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Un Mundial movido

BELO HORIZONTE -- Siempre supe que cubrir un Mundial era movido. Pero nunca pensé que tanto.

Y no lo digo por las corridas de acá para allá, los "dibujos" a la hora de escribir sobre 15 minutos mostrados de práctica o las pocas horas de sueño. Jamás me quejaría de eso. Somos privilegiados de estar acá.

Cuando hablo de "movido" me refiero a lo que vivimos particularmente este martes, en los trayectos que nos separaban de los entrenamientos de Chile y Uruguay.

Un salto permanente, peor que el que sufre la wi-fi. Una verdadera coctelera y no como la que algunos mal pensados dijeron que íbamos a disfrutar en alguna playa de Río de Janeiro. Nada que envidiarle a una prueba de rally, en cuanto a velocidad y dificultades. Un safari digno de Sudáfrica, en pleno Belo Horizonte.

No hace falta aclarar que el estado de la ruta transitada es calamitoso. Un pozo tras otro que los camiones profundizan. Todo agravado por las pronunciadas subidas y bajadas entre morros, típicas de la ciudad. Hasta resulta imposible disfrutar el confort de una camioneta como la que tenemos a disposición.

A no ser por una predisposición de nuestro chofer a pasar por encima de los baches, cosa que rechazo absolutamente, es evidente la falta de inversión. Los ciudadanos la sufren a diario. Por suerte lo nuestro es temporal.

"Ahora las rodovías están mucho mejor", me cuenta con una sonrisa en la cara una residente en Belo Horizonte, que asiste al staff de ESPN. "Trabajaron en ellas por la Copa del Mundo. Imaginate cómo estaban antes", me agrega rápidamente con ironía.

Y continúa con el ánalisis: "Por eso hay tanto enojo por la organización del Mundial. Dispusieron de mucho dinero para mejorar los estadios, pero hay problemas con educación, salud, cuestiones básicas".

Cuando hablen de falta de infraestructura de la sede de la Copa del Mundo, anoten el descuido de las calles en Belo Horizonte.

Las cabezas, que quieren evitar chichones de tanto salto, agradecidas.