MADRID -- "El partido más importante que íbamos a jugar lo cambiamos por la dignidad", dijo Paco Fernández, director técnico del Racing de Santander.
Días antes, Mario Fernández, el arquero y capitán del equipo cántabro que esta temporada milita en Segunda B, había anunciado que no disputarían la vuelta de los Cuartos de Final de la Copa del Rey ante la Real Sociedad si no dimitía el presidente del club, Ángel Lavín, alias 'Harry'.
"Este señor tiene el club secuestrado. No mira por el club y sí mira por sus intereses. Es una pena. Tenemos que conseguirlo entre todos", comentó a los medios locales el delantero Mariano. Los jugadores del Racing de Santander llevaban meses sin cobrar su sueldo. Con la remota posibilidad de avanzar a semifinales tras caer por 3-1 en la ida, tomaron la drástica decisión de sacrificar el partido para ejercer presión. Y que España, que no había querido darse por enterada de los problemas en El Sardinero, ya no pudiera escapar de la realidad.
Solo así consiguieron el apoyo externo; la afición, harta de padecer a la siniestra directiva, acudió a El Sardinero a arropar a los jugadores. Incluso Luis Rubiales, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles acudió a Santander para anunciar que la organización estaba "a muerte" con el grupo de jugadores.
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Este señor tiene el club secuestrado. No mira por el club y sí mira por sus intereses. Es una pena. Tenemos que conseguirlo entre todos.
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-- Mariano, delantero del Racing, sobre el presidente del club Ángel Lavín
Futbolistas españoles de todo el país, y algunos en el extranjero, se apuraron a respaldar la postura reivindicativa de sus colegas. Los jugadores de la Real Sociedad, respetuosos con la postura del rival -y a sabiendas de que avanzarían a semifinales sin jugar- se dedicaron a pelotear entre ellos hasta que el árbitro, pasado un minuto, dio por anulado el encuentro.
La protesta de los futbolistas resultó todo un éxito -menos de 24 horas después, la Junta Administrativa del club cesó por fin a Lavín y el resto de su Consejo Administrativo, instaurando una nueva directiva conformada, en su mayoría, por exjugadores del club, con Juan Antonio 'Tuto' Sañudo a la cabeza.
Pero los graves problemas en Santander, ni se limitan las deudas con los jugadores -misma que ascendía a 300 mil euros en diciembre pasado-, ni están remotamente cerca de quedar solucionados. Afición, las fervientes peñas racingistas, y jugadores llevan años reclamando atención para que se solucione su situación. Racing está metido en una crisis institucional que se agravó con el descenso a Segunda B el verano pasado, el segundo consecutivo tras bajar a Segunda al concluir la temporada 2011-2012.
Hoy, en ese pozo oscuro llamado Segunda B de donde salir cuesta una vida, el club está fuera de la jurisdicción de la LFP presidida por Javier Tebas, quien tanto empeño ha puesto en "limpiar " el futbol español, asegurándose de que los clubes, muchos de ellos intervenidos por Hacienda debido a sus cuantiosas deudas, regulen sus respectivas situaciones financieras y lanzándose a una cruzada para acabar con la piratería de las señales televisivas en internet.
Las violentas protestas de la afición en el estadio llegaron a su punto más álgido apenas hace un mes, en otro encuentro de Copa, ante Almería, cuando un grupo invadió el palco presidencial que entonces ocupaba Ángel Lavín, quien apenas duró año y medio en el cargo, tras la desastrosa gestión del político cántabro del Partido Popular Francisco Pernía, aunque éste continuaba dirigiendo desde la sombra a través de su amigo de la infancia.
Todo empezó hace tres años cuando el empresario Ali Syed se hizo con el 99.8% de las acciones del club, para desaparecer poco después sin dejar rastro cuando salió a la luz que era buscado por Interpol. Quien se suponía que llegaba al club como "salvador", dejó a la institución en una situación tan precaria que tuvo que declararse en quiebra, por lo que una Junta Administrativa tomó el control.
Como siempre en estos casos, empezó la lucha de poder. Pernía se hizo con el cargo presidencial, pero tuvo que dimitir poco después por la presión de socios minoritarios. En tres años, el club ha visto pasar una veintena de Consejeros y tres dirigentes. En mayo pasado, consumado el descenso matemático, Syed, a la distancia, 'renunció' al 99% de sus acciones, aunque judicialmente, seguirían bajo control de la empresa WGA, a través de la cual se había hecho con las acciones propiedad de Jacobo Montalvo, quien, a su vez, al año siguiente emitió una demanda para recuperar sus acciones. Apenas en noviembre pasado el juez le dio la razón, pero eso no significa que el club tenga hoy un propietario legítimo y visible, pues el club apeló la sentencia. Mientras tanto, aficionados, socios y jugadores, desesperados, no saben a quién recurrir.
La medida tomada por los jugadores el jueves deja al Racing sin la posibilidad de jugar la Copa el próximo año y con una multa de entre 3 mil y 12 mil euros. Pero, al menos, sirvió para dar esperanzas de una eventual solución. Lograron echar a Lavín, que se aferró al cargo con uñas y dientes hasta que no pudo más. La empresa WGA había empezado a allanarles el camino al anunciar, hace unos días, que Ali Syed habría sido destituido como administrador.
La situación del Racing, lejos aún de solucionarse, es un reflejo vivo del país; también del futbol español. Hoy es un equipo modesto, en algún momento un grande de España, el que se encuentra al borde del precipicio.
Pero el del club cántabro no es el único caso que hoy ensombrece al futbol ibérico. Hace apenas un mes, el presidente del Sevilla, José María Del Nido, fue sentenciado a 7 años y medio en prisión por prevaricación malversación de fondos públicos. Y aunque el delito consistió en facturar cerca de siete millones de euros al Ayuntamiento de Marbella, en la provincia de Málaga, salpica directamente al club.
Tras la sentencia, Del Nido se vio obligado a presentar su dimisión. A principios de mes lanzó una iniciativa par recaudar firmas pidiendo su indulto en los aledaños del estadio y, por extraño que parezca, fue el presidente de la LFP, Javier Tebas, uno de los apoyos más vocales en dicha petición.
Aunque gritó a los siete vientos que lo hacía a título personal, es imposible desligarlo del cargo. En consecuencia, la mayoría de presidentes de clubes de Primera y Segunda firmaron la petición de manera entusiasta.
Luego está el Valencia. La Fundación tuvo que recurrir, esta semana, a vender sus acciones para cubrir su deuda con Bankia.
El caso del Deportivo La Coruña, cuya crisis llegó a tal punto el año pasado, que estuvo a un paso de ser disuelto al no poder cubrir sus deudas.
Otros, menos afortunados al haber caído en una división semiprofesional, no pueden decir lo mismo. La UD Salamanca, otro histórico, desapareció el año pasado al no poder hacer frente a sus deudas. Igual Xerez, aunque fue refundado. O las sospechas de 'amaño' de los implicados en descenso de todos los años; Hércules y Zaragoza, sobre todo, recurrentes en las suspicacias colectivas.
Y después extraña la investigación que actualmente lleva a cabo la Unión Europea por las 'irregularidades financieras' de siete clubes españoles, incluidos Barcelona y Real Madrid. Lo raro es que sean tan pocos los investigados.