MÉXICO -- Semana a semana, nunca hacen falta los partidos que vienen precedidos de una gran expectativa.
De vez en cuando, uno de ellos cumple y supera esas expectativas.
Notre Dame y Florida State nos regalaron uno de esos partidos esta noche, en la visita del N° 5 Irish a los N° 2 Seminoles en Tallahassee.
Desde luego, el antecedente que más se recuerda fue un encuentro bautizado como el "Juego del Siglo": en 1993, los Seminoles entonces ranqueados N° 1 en la nación con marca de 9-0 y dirigidos por el inmortal Bobby Bowden, visitaron en South Bend a un equipo del Irish ranqueado N° 2, también cargando una marca de 9-0 a cuestas, y también dirigidos por una leyenda del juego, Lou Holtz.
En teoría, las implicaciones de esta noche eran menores, simplemente porque el encuentro ocurrió más hacia el principio de la temporada que al final, a diferencia de aquella ocasión. Además, tanto Jimbo Fisher como Brian Kelly todavía tienen un largo camino por recorrer antes de que podamos mencionarlos en el mismo estrato que Bowden y Holtz.
Sin embargo, la admiración que produce atestiguar un partido tan cerrado y tan bien jugado entre dos potencias del fútbol americano --una con una historia mucho menor que la otra-- no desmereció.
Vale la pena notar que antes del encuentro, había un sector de observadores de la NCAA que dudaban de la seriedad de Notre Dame o de Florida State --o de ambos-- como contendientes legítimos para conformar parte de la siembra de cuatro semifinalistas que disputarán el título en la primera campaña con playoffs en la historia del deporte. Esta noche, buena parte de esas dudas debieron disiparse para ambos programas.
Notre Dame y Florida State nos ofrecieron una batalla entre dos pesos completos que se fue hasta los 12 rounds; una en la que la balanza se inclinó de manera definitiva hasta los segundos finales de la contienda, después de un ir y venir de momentos muy parejo.
El Irish hizo ver mal al más reciente ganador del Trofeo Heisman, Jameis Winston, durante la primera mitad. Winston se vio asediado por cargas constantes desde el interior, y la pésima decisión de lanzar un pase flotado bajo presión le costó a Florida State no solamente le preparó un touchdown a Notre Dame en el segundo cuarto, entregando la posesión en su propia yarda 1, sino también impidió que FSU aprovechara la intercepción que, una jugada antes, habían logrado los Seminoles de un envío de Everett Golson.
Para Winston, fue una primera mitad notoriamente gris: ocho pases completos de 14 intentos para 92 yardas con una anotación y una intercepción, además de un acarreo para 3 yardas. Pero el Trofeo Heisman es cualquier cosa menos un obsequio, y Winston se encargó de validar su condición de figura con una segunda mitad prácticamente inmaculada: 15 completos de 16 intentos para 181 yardas y otro touchdown, incluyendo varios pases perfectos a Rashad Greene --posiblemente el mejor jugador ofensivo de FSU-- y Travis Rudolph, el héroe anónimo de la noche.
Golson tuvo una buena noche, también, pero al final su actuación se vio manchada por sus problemas de seguridad de balón. El pasador de ND sufrió dos balones sueltos, aunque no perdió ninguno, y tiró dos intercepciones, la segunda en la última jugada del partido.
En el vaivén del encuentro, hubo pasajes donde parecía claro que el talento y la ejecución estaban tan parejos, que el triunfo sería para quien lo deseara más. Y allí la balanza coqueteó con inclinarse hacia el cuadro de Kelly.
Fue Notre Dame el equipo que, como buen contendiente que enfrenta al campeón en terreno ajeno, propone la pelea en busca del nocaut. El Irish se la jugó cinco veces en cuarta oportunidad, convirtiendo en dos oportunidades, incluyendo una jugada milagrosa dentro de los dos minutos finales para convertir en cuarta y 18 desde su propia yarda 43: un presionado Golson compró tiempo, roló hacia su derecha, y lanzó un largo pase a Corey Robinson que redituó en 20 yardas y mantuvo vivas las esperanzas del Irish de escapar de Tallahassee con el triunfo.
En la lateral de enfrente, Fisher había recién cometido el pecado capital de esperar el resultado en lugar de buscarlo. Con poco más de cinco minutos por jugar, y arriba por 31-27, los Seminoles arrancaron su marcha encajonados en su propia yarda 7. Después de una primera oportunidad en la que perdieron 5 yardas en acarreo de Dalvin Cook, ND les devolvió esas 5 yardas perdidas con un castigo de sustitución ilegal.
Dos oportunidades para avanzar 10 yardas y seguir quemando el reloj. Con el mariscal de campo ganador del Heisman, y probablemente el receptor de rutas más pulido del juego universitario --Greene--, ¿por qué no poner el juego en manos de los dos mejores jugadores de tu plantilla? ¿Por qué no atacar la marca del primer intento? ¿Por qué no martillar el último clavo en el ataúd del digno retador?
Fisher optó por apostar a una defensiva que ha resultado un tanto decepcionante a lo largo de la campaña, admitiendo 21.6 puntos por encuentro en el año, y de paso le cedió la iniciativa a Kelly. Los Seminoles mandaron dos acarreos más con Cook --el tercer corredor en el orden jerárquico de FSU, detrás de Karlos Williams Sr y del lesionado Mario Pender--, para una ganancia neta de sólo 3 yardas, y a despejar.
Con 2:53 por jugar, el Irish no podía pedir algo más. Unos momentos después, la atrapada de Robinson enmudeció al Doak Campbell Stadium. FSU no podía frenar a ND, quien se acercó de poco en poco hasta la yarda 2 de los Seminoles --ya con apenas unos cuantos suspiros restando en el reloj de juego-- y, otra vez, enfrentando una cuarta oportunidad.
El triunfo parecía estar pintado de azul y oro. Golson tiró hacia la derecha para encontrar a un Robinson desmarcado, quien entró literalmente caminado a las diagonales.
Entonces, un pañuelo amarillo devolvió la vida y la esperanza a los más de 80,000 presentes en el estadio. Los oficiales marcaron interferencia ofensiva. La repetición mostró claramente que los dos receptores externos al lado derecho bloquearon literalmente a los backs defensivos de los Seminoles para abrir el espacio en el que Robinson aparecería solo para hacer la atrapada, incluso antes de que el ovoide dejara la mano de Golson.
Quince yardas en retroceso y una última oportunidad para ND. En cuarta oportunidad y a 18 yardas de la gloria, un presionado Golson lanzó una plegaria que fue interceptada por Jacob Pugh en la zona final.
La victoria no pudo haber sido más sufrida para Florida State, y la derrota no pudo haber sido más digna para Notre Dame. Ambos programas abandonaron de Bobby Bowden Field con más respeto por el resto de la nación del que gozaban cuando entraron.
En segundo plano, hubo un par de anuncios que se deben atender después de este encuentro. Winston -- quien hasta esta jornada había sido omitido de una manera muy notoria de la discusión por el siguiente Heisman-- necesariamente debe incluirse en la conversación de aquí en más, pese a que Dak Prescott de Mississippi State debe ser considerado el gran favorito en este punto de la campaña.
Para efectos mediáticos, Robinson ha dejado de ser sólo el hijo del "Almirante", David Robinson, para convertirse en un estelar que brilla con luz propia y que puede cargar con buena porción del juego aéreo del Irish.
Sin embargo, la lección primordial de la noche es clara: FSU y Notre Dame están para cosas importantes. En una temporada donde se sacudió la estructura de poder en la SEC, y hay cuatro boletos en juego para disputar el trofeo de campeón, no puede descartarse al monarca reinante ni a su retador de esta noche, con todo y que cargan con una derrota en su récord. Guste o no, ningún otro programa considerado candidato para obtener uno de esos cuatro pasajes que lleva una derrota, ha caído de una manera más digna que ND. Además, la derrota de N° 4 Baylor en la tarde, ante un equipo no ranqueado de West Virginia solamente sirve para darle más brillo a lo de Notre Dame, porque sí, hay de derrotas a derrotas.
El calendario de Florida State proyecta partidos más sencillos de aquí al final de la temporada, y posiblemente el reto más complicado sea evitar caer en excesos de confianza. En el camino de Notre Dame todavía aguardan Arizona State y Southern Cal, como oponentes de cuidado. Sortear esos obstáculos no será sencillo, pero de hacerlo, casi se puede asegurar que el Irish recibiría una de las cuatro invitaciones al playoff, dependiendo de lo que pueda ocurrir en otras latitudes. Eso abre una posibilidad muy real de ver una revancha entre Irish y Seminoles más adelante.
En 1993, el perdedor de este choque --FSU-- pudo ingeniárselas para hacerse con el título nacional. Esta vez, puede ser igual, pero con un reencuentro en el camino.
¿Nos espera otro clásico entre este par de históricos? Ojalá que sí.