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Rudeza innecesaria

Perdió Roger Goodell porque no importa qué resulte con Ray Rice, su credibilidad fue maculada. AP Photo

MÉXICO -- El comisionado más punitivo en la historia del deporte norteamericano está echado contra su zona de anotación. Es primera y gol desde la yarda dos.

No es claro quién tiene el balón o incluso qué va a pasar cuando --inminentemente.- anote.

Ray Rice golpeó y humilló a su pareja. Adrian Peterson golpeó con una vara a uno de sus hijos hiriéndole y cortándole la piel.

Y la mariguana, para la NFL, no es tanto así como una droga.

En esta semana no ganó nadie. Perdieron muchos, casi todos.

Perdió el Comisionado, Roger Goodell. Porque no importa qué resulte al final del caso Ray Rice, su credibilidad ha sido maculada eternamente. Y en un puesto como el suyo, la credibilidad es como el aire para respirar.

Perdieron los equipos. No sólo los Ravens. Porque sus políticas para vigilar que sus jugadores adecuen su conducta a los lineamientos que ellos mismos aceptaron en el contrato colectivo de trabajo no sólo es de "laissez faire, laissez passer". Encubre, tolera y disuade a los infractores de quienes ejecutan su cumplimiento.

Perdieron los jugadores. Porque a partir de ahora cada movimiento en falso, cada paso, será vigilado por un escrutinio público filoso. Dispuesto a destruir cuanta carrera sea necesaria con tal de velar por los valores básicos, intrínsecos de cada sociedad.

Perdió la liga. Y no perdió dinero, que es lo que a la larga le atañe con prioridad (y no es que eso esté mal). Perdió porque nuevamente sus miembros son disociados con los valores naturales del deporte.

Y perdimos nosotros, los aficionados. Porque una vez más tenemos que soportar las incesantes críticas al fondo y forma que justifican nuestro pasatiempo favorito. Que es más que un pasatiempo. Pero esta semana se nos redujo el armamento para defenderlo.