Aunque dijo recientemente que quería jugar para los Dodgers de Los Angeles por el resto de su carrera, el dominicano Hanley Ramírez podría terminar sus días como pelotero con los Yankees de Nueva York.
Si se confirman los crecientes rumores de la contratación del campocorto cubano Erisbel Arruebarruena por los Dodgers, entonces el futuro de Hanley dentro del equipo azul apuntaría hacia la tercera base u otro equipo.
Defensivamente hablando, Ramírez no califica entre las superestrellas de las Grandes Ligas, aunque con el madero en la mano es quizás el mejor de todo el béisbol, con Troy Tulowitzki como único capaz de disputarle ese simbólico título.
Hasta el momento no se ha concretado una extensión contractual para Hanley, quien entra en el último año del pacto que firmó cuando estaba con los Marlins en el 2009.
Después de dos campañas mediocres en el 2011 y 2012, el dominicano resurgió con todo el potencial de su talento en el 2013, lo que hace entrever que en este último año de contrato podría tener unos números de ensueño, que le garanticen un muy jugoso convenio multianual, ya sea por la vía de la extensión con los Dodgers o mediante la agencia libre.
La cosa es ver si Hanley acepta así, sin reparos, una nueva mudanza a la antesala, algo que hizo a regañadientes con la franquicia de Miami tras la contratación de su compatriota José Reyes.
Si le molestó el paso a la esquina caliente ante la llegada de Reyes, un pelotero establecido en el estrellato de las Mayores, mucho más debe perturbarle cambiar de posición por Arruebarruena, un hombre del que se hablan maravillas de su defensa, pero no así de su ofensiva y ni siquiera ha visto aún un pitcheo como profesional.
Por otro lado, los Yankees necesitan un reemplazo para Derek Jeter, quien se va al terminar el 2014.
No es que Ramírez, ni nadie a la vista, logre llenar el hueco de Jeter, pero Nueva York buscaría un hombre que cause un impacto inmediato en la posición del campocorto.
Encima, el eventual cambio favorecería a ambas partes, tanto al equipo, por lo que Hanley representa, como para el pelotero, que se vería aupado por la inmensa fanaticada dominicana de la Gran Manzana, ansiosa de un ídolo que reemplace a su vez a Robinson Canó, ahora en la fría y lejana Seattle.