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El Piojo, a lo turco; el Turco, a lo piojoso

LOS ÁNGELES -- Lo sinteticé en Twitter: El América del Piojo jugaba a lo turco, combativo, sanguinario. El América del Turco juega a lo piojo, es decir piojoso. Aquí lo ampliaremos, explicaremos y fundamentaremos.

Ojo: no se intenta, ni remotamente, demeritar la magnífica voltereta de Santos, al levantarse del sepulcro del 2-0, para erguirse en la resurrección esplendorosa del 2-4, con el subrayado de un gol portentoso de Oribe Peralta.

Y una disculpa. Habíamos insistido en que Antonio Mohamed estaba convirtiendo a las Águilas en huidizas Avestruces, con más miedo que ambición.

Y la verdad es que la metamorfosis, es un acto regresivo, un desacato gestacional más grave. Más que evolucionar, estas Águilas involucionan, futbolísticamente, en Armadillos, incluso ya con el tono amarillo en la blindada piel.

Las estadísticas tienen relatos irrefutables: este América, con todo y su pusilanimidad defensiva, ha recibido 12 goles, los mismos que recibió en las 17 fechas del Apertura 2013.

¿Más cartas de la baraja de las comparaciones? En los últimos dos años, El Nido del Azteca se vio flagelado en total cinco veces. Con Mohamed lleva tres derrotas como local, en apenas seis juegos.

Ojo: América fue la defensa menos goleada en el acumulado total de los dos años de Miguel Herrera. Con prácticamente los mismos hombres, hoy es vulnerada fácilmente, e incluso este sábado caricaturizaron al poderosísimo refuerzo Pablo Aguilar, cuya contratación era parte de las condiciones -- sine qua non --, contractuales de Mohamed.

Cierto: hace falta un hombre clave al frente y en defensa como Miguel Layún, porque el Maza Rodríguez está al nivel de sus colegas en El Nido.

Incluso en 2013, cuando fue la menos goleada, ya no estaba Diego Reyes. Es decir, el rendimiento de un mismo grupo de jugadores de un torneo a otro, ¿es sólo atribuible a ellos, o a la capacidad del nuevo entrenador?

Y una verdad invariable: jugar defensivo no significa que un equipo se defienda mejor.

El América de los dos años anteriores comenzaba su trabajo de marcación y recuperación metros adelante y con un acomodo distinto para esa función, involucrando incluso a jugadores que cambiaban su perfil natural y esquemático.

¿Resulta que en meses Medina, Valenzuela, Mosquera, Aguilar y Maza pasaron de ser la defensa menos vulnerada al hazmerreir de la Liga sólo por sus errores sin analizar el recambio en el parado del equipo?

¿O el mismo Aldrete que en el Apertura 2012 sólo se perdió dos encuentros y fue el cuarto jugador con más minutos en ese torneo?

Y hay más pecados. Conformismo, displicencia, confusión, desatenciones.

Ya hicimos referencia a ello hace semanas: ¿Es acaso lo mismo tener un entrenador histérico en la banca dando indicaciones constantemente que tener un tótem parado sin gesticular, y que en cada ocasión que lo enfocan las cámaras escupe algo, que pueden ser residuos de semillitas de calabaza o uñas que se come de la desesperación o impotencia?

Y el resumen más simplista es ese: El América del Piojo jugaba como un turco. El América del Turco juega piojoso.

¿El Santos? Esa testosterona, ese compromiso, esa devoción de los que hizo gala, es el sello de los Guerreros. Encima, la espectacular voltereta la rubrica con golazos, especialmente el del colombiano Andrés Rentería, y el de Oribe Peralta, de figura suprema.

Y por supuesto, en un partido, Pedro Caixinha quema más calorías en la banca que el flemático entrenador del América en todo lo que va del torneo. ¿Cansancio? ¿La altura? ¿El Estadio Azteca? Farsas. Para un equipo con sangre hirviendo, estos factores son desafíos, no impedimentos.