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La nueva versión del viejo River bipolar

BUENOS AIRES -- El River fluctuante, el bipolar, el que es capaz de mostrarse imparable o que es maniatado con llamativa facilidad, el que consigue reinventarse y resurgir, pero que luego se deshilacha de manera inexplicable, ese River, el que viene todo en uno, el que ilusiona y decepciona, se fue con las manos vacías de la cancha de All Boys.

¿Sorpresa? No tanta. Quizás el espejismo de los últimos resultados positivos obnubiló a algunos, pero desde esta columna nos empecinamos en señalar que, cuando los puntos no llegan de la mano del buen juego, es factible que lo que se construye no tenga cimientos sólidos.

El equipo de Ramón Díaz había sumado siete de los últimos nueve puntos en disputa, pero su fútbol no se destacó por haber sido vistoso. Por el contrario, ante Arsenal, recordemos, ganó gracias a un error arbitral. Y todo lo obtuvo siempre enmarcado en lo expresado recién: la irregularidad.

Más allá de lo sucedido en los compromisos anteriores, lo cierto es que el domingo River volvió a mostrarse poseído por los vaivenes en su juego. Pasó de jugar bien y estar ganando, a encontrarse con un hombre menos y perder en forma contundente. Con inconvenientes obvios en su fútbol, pero también con algo de desconcierto en el banco.

Ramón Díaz estuvo lento de reflejos y errático a la hora de los cambios. Por ejemplo, decidió en forma tardía el ingreso de Matías Kranevitter, a quien colocó en cancha reemplazando a Teo Gutiérrez. La modificación la hizo mientras perdían 3 a 1, cuando, seguramente, le hubiese reportado mayores beneficios su la efectuaba en el entretiempo, con el cotejo igualado. Ahí ya tenía un hombre menos y se imponía reordenar sus líneas. La otra variante polémica fue la salida de Carlos Carbonero, autor de los dos goles de River. ¿Es conveniente sacar a un futbolista que viene tan afilado? Desde aquí la respuesta es "no", Ramón, en tanto, opinó lo contrario.

Por esto, por las desatenciones, por su cabeza que va y viene con peligrosas facilidad, el Millo dejó pasar una notable posibilidad de quedar a uno de los líderes. El discurso es que, pese a todo, está a cuatro puntos, lo cual no deja de ser cierto, pero en ese lote está más de la mitad de los equipos participantes.

El campeonato da ventajas y otorga segundas y hasta terceras posibilidades para encarrilarse, pero cada una de esas ocasiones que se deja pasar, luego, inexorablemente, cuesta el doble de esfuerzo volver a tenerla. Ramón dijo haber quedado "re caliente" por la chance desperdiciada. Y no es para menos. Hoy podría estar al acecho, pero ocurre todo lo contrario, el técnico consume las horas pensando en cómo recuperar la confianza y estabilizar la cabeza de un plantel que arranca elogios y críticas en porciones similares.