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Una ocurrencia común para Tampa Bay

ST. PETERSBURG, Florida -- Es muy posible que David Price haya lanzado el miércoles su último partido en el Tropicana Field como miembro de los Rays de Tampa Bay y con un partido con 11 ponches en 8.1 entradas, los 23,761 en las gradas -- una cifra bastante grande para los alicaídos Rays -- se llevaron una memoria casi inolvidable de solo el último de las jóvenes estrellas que se marchan porque el equipo sencillamente no los puede firmar.

Price, quien se ganará $14 millones esta temporada, tiene un año más en arbitraje que sin duda lo llevará a los $18 millones, cifra que los Rays jamás podrían pagarle, razón por la cual todo el sentido común dice que Price, el más codiciado de los lanzadores en mercado de cambios que está comenzando, tiene los días contados en uniforme de los Rays.

La especulación en la prensa local es que ya los Rays están en conversaciones con varios equipos para tratar de renovarse con prospectos. Algunas fuentes dicen que Price no regresará de la gira que el equipo emprenderá a partir de mañana con 11 partidos en tres ciudades antes de regresar a casa el 7 de julio contra los Reales de Kansas City.

Nadie sabe con quién. Nadie sabe que está sobre la mesa. Nadie sabe que recibirán los Rays a cambio. Pero todo el mundo sabe que el cambio viene.

Tiene que venir.

Y así es la vida para los Rays, quienes en los últimos años ha visto a Matt Garza, Carl Crawford, B.J. Upton, Carlos Peña, entre otros, marcharse ante la realidad económica de los equipos de mercado pequeño.

El mánager Joe Maddon, públicamente, no ha querido tocar el tema de que Price está a punto de salir por la puerta de la cocina.

“Para mí, a mí me importan los Rays y David es un Ray”, dijo Maddon el miércoles.

Para otros, como Evan Longoria, quien optó el año pasado firmar una extensión de seis años para mantenerse en Tampa Bay hasta después de la temporada de 2022, la retórica es casi como un adiós a quien describió como “el mejor compañero de equipo que he tenido en mi carrera”.

“Al final del día, cualquier equipo que lo tenga en su roster es un mejor equipo. A mí me gustaría que estuviera en mi equipo por el resto de mi carrera. ¿Es eso realista? Quizás si. Quizás no”, dijo Longoria.

Los rumores en los pasillos del Tropicana Field eran que los Yankees de Nueva York, Azulejos de Toronto, Cardenales de San Luis, Gigantes de San Francisco, Atléticos de Oakland y Dodgers de Los Angeles, tenían escuchas en las gradas para ver la joya que lanzó ante los Piratas de Pittsburgh, en donde sus 11 ponches aumentó su total a 144 para liderar la Liga Americana sobre Félix Hernández, Max Scherzer y Masahiro Tanaka.

Un activo como Price es un atractivo para cualquier equipo con opciones de la postemporada. Son pocos los lanzadores zurdos dominantes en las Grandes Ligas y mucho menos con el poder y control que tiene Price con 144 ponches versus apenas 13 bases por bolas.

Pero hacia dónde se dirige el ganador del Cy Young de la Liga Americana en el 2012 quizás no es tan importante como lo que han significado sus seis temporadas y cambio con esta franquicia.

Price, quien fue el primer jugador escogido en el sorteo del 2007 por los Rays tras lanzar en la Universidad de Vanderbilt, llegó al equipo grande en el 2008 y desde entonces, junto a Longoria, han sido la cara de la franquicia.

El Tropicana Field está repleto de sus logros, con fotos de su victoria número 20 en el 2012, la celebración de 162 en el 2011 y el banderín de la Liga Americana del 2008.

Pero como suele suceder a estas alturas, los fanáticos de los Rays se tienen que preparar para decir adiós. Al igual que lo hicieron en el pasado. Jugadores vienen, jugadores van.

Y con la temporada por la cual atraviesan los Rays, Price quizás sea el primero, pero sin duda no será el último.