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El "factor H"

BUENOS AIRES – La octava fecha del Calcio, como habíamos previsto en nuestra columna de SportsCenter, SuperCalcio, resultó favorable para el puntero y tricampeón defensor, Juventus.

No hubo mucho mérito en esa previsión: mientras que Juventus recibía en su cancha a Palermo, con un historial aplastante en su favor, su escolta Roma tenía una tarea mucho más complicada en casa del tercero, una Sampdoria que Sinisa Mihajñovic armó sólida y aguerrida, plasmada sobre el carácter de su conductor.

Detrás de ellos, queda cada vez más evidente que la batalla por la tercera plaza y las demás ubicaciones "europeas" será apasionante y tendrá a varios protagonistas, desde las revelaciones Sampdoria y Udinese, pasando por los candidatos previos Napoli y Fiorentina y llegando finalmente a los dos equipos milaneses y, quizás la verdadera sorpresa hasta ahora, una Lazio que con Pioli encontró esa convicción de gran equipo que en los años anteriores le había faltado.

Vayamos por partes. Massimiliano Allegri no encuentra aún el tiempo para realizar el cambio que tiene en la cabeza. Cuando Antonio Conte, con un decisión fulmínea que sorprendió a sus propios directivos, decidió dejar a la Vecchia Signora, la elección del ex entrenador de Milan, que venía de cuatro pasaje de turnos consecutivos en Champions, respondió fundamentalmente a la necesidad de mejorar los resultados internacionales.

Para eso, todos esperábamos que Allegri archivara muy rápidamente la defensa en tres, que justamente sobre el escenario internacional demuestra todos sus límites, y para eso fue contratado, sobre el final del mercado, el experimentado Evra. Sin embargo, quizás por las resistencias encontradas en un grupo temoroso de cambiar radicalmente una fórmula hasta ahora sumamente ganadora, la esperada línea de cuatro no apareció sino por breves minutos, como solución de emergencia.

Los resultados están a la vista: si bien con menos claridad que antes (el efecto "panza llena" es casi inevitable luego de tres títulos consecutivos), Juventus sigue dominando frontera para adentro, pero en Champions se llevó dos derrotas ante los principales rivales y un triunfo contra el "colchón" del grupo, Malmoe, por apenas dos goles de diferencia.

Por suerte, la clasificación y hasta el primer puesto siguen siendo posibles, porque Olympiacos perdió en Suecia y porque el equipo bianconero fue visitante ante Atlético de Madrid y los griegos, pero ahora está con la espalda contra la pared y necesita dos triunfos, posiblemente amplios, y por lo menos un empate para no arriesgar otra clamorosa eliminación.

El problema de Allegri es que no tiene tiempo material para trabajar el cambio. Cuando no hay Champions entresemana, aparecen los turnos de campeonato o las fechas FIFA de selecciones, a las cuales la Vecchia Signora contribuye generosamente con casi todo su plantel. Pero la tarea no es postergable y Allegri, como todo técnico, si tiene que "morir" quiere hacerlo a su manera, jugando como a él le gusta.

Roma, quizás por primera vez en la era Rudy García, salió a Marassi para no perder. Algo obvio, porque luego de la tremenda paliza sufrida a manos del Bayern de Guardiola, lo peor que podía ocurrirle al equipo era una segunda derrota consecutiva, que seguramente habría sembrado dudas y temores en un plantel que lucha para sentirse ganador.

La tarea se logró perfectamente, toda vez que Sampdoria tuvo sólo una clara ocasión para anotar, en jugada de pelota parada, cuando Okaka desperdició un gol que era más fácil anotar que errar. Por su parte, el giallorosso creó mucho menos que su costumbre, con apenas un par de ocasiones claras. Pudo haber ganado, pero se encontró con un Romero perfecto en los momentos claves.

De todas maneras, para Roma no fue un mal resultado, máxime por el empate de la semana anterior de Juventus en Sassuolo: la diferencia sigue siendo la del enfrentamiento directo, nada más. Además, para nadie será fácil ganarle a esa Sampdoria en su reducto, porque el equipo es sumamente equilibrado y su conductor sabe transmitir esa garra y concentración que lo caracterizaron como jugador.

No tiene mucho sentido hoy por hoy analizar todo el resto de manera profunda, porque todos son equipos en formación, con nuevos entrenadores o aún sin encontrar el funcionamiento pretendido por los varios Benítez, Montella (quien por encima, una vez más, paga las lesiones de sus delanteros) y Mazzarri.

Pero sí queremos gastar un párrafo por dos protagonistas que parecían extraviados y, casi por arte de magía, se recuperaron en esta octava fecha. Dos protagonistas mayores, que este Calcio en crisis económica y de modelo no podía darse el lujo de perder definitivamente.

Hablamos del "factor H", es decir Gonzalo Higuaín y Marek Hamsik, los dos alfiles sin los cuales las esperanzas de Napoli de por lo menos repetir la excelente tercera plaza de la temporada anterior y de sacarse algún gusto en Europa serían prácticamente nulas.

El eslovaco, en el final del torneo anterior, había anotado el cuarto tanto en la goleada por 5-2 en casa de Sampdoria, pero anteriormente no se hacía presente en el marcador desde el lejano 11 de noviembre del 2013, justo antes de la lesión que arruinó por completo su temporada. En este nuevo certamen, otra vez Marek parecía un cuerpo extraño en el funcionamiento del equipo y su crisis lucía interminable.

En cambio, ante Hellas Verona el jugador reapareció con un doblete, y todo deja pensar que haya salido de ese largo túnel depresivo en el que había entrado luego de la lesión.

Otro que venía mal era Gonzalo Higuaín. Luego de un torneo fantástico, con 17 goles en 32 partidos, en las primeras siete fechas del torneo en curso no había podido anotar. Además, se lo notaba nervioso, casi desganado, como desilusionado por la eliminación de Nápoli ante el Bilbao (anotó el tanto del empate del partido de ida) y por el mercado del presidente De Laurentiis, que no cumplió con la promesa latente de reforzar el equipo, para apuntar mucho más arriba.

Esa sensación se mantuvo vigente hasta la increíble atajada del arquero Rafael, quien le negó un golazo con una reacción estrepitosa, descomunal. La cara de Gonzalo era la de quien parece resignado a la mala suerte, a un momento negativo del que no logra adivinar el final.

Pero luego llegaron los goles, nada menos que cuatro (uno absurdamente anulado por el juez de línea Stallone): un jugada personal, penetrando entre cinco defensores, para volver a estampar la ventaja luego del fantástico gol del joven colega uruguayo Nico López, uno de golador, aprovechando la gran corrida y asistencia de Albiol y, después del tanto injustamente anulado, un penal pateado esta vez de manera impecable (Gonzalo había errado un remate desde los once paso ante Chievo, en la segunda jornada).

En suma, dos grandes valores recuperados y más en general una jornada positiva para los latinos de habla hispana, con los goles de Arturo Vidal – no anotaba desde el 24 de setiembre, doblete ante Cesena -, su compatriora Pinilla, gol decisivo para el triunfo de Genoa, el penal del argentino Mauro Icardi, que le dio el triunfo a Inter y el gol de Biglia, que también fue decisivo para el triunfo de Lazio por 2-1 ante Torino.