SAN PABLO (Enviado especial) -- Los espectadores se prepararon para la función. A medida que se acercaba la hora, aceleraron el paso. Corrieron hasta el baño, comieron de apuro. Todo sea por estar sentados a las 17 frente al televisor.
La situación que se vivió en la sala de prensa del Arena Corinthians no debe haber sido diferente de la del resto del público que vivió, en vivo y en directo, el histórico Brasil 1-7 Alemania. Tanto en la previa, como durante la semifinal que quedará en el recuerdo.
El primer zarpazo llegó a los 11 minutos del 1º tiempo. Un periodista español gritó el gol de Müller como si fuera alemán. Al resto lo invadió la sorpresa.
A medida que llegaron los tantos de Klose, Kroos y Khedira creció la incredulidad. Entre los periodistas, algunos se comían las uñas y otros se agarraban la cabeza. En media hora, el dueño de casa, el pentacampeón mundial, caía 0-5 en el Mineirao de Belo Horizonte. La mayoría elegía un respetuoso silencio. Salvo el periodista español, claro, que lamentaba incluso las ocasiones desperdiciadas por la visita.
A los 40 minutos, dos compatriotas brasileños se fundieron en un abrazo fraternal. Un abrazo con olor a despedida. Las caras que mostraba la TV también emocionaban a la distancia. El llanto desencajado de los hinchas que veían cómo se trituraba su ilusión de la forma más cruel.
El entretiempo sirvió para comprobar que lo que sucedía era realmente cierto. Los reporteros se pegaron a las pantallas para volver a ver cada gol. Los argentinos se buscaban en la sala para comentar lo que estaba pasando. Todos elogios para Alemania, que llega motivado y descansado a la final. Y cierto temor por tener que enfrentarlo en una posible final.
Las primeras exclamaciones del complemento llegaron por las atajadas de Neuer. Lo único que le faltaba a Brasil para coronar una tarde de terror era toparse con una pared en el arco. Cada ataque germano generaba un "No, no, no". Julio César evitó el 6º con una volada espectacular y luego saliendo a cortar fuera del área. Nada pudo hacer en la jugada que terminó Schurrle.
Llegó la hora del reconocimiento de campo de la Selección argentina en el estadio. Varios decidieron resignar esos 15 minutos. No podían despegarse de la pantalla.
El 7º de Alemania, obra de Schurrle, desató sonrisas en el centro de prensa. Seguramente no era la intención cargar a Brasil, sino exteriorizar la sorpresa por el cachetazo futbolístico de Alemania. El descuento de Oscar, sobre la hora, provocó aplausos. Tal vez, a modo de piedad.
Con el pitazo final, la sala de prensa de San Pablo recuperó su ritmo normal de trabajo. El shock por Brasil 1-7 Alemania difícilmente se vaya.