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Peyton Manning, amigo de la presión

NEW YORK -- La que muchos pensaron que sería la historia más grande del Súper Bowl XLVIII ha sido todo menos eso. No hay historia.

La palabra que Peyton Manning más ha escuchado en estos días (además de Omaha) es legado. Nunca fue un tipo que fuera conocido por esquivar a los defensivos rivales, pero para esquivar las preguntas sobre el tema, nadie como él.

"El legado se escribe cuando tienes 70 años, no cuando tienes 38", dijo Peyton ante la centésima referencia a su herencia emocional cuando se retire. Es obvio lo que nos quiere decir, pero es más obvio que lo tiene estudiado y sobre todo asimilado.

Siguiendo toda esta semana a los Broncos de Denver me di cuenta que están disfrutando más esta semana que los Seahawks de Seattle. Se alejaron de todos los temas polémicos que han rodeado al juego grande: entrenaron sin problemas al aire libre desafiando al frío y al viento, no tuvieron a ningún jugador que se metiera en problemas por lo que dice y, mucho menos, tuvieron a alguno que se ofuscara por lo que no dice.

La están pasando muy bien. Tal vez anticipando lo mal que la pueden pasar adentro del terreno de juego.

Denver llegaba al Súper Bowl con la carga de haber tomado decisiones que tenían una pronta fecha de caducidad. Las mechas de esas bombas de tiempo son tan cortas que su momento de explosión se acerca. Pero pueden ser desactivadas si, como hace 15 años, terminan levantando el trofeo Vince Lombardi.

Porque los dueños acreditarán la implosión que provocaron cuando llevaron a John Elway.

Porque Elway justificará el "ganar ahora" que significaba apostar por un mariscal de campo que tenía cuatro operaciones de cuello y que no podía lanzar un pase decente de 15 yardas como admitió esta misma semana Eli Manning.

Porque John Fox justificaría su nombramiento cuando, para varios, su carrera había terminado. Uno de ellos era su corazón.

Y porque Peyton Manning habrá quitado de una vez y para siempre las palabras escritas entre paréntesis en el enunciado: Peyton Manning es el mejor mariscal de campo de la historia (en temporada regular).