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Arnold Schwarzesteiger es Terminator

El mediocampista alemán se muevo como un robot, de forma precisa y mecánica. Ilustración Sebastián Domenech

Arnold Schwarzenegger ya dijo públicamente que su futbolista favorito es el portugués Cristiano Ronaldo, por que, según sus palabras, "tiene una psique fantánstica y geniales abdominales". Para nosotros, sin embargo, es Bastian Schweinsteiger el jugador que mejor representa a Terminator, el personaje más famoso del ex mister Olimpia.

Más allá del apellido largo e impronunciable y del origen común en el centro de Europa, el medio alemán se parece más al protagonista de la saga de James Cameron, que al actor austro-estadounidense.

Cuando se estrenó la película en 1984 Schweinsteiger todavía no había nacido. Nadie, en la industria del cine, esperaba demasiado de ese film. En paralelo, cuando el medio alemán llegó a la primera de Bayern Munich tampoco le tenían mucha confianza. De hecho, Felix Magath lo mandó de regreso al equipo de juveniles.

Pero como la historia del robot que venía del futuro para matar al no-nato líder de la revolución fue éxito de taquilla y hoy se la considera una película icónica para la cultura de EEUU, Bastian se ganó un lugar en la selección alemana y desde entonces forma parte de su columna vertebral.

Recién conocimos a Schweinsteiger en la Copa de Confederaciones de 2005. La definición propia de Terminator, "cyborg asesino", le caía perfecta. El rubio se movía por la cancha como un robot, de forma precisa y mecánica. Pero un robot del futuro, más rápido y más fuerte que el resto. Como si supiera todo lo que iba a pasar.

Por entonces parecía disfrutar el papel del malo. Del rudo. Con el tiempo, a medida que se hacía más reconocido, como Arnold y su personaje, pasó al bando de los buenos. Salvo en Argentina, claro, donde después de tanta eliminación en Cuartos de final de un Mundial, ya no lo pueden ver.

La primera versión de Schweinsteiger, simil T-800, se fue desgastando. Otros futbolistas robóticos, veloces y fuertes, le fueron quitando protagonismo. Pero Bastian siempre fue importante en su selección. En una década, juntos fueron subcampeones de la Euro 2008 y terminaron terceros en los mundiales de 2006 y 2010.

En 2012-2013, las lesiones y las operaciones en el tobillo derecho fueron quitándole potencia y disminuyendo su rendimiento.
Se pensó que ya no volvería a jugar, pero Schweinsteiger supo resurgir con talento, con ubicación y con experiencia. Tan indestructible como cada secuela de Terminator. Ya no tan veloz ni potente con su cuerpo, como antes; ahora se destaca por su órden y su rapidez mental.

En este Mundial 2014, como en los anteriores, Bastian será una amenaza con la que ningún rival querrá cruzarse. Con un ojo rojo de furia y con el otro en la esquiva final. Con ganas de decir "hasta la vista, Baby" pero con la Copa del Mundo en las manos.