CUIABÁ (Enviado especial) -- Las historias de hinchas en la Copa del Mundo esperan en cada sede, en cada calle. Pueden tener diferentes orígenes, desenlaces o características, pero tienen algo en común: el amor por la Selección. Todos los simpatizantes que hicieron un largo viaje para vivir desde el lugar de los hechos el campeonato más trascendente del planeta tienen la misma motivación, que es acompañar al representativo nacional.
En Cuiabá, como antes en Belo Horizonte y en Brasilia, hay miles de colombianos que llegaron para alentar a la Tricolor. Después de 16 años de frustraciones, el equipo regresó a un Mundial y la tentación por viajar fue irresistible para muchos hinchas. De hecho, han conseguido que el conjunto de Pekerman se sintiera local en cada uno de sus partidos y han llenado todos los estadios.
La capital de Mato Grosso no es una ciudad tan amigable como la de Minas Gerais y el Distrito Federal. El calor sofocante hace muy difícil permanecer en la vía pública y eso atenta contra la idea de un Mundial "callejero". como ha sido éste. Por eso, aquellos simpatizantes que hicieron el viaje hasta aquí son aún más valiososo, porque aunque la Selección ya está clasificada, es importante que siga sintiéndose dueña de casa.
Una de las historias que hoy pueblan las calles cuiabanas es la de Eduardo, Andrés y Mike, tres amigos que se juraron estar presentes en el Mundial y lo lograron con sacrificio e inventiva. Salieron desde Bogotá el 11 de junio y llegaron a Cuiabá este domingo, dos días antes del partido de la Selección y de la fecha prevista.
"Nuestra idea era llegar acá para ver a Colombia contra Japón y lo logramos", afirma la voz cantante del grupo, Eduardo, quien además cuenta que durante el viaje conocieron a otros cuatro amigos que se sumaron a la travesía mundialista por América Latina.
Desde 1978 que no se jugaba un Mundial en nuestra tierra y eso hizo que muchos jóvenes crecieran sin la posibilidad de disfrutar de cerca el evento más importante de todos. Por eso, nadie quiso dejar pasar esta oportunidad de vivir la Copa en el lugar de los hechos. La historia de este trío de amigos sirve para describir algo que quien esté en Brasil puede ver con claridad en cada ciudad.
"Llegamos mochileando y haciendo dedo acá. Lo único que queríamos era estar listos para apoyar a la Tricolor en el Mundial. Ahora, esperamos poder entrar al Arena Pantanal hoy y después viajar rumbo a Río de Janeiro para seguir alentando a nuestros ídolos", afirma con optimismo Aldo, quien viste orgulloso una casa amarilla del combinado nacional.
En medio de la marea amarilla que inunda cada pueblo donde vaya el plantel que conduce Néstor Pekerman, aparece esta pequeña historia de amor por el fútbol y también de amistad. Porque Eduardo, Mike y Andrés viajaron por la Copa del Mundo pero también porque buscaban vivir una experiencia inolvidable con sus amigos. Eso es lo que genera un hecho social como este, porque un Mundial no es sólo un torneo de fútbol, es mucho más que eso.
Este trío de colombianos se hizo "famoso" porque llegó a Cuiabá en la noche del domingo y, como no tenían dónde dormir, decidieron acampar en las puertas mismas del Arena Pantanal. Sí, llegaron y se preguntaron: ¿ahora adónde vamos? La respuesta era obvia: vamos a la cancha ahora mismo. Pidieron permiso a las autoridades y se instalaron en el césped que rodea el moderno estadio matogrossense. Allí, se convirtieron en una verdadera atracción.
"Comenzamos el viaje tres pero hoy somos como siete amigos que estamos aquí para alentar a la Selección. El Mundial es algo único y nuestra idea es continuar el viaje hasta la final, que es donde soñamos con ver a Colombia contra Argentina". El deseo es unánime y es lo que los mantiene firme en el viaje. Aunque no tienen boletas y ni siquiera saben si podrán conseguir, eso no les impide sentirse parte de la numerosa hinchada colombiana que hoy ha copado Cuiabá.
La historia de Eduardo, Andrés y Mike es sólo una más de las cientas que potencian la historia de Colombia en esta Copa del Mundo. Una historia de amor y fútbol, que en definitiva es lo que transforma al Mundial en algo único, extraordinario.