MÉXICO -- Brasil, con sus más de 200 millones de torcedores, no pudo despertar de la pesadilla. Esa que lleva en la cabeza por más de 64 años. Y tal vez nunca lo haga. No en casa. Su historia y su camiseta han sido arrastradas y vapuleadas. Y hemos visto uno de esos partidos que quedan en una vitrina aparte.
Saludos lectores del futuro. Cuando encuentres esto, por accidente, ten por seguro que tiene un valor incalculable en la historia del futbol. Del deporte. Ocurrió y fue verdad. Y un pueblo entero lloró sin cesar.
La historia cambió ese día de 1950. Ghiggia hizo el 2 a 1 y evitó que Brasil se hiciera mayor en propia casa. Lo tuvo que buscar afuera, fajándose en Europa. Lo hizo en Suecia, ciudad alejada de Alemania apenas por 829 kilómetros. Los alemanes, entonces, eran amigos.
Y en aquella final del Mundial del '50, Obdulio Varela motivó a los suyos diciendo: "los de afuera son de palo". Justo un martes de junio de 2014 los de afuera quedaron igual. Como palo. No fue casualidad que Ghiggia no fuera invitado a la inauguración de este Mundial.
En una semifinal electrizante, faltó Thiago Silva en 10 minutos, e hizo falta Neymar en los 80 restantes. El misil alemán vino desde la esquina, aterrizó en la bota derecha de Müller (apellido más alemán imposible) y noqueó a un Brasil que se detenía con alfileres.
Todo esto después de un Brasil valiente de arranque. Quiso dar y recibir pero se equivocó de escenario. Y de rival. En el diccionario alemán no aparece la palabra "compasión". Y los de Low lo hicieron pagar.
Phillip Lahm hizo surco por derecha. Khedira se sintió en pleno ritmo tras su año lleno de lesiones. Müller se dio tiempo hasta para reclamar a Schürrle por no dejarlo agrandar la cuota. Y Klose, de Klose hablaremos más adelante.
El golpe al '10 fue fulminante. Nadie lo imaginaba. Alemania echó por delante la historia, la camiseta, los tanques, a la Merkel y al Mercedes.
En 7 minutos le hizo 4 a Brasil. En su casa. Y con un baile descomunal que ni en el amateur es permitido. La marea iba y venía. Llanto en la tribuna, incredulidad en la cancha y una media sonrisa alemana socarrona. Esa que igual da ternura que miedo. Y apanicó a todos. En la cancha, en la tribuna y en la Residencia Oficial. En octubre hay elecciones, Dilma ha sufrido un golpe donde no imaginó: en una cancha de futbol.
Scolari pensó al medio tiempo si hablar, modificar o buscar una remota isla en la Polinesia para correr cuanto antes. Decidió por lo segundo y mandó a Ramires y Paulinho. El miedo había invadido cada decisión. No sé si Brasil creció o Alemania aflojó. Creo más en lo primero. Pero cuando el "Penta" volteó la cara tenía 7 en el costal. Ver para creer.
Lo de Brasil tal vez pasó por creerse superior por ganarle la Confederaciones a España. O a media España. O a lo que quedaba de España. Felipao apostó por lo mismo y bien dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. En 1950 les ganaron un Mundial, aquí les arrebataron la Copa y de paso los atropellaron. Pentagoleada de escándalo.
Las carreras de 23 futbolistas quedarán marcadas (incluido Neymar) y la historia los pondrá contra el paredón una y otra vez. Brasil deberá levantarse, si es que queda algo, para buscar el 3er puesto de su Mundial. Su gente y su historia se lo exigen. A Alemania de poco le servirá la goleada si no redondea con su 4º título mundial.
Y Klose, ese mitad delantero mitad gimnasta, hizo su gol 16 en Mundiales. Superó a Ronaldo... en Brasil y contra Brasil. Las historias del futbol son fantásticas. Klose quedará con letras de oro en la historia de los Mundiales. Nunca fue el mejor. Nunca fue muy técnico, ni muy veloz, ni muy potente. Nunca fue TT en Twitter y su Facebook apenas llega a 57,000 "likes". Es todo y nada a la vez. Y su nombre quedará ligado a un partido que queda para la historia. De brasileños y de alemanes.
Brasil sufrió, allá en 1950, el Maracanazo sin Copas del Mundo en su vitrina. Y hoy tiene 5. El "Penta" volverá. El que lo dude que dé un paso al costado. Brasil está herido. Pero nunca de muerte.