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Porqué los acuerdos amigables para los equipos hacen sentido

El abridor de los Rays Matt Moore salió del juego del lunes con molestias en el hombro. AP Photo/Orlin Wagner

Los Rays no están seguros sobre sí su lanzador Matt Moore va a tener que pasar por el quirófano, según lo reportado por Marc Topkin. Sin embargo, basado en lo que vimos el otro día cuando Moore retrocedió tras un lanzamiento de la misma manera que el abridor de los Bravos Kris Medlen lo hizo en marzo, no sorprendería a nadie que él tenga que someterse a la cirugía Tommy John y enfrentarse a un futuro incierto.

En retrospectiva, es bueno que Moore haya firmado aquel contrato por 14 millones de dólares en el 2011.

Varios de los mejores peloteros más jóvenes han aceptado contratos que los eximen de su primer o segundo año como agentes libres, con uno o dos años adicionales adjuntos a este como opción. Chris Archer hizo esto mismo hace poco, aceptando un vínculo a largo plazo por seis años que podrían convertirse en ocho y le garantiza 25,5 millones de dólares. Starling Marte hizo lo mismo con los Piratas y puso su firma por seis años y 31 millones de dólares.

Esto ha generado un debate dentro de la misma industria sobre si los jugadores están concediendo demasiado, sí en realidad están dejando dinero sobre la mesa. Algunos representantes dicen en privado que los contratos son demasiado convenientes para los equipos, contratos como el de Salvador Pérez por cinco años y siete millones de dólares que fue sumamente cuestionado.

Sin embargo, en realidad todo parece indicar que a medida que a medida que todas estas cifras se han negociado y mezclado con los $240 millones (del contrato de Robinson Canó) y los $215 millones (Clayton Kershaw) y los $155 millones (Masahiro Tanaka) y los $144 millones (la oferta de Detroit rechazada por Max Scherzer) todo parece haber evolucionado hacia una especie de dinero de Monopolio, algo abstracto.

Vale la pena recordar lo siguiente: Los 7 millones de dólares que Pérez tiene garantizados es mucho dinero, pero Moore podría llegar a afrontar una decisión difícil en las próximas horas sobre si prefiere que le reconstruyan el codo. Mientras que las probabilidades de que la operación salga bien son buenas, no hay garantía alguna de que lo sea -- pero Moore sí tiene a 14 millones de dólares garantizados en ingresos. Eso es mucho dinero hasta en el mundo del béisbol. Eso es más de lo que la gran mayoría de gerentes generales van a ganar en ese periodo de tiempo, más que lo que ganarán todos menos un puñado de managers. Existen entrenadores en las Grandes Ligas que trabajaron por 20 años y solo ganaron una fracción de lo que Moore tiene garantizado.

Los directores médicos de cada equipo tienen una responsabilidad inmensa en sus manos y aconsejan a ellos sobre contratos que valen decenas de millones de dólares -- y un ejecutivo estimó que alguien en ese cargo típicamente gana $200,000. En otras palabras, el director médico de un equipo de las Grandes Ligas tendría que trabajar por 70 años para ganar la cantidad de dinero que Moore ya tiene asegurado a los 24 años de edad.

Glen Perkins, el lanzador de los Mellizos que firmó dos contratos que fueron percibidos como convenientes para el equipo, habló en el podcast del miércoles y ofreció su punto de vista sobre porque los jugadores firman ese tipo de contratos: Todo puede cambiar en un lanzamiento, en una jugada, y la capacidad de un pelotero para obtener ingresos como jugador profesional de béisbol puede acabar en un instante.

Tal y como Glen dijo: Es una cosa que Max Scherzer, quien habrá ganado unos 30 millones de dólares en su carrera una vez que termine esta temporada, rechace una oferta de contrato por 144 millones de dólares. Eso puede suceder por el juego de póker que son las negociaciones, sobre la percepción de Scherzer sobre su valor comparado con la oferta. Scherzer está en una posición mucho más propicia para arriesgarse.

Pero para casi todos los demás, esos dólares les cambian la vida a ellos, a sus hijos y a sus nietos.

Ninguno de ellos puede dares el lujo de asumir que su lugar privilegiado es nada más que algo temporal.