MÉXICO -- Florida State no se desvió del libreto.
Como ocurrió en contra de Clemson, North Carolina State, Notre Dame y Louisville, FSU debió sufrir hasta el final para rescatar una victoria que parecía imposible.
Miami se puso arriba rápidamente con dos pases de anotación del freshman Brad Kaaya, y un touchdown terrestre de Duke Johnson, para tomar una ventaja de 23-7 sobre los Seminoles en el segundo periodo. Casi todo lo que intentaban los Hurricanes funcionaba. Casi.
En una segunda mitad dominada prácticamente de principio a fin por Miami, el marcador parecía distar de lo que acontecía sobre el campo, con solamente 16 puntos de diferencia. Un punto extra bloqueado y un gol de campo fallado contribuyeron a ese déficit entre lo que parecían merecer los Hurricanes y lo que tenían, pero lo cierto es que la ventaja se antojaba mayor a 20 puntos, también.
Después, ocurrió lo que ha ocurrido a lo largo de una temporada que parece ya no guardar mucha sorpresa para los aficionados de Florida State. Ocurrió lo que tenía que ocurrir. Los Seminoles empezaron a caminar en la segunda mitad, con ayuda sin duda de la suerte, pero también explotando ese talento que los mantiene como uno de dos equipos invictos entre 128 programas de la División FBS (antes División IA) pero único sin derrota entre los programas de las cinco conferencias grandes.
Un pase desviado de Jameis Winston, que terminó providencialmente en manos de Karlos Williams para touchdown en el tercer periodo, es evidencia perfecta de que la suerte no abandonó al campeón cuando más la necesitó. Pero los tres goles de campo de Roberto Aguayo --incluido uno de 53 yardas--, los dos touchdowns terrestres de Dalvin Cook, o la intercepción de Jalen Ramsey que le puso cerrojo al resultado, son prueba fehaciente de que los Seminoles cuentan con talento suficiente para ganarle a cualquiera que se le ponga enfrente, como ha sucedido en los últimos 26 partidos.
La lección para los rivales es clara, pero no es novedosa en este 2014. Y se seguirá repitiendo hasta que alguien la aprenda.
Para derrotar a Florida State, no basta con una primera mitad de juego, ni siquiera tres cuartos. Hay que jugar un partido perfecto --o lo más cercano posible--, para no irse al vestidor con esa sensación de fracaso tras acariciar el éxito.
Ya lo hemos escrito antes: al campeón hay que noquearlo para vencerlo. Miami, como los equipos que pasaron antes que ellos, tuvo a los Seminoles contra las cuerdas, con las piernas tambaleantes. Faltó el nocaut.
Por ahora el libreto se mantiene sin cambios. El villano de la temporada del 2014 en la NCAA se sigue adueñando de la película.