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¿El Tri reflejo de Vela o Vela reflejo del Tri?

ÁMSTERDAM -- Imaginemos. Sólo imaginemos. Que la estampa de Carlos Vela con la boca sangrando, paladeando su propia herida y catando, con ella, el sabor de su victoria personal, es un mensaje para la selección mexicana.

Imaginemos. Sólo imaginemos. Que la sonrisa con la costra sanguinolenta y ya purpurea en los labios, tras desafiar el código de guerra extrema en la cancha del Atlético de Madrid, es un mensaje para los que cuestionábamos su desarraigo como futbolista.

Imaginemos. Sólo imaginemos. Que el tanto que marca al Atlético, a su sello, porque parece que ante los equipos grandes desdeña la ordinariez y la vulgaridad, imaginemos pues que esa anotación es un mensaje para quienes lamentan la volatilidad y volubilidad de los goleadores del Tri.

Imaginemos, por último, y sólo imaginemos, que esa jornada desquiciante, con balón y sin él, ante la jauría colchonera, apareciendo por diversas zonas de la cancha y confundiendo al adversario, es un mensaje cifrado para Miguel Herrera.

Imaginemos. Sólo imaginemos. Porque al final, la imaginación, un escaño debajo de la fantasía, es totalmente gratuita e inocua, inofensiva, si no se le convierte en obsesión.

Imaginemos, si todo lo mencionado lo puede entregar también Carlos Vela en la cancha vestido de verde.

Insisto, y defiendo esa postura, que es complicado a través de la aprensiva y aprehensiva pantalla de un televisor, poder descifrar todo lo que un jugador hace en la cancha. Menos aún, cuando se le cita como referente, y cuando enaltece ese hecho con un compromiso moral.

¿Qué hará Miguel Herrera con Carlos Vela? Él lo sabe mejor que nadie. Desde fuera, sentarse a sugerir y pontificar para un entrenador que ha demostrado sapiencia -que no sabiduría- , rayaría en lo obsceno, lo absurdo y lo petulante.

Pero, lo que no puede cuestionarse es la evidencia de las facultades del mexicano, que tendrá que cubrir aún la cuota de adaptación a un estilo de juego que le puede liberar de kilómetros por recorrer, pero no de obligaciones colectivas por cumplir.

Jugador de desborde, amante de espacios largos, de remate práctica o ingenioso en el área, y lo decíamos, obsesivo en tratar de agregarle a los goles un grado de dificultad, para que la narrativa al final no quede en gol sino en golazo.

Sin duda la más inmediata observación a Carlos Vela ha sido su integración al grupo, porque al final, más allá de que no existan prejuicios ni molestias preconcebidas, más allá de eso, no hay que olvidar que es el jugador que rechazó librar batallas, compartir calamidades y confrontar crisis en el proceso anterior.

Ojo, en ese entonces, fue más solidario con sus ideas con las necesidades del grupo y la ansiedad de una nación por verlo en la cancha.

Pero, ¿en un país donde las fosas comunes se llenan de auténticos valientes, quienes defienden legítimos ideales, alguien puede cuestionar a Carlos Vela por defender los suyos, aunque hablemos de un pasaje tan trivial y tan intrascendente como el futbol?

Algo debe quedar claro: Carlos Vela no le dará a México un destino diferente por sí solo, pero Carlos Vela puede marcar la diferencia para darle a México un destino diferente.

Y clarificando también, enjuiciar de cualquier manera a Vela por el juego ante Holanda, sería totalmente oportunista, tanto para los elogios como las críticas, porque entonces, los mensajes que semana a semana ha venido mandando en la Liga de España, habrán sido inútiles.

Aquí cabe incluso la pregunta del proverbio esquimal: "¿Es la manada el reflejo del mejor de sus lobos o es el mejor de sus lobos el reflejo de su manada?"

¿Será el mejor Vela un reflejo del Tri o el Tri un reflejo de su mejor Vela?

Cualquier respuesta corre riesgo de ser injusta.