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Nada parece poder detener a River

BUENOS AIRES -- Ni el calor de Paraguay, ni el cansancio, ni las cinco modificaciones que introdujo Marcelo Gallardo en el equipo, nada parece detener la marcha de este River arrollador, que ya acumula 26 partidos invicto y que se sigue consolidando gracias a estupendos niveles individuales, pero, por sobre todas las cosas, merced a una envidiable labor de conjunto.

Aquella frase "van a tener que pelear mucho para ganarnos", que alguna vez lanzó el entrenador Millonario, se sustenta en cada presentación. Donde supera imponderables y derriba mitos históricos, como por ejemplo aquel que habla de la complejidad de participar de dos competiciones al mismo tiempo. En esta fructífera semana, River se trajo un contundente 3 a 1 del calor agobiante de Paraguay (ante Libertad), en el marco de la Copa Sudamericana, y apenas tres días después derrotó con goleada a Belgrano. Creer o reventar, pero cada fecha la formación de Gallardo exhibe un costado productivamente nuevo.

En el plano colectivo, el once está preparado para cobijar a integrantes que se van sumando. Una muestra clara es Guido Rodríguez, el juvenil que reemplazó a Leonardo Ponzio y que superó con aplomo el impacto que representa ser titular en el estadio Monumental. Para que esto suceda, más allá del trabajo del entrenador, tiene que haber puntales adentro del campo. Y River los tuvo ante Belgrano: Jonatan Maidana y Leonel Vangioni en la defensa, Carlos Sánchez y Ariel Rojas en el medio y Teo Gutiérrez en el medio. Con cualidades para todos los gustos. Maidana un tiempista, Vangioni un dotado para llegar al área rival, el desequilibrio vertiginoso de Sánchez, la entrega sin restricciones de Rojas y la contundencia con estilo de Teo.

Con engranajes periféricos que tampoco desentonaron. River hace todo sencillo, pero de más está aclarar que en el fútbol nada lo es. Inclusive en los momentos de desconcierto siempre alguien responde (el domingo fue Marcelo Barovero). Por eso nunca mejor utilizado el mote de "equipo".

Qué diferente se ve todo hoy, con más de la mitad del semestre recorrido, respecto de lo que se auguraba en el inicio de temporada. Cuando no llegaron los refuerzos que Gallardo demandaba, mucho pensaron en el Apocalipsis. Porque la sombra de un Ramón Díaz que se había ido campeón revoloteaba con forma de un lastre complicado de empujar. Más aún para un técnico desconocido en nuestro medio. Y fue justamente su capacidad de trabajo, sus variantes, su manera de expresarse y de hablarles a los jugadores, lo que llegó muy profundo en el plantel. Así es como la historia se está escribiendo con un texto de ensueño.

Agoreros y resultadistas estarán pensando que todavía no ganó nada. Por supuesto, eso está claro, pero el solo hecho de haber generado una revolución en el aletargado fútbol argentino ya es un mérito enorme. Después, si la pelota entra en el arco rival o no será lo que, injustamente, califique su labor. Reglas del juego que deben soportar todos los que están adentro de este medio.

Por ahora da pasos con firmeza, convencido de lo que hace. Confiando en su potencial y en el sistema que está implementando. La orilla está cada vez más a la vista y se acerca a ella con brazadas bien firmes.