombre del Atlético de Madrid había perdido su peso. Uno de los equipos más importantes de España, por palmarés y tradición, apenas contaba como uno del montón hasta hace muy poco tiempo. Ni siquiera en Madrid se esperaba el derby contra el eterno rival, el Real Madrid, con la expectación que el enfrentamiento merece. En el Vicente Calderón eran más comunes las protestas contra la directiva encabezada por Enrique Cerezo que las muestras de apoyo al equipo.

Desde la campaña 1995-1996, aquella en que por primera vez en su historia el Atlético de Madrid ganó la Copa y el título de Liga, el cuadro colchonero había caído en picada. Poco después, en el cambio de siglo, el Atlético de Madrid había pasado dos años en Segunda y desde que volvieron a Primera se habían asentado como un equipo irregular de media tabla si bien les iba.

El 25 de mayo de 1996, una victoria por 2-0 sobre el Albacete en la última jornada del campeonato le dio el último título de Liga a los rojiblancos. Al minuto 14, Diego Simeone marcó el primero. El mediocampista, con el gafete de capitán, festejó de cara a la afición, levantando los brazos con fuerza pidiendo más ruido a las gradas. La cuenta la cerró el goleador del equipo, Kiko Narváez, para que el cuadro colchonero celebrara, por última vez, un campeonato de liga.

Pero el héroe del partido había sido el Cholo. El estadio entero se le entregó; ya los tenía en sus manos desde su llegada en 1994. Y no los ha perdido.

17 años después, el 6 de octubre de 2013, la comunión del Cholo con la grada del Calderón volvió a ser factor decisivo en el resultado. Al minuto 71 del encuentro entre el Atlético de Madrid y el Celta de Vigo, Nolito descontó para la visita. El marcador se ponía 2-1 y el Calderón comenzaba a temblar, pues por primera vez en la campaña, el rival había logrado encerrar a los hombres del Cholo en su campo.

El Celta se lanzó con todo en busca del empate mientras el Atlético, momentáneamente aturdido, intentaba recomponerse. La situación se agravó a cinco minutos del final, cuando una lesión dejó fuera de combate al capitán Gabi. En la cancha, los rojiblancos eran un manojo de nervios pues Celta amenazaba su marca perfecta en casa. El Cholo, en el área técnica, dejó de dar instrucciones a sus jugadores. Con un giro, el técnico se dirigió a las gradas arengando a la afición con la misma actitud que cuando tenía 26 años. Y del mismo modo, la grada obedeció sin rechistar.

El encuentro terminó con la victoria 2-1 para los colchoneros, pero vieron cerca la derrota. Era apenas la jornada 8 de la Liga y para entonces nadie dudaba ya que los hombres del Cholo se habían establecido como firmes candidatos al título.

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Simeone, sin embargo, se mantenía firme: "Vamos partido a partido".

Ya sea por alguna especie de superstición, por quitarle presión de encima a sus jugadores, o porque realmente ve en el Madrid y en el Barcelona a contendientes con más argumentos, el técnico argentino no ha modificado su discurso desde que iniciara la Liga.

El Atlético de Madrid perdió el invicto a la semana siguiente, con una derrota por 1-0 en el campo del Espanyol. Un pequeño bache en el camino, pues no han vuelto a perder y sólo Villarreal, el equipo revelación del torneo, ha logrado sacarles el empate.

El Cholo, que desde su llegada en diciembre de 2011 se ha dedicado, casi con sigilo, a confeccionar un plantel a su gusto, los ha llevado ya a ganar dos títulos: en 2011-2012, el Atlético repitió la hazaña de llevarse la Europa League como lo había hecho 2 años antes de la mano de Quique Sánchez Flores. En la campaña 2012-2013, el Atlético de Madrid ganó, después de 17 años, la Copa del Rey y lo hizo venciendo en la final al Real Madrid, equipo al que no habían podido vencer desde principios de los años 90.

No es casualidad que en este momento, con el ecuador de la Liga a la vuelta de la esquina, el Atlético de Madrid sea el equipo más estable de España y firme contendiente al título. A falta de una jornada de la Champions, los de Simeone se clasificaron temprano a la siguiente ronda como primer lugar de grupo con cuatro victorias y un empate y han arrancado su defensa del campeonato de Copa con una victoria sobre el modesto Sant Andreu.

El Atlético de Madrid es, junto con Barcelona, el equipo menos goleado de la Liga, con nueve tantos en contra. Para ser exactos, lo único que en este momento mantiene al club catalán sobre los del Cholo en la cima de la tabla son dos goles más a favor. Sólo dos. Como Barcelona, el Atlético cuenta sus partidos en casa como victorias y sólo ha concedido una derrota y un empate.

Después de 15 jornadas, el Atlético de Madrid mantiene la segunda plaza, de la que no han bajado desde la Jornada 2 y mantiene la distancia de tres puntos sobre el tercer puesto, Real Madrid, al que ya vencieron en el primer derby de la temporada. Simeone, sin embargo, se mantiene firme en lo que ya se empieza a denominar, no sin cierto misticismo, "el Cholismo" de ir partido a partido y pelear hasta el final hasta cuando no es necesario.

Al Atlético se le dejó de ver de reojo desde hace meses. Dejó de ser ese equipo que al principio de temporada se miraba como un equipo "con gran potencial pero poco fondo de armario", cuando los más escépticos esperaban una caída estrepitosa en el momento en que el cansancio comenzara a pasar factura, pues la plantilla rojiblanca, a diferencia del Real Madrid y el Barcelona, se antojaba insuficiente -incluso Diego Simeone se llegó a quejar de la falta de refuerzos antes del inicio de la campaña.

La salida de Radamel Falcao, necesaria económicamente pero profundamente dolorosa para la afición que de buenas a primeras se quedó sin estrella de referencia, presagiaba un duro despertar del sueño de ver al Atlético hacer un papel digno en su vuelta a la elite.

Pero el fantasma de Falcao rondó las gradas del Calderón aproximadamente dos semanas, si no es que menos. Diego Costa ha tomado el relevo con soltura y casi sin querer. El delantero, que se ha erguido como una de las figuras de la temporada, está a dos goles de alcanzar a Cristiano Ronaldo en la carrera por el Pichichi.

David Villa, que llegó de remate y casi por la puerta de atrás, se ha convertido en pieza esencial para el ataque y compañero perfecto para Diego Costa. Entre los dos han anotado 23 goles, 15 de Costa y ocho de Villa; los mismos que el Athletic y más que Getafe, Valencia y los 10 equipos de la parte baja de la tabla. En conjunto, sólo Real Madrid y Barcelona tienen una mejor marca goleadora que el cuadro colchonero.

Y no sólo es la delantera la que ha logrado unos números impactantes. El mediocampista Koke es líder en asistencias, con ocho, mientras Thibaut Courtois, con nueve goles en contra, mantiene el paso firme para llevarse, de nueva cuenta, el Trofeo Zamora al portero menos goleado.

El Cholo, que exige a todos sus jugadores la máxima entrega hasta en los amistosos, ha logrado encontrar un sistema de rotaciones perfecto en el que hasta los suplentes resultan determinantes. Raúl García, relevo de Costa y Villa, lleva ya seis tantos en Liga.

Para cada posición, Simeone ha encontrado un relevo de garantías. A falta de Mario, está Tiago. Y si se ausentan los dos, Guilavogui -aunque ha tenido pocas oportunidades. Toby Alderwiereld ha mostrado solidez en la central, mientras Manquillo e Insúa se han ocupado de los laterales con decoro una que otra vez. Arda, otra pieza clave, tiene un reemplazo natural en Adrián, que ha incidido positivamente en el resultado más de una vez. Incluso Gabi tiene un reemplazo prometedor en Oliver Torres, aunque la inexperiencia de la nueva joya de la cantera siembre una que otra duda.

Pero lo verdaderamente impactante es que el Atlético de Madrid ha logrado, y no sin un gran esfuerzo y tras casi tres años de preparación, romper la bipolaridad de la Liga con menos recursos que los dos gigantes.

De los 120 millones de presupuesto para esta campaña, 50 tuvieron que ser destinados a cubrir su deuda, y pudo emplear sólo 30 en fichajes, mucho menos de lo que costó Illarramendi al Madrid, ya no digamos Neymar al Barcelona.

Así, sin jugadores excesivamente mediáticos, sin sueldos estratosféricos, con un plantel limitado en números, pero con una filosofía de mucho esfuerzo, igualdad y entrega, el Cholo ha convertido a su Atlético en un equipo temible y respetado. Por los rivales y la afición, que hace tiempo que dejaron de llenar las gradas del Calderón con pancartas de protestas para unirse en torno al equipo. Y al Cholo, que no pasa un partido sin que terminen coreando el nombre de quien, aún hoy, lo consideran héroe y estandarte.