MÉXICO -- Una de las primeras reglas que hay que aprender para ser exitoso en cualquier deporte debe ser la de no vencerse a uno mismo.
Los Florida State Seminoles, después de ganar 29 partidos en fila, incluyendo el último campeonato nacional de la era NCS, olvidaron esa lección no solamente durante el Rose Bowl de este jueves por la tarde, sino a lo largo de una temporada regular invicta en la que siempre encontraron el modo de salvar los resultados pese a carencias en la ejecución en todas las facetas del juego.
Esta tarde en Pasadena, los Oregon Ducks no los iban a perdonar como los rivales anteriores.
Con el marcador 18-13 a favor de los Ducks al regreso del medio tiempo, FSU conducía el balón con idea fija en recuperar una ventaja en el marcador que no habían disfrutado desde que se rompió el cero con un gol de campo de Roberto Aguayo en su primera serie del juego. Dalvin Cook, quien surgiera como un salvador desde el backfield como freshman genuino para los Seminoles cometió entonces el pecado que comenzó como la pequeña bola de nieve que empieza a rodar hasta convertirse en avalancha. Un balon suelto de Cook frenó el avance de los 'Noles y la maquinaria ofensiva de los Ducks no tardó mucho en cobrar con un touchdown de otro corredor freshman, Royce Freeman.
Después de intercambiar touchdowns, dejando el marcador en 32-20, comenzó en forma el colapso de los campeones.
Cook volvió a perder el balón, esta vez en jugada de pase, y Marcus Mariota necesitó de apenas dos jugadas para volver a cobrar con touchdown en conexión con Darren Carrington. La ofensiva subsecuente para los Seminoles concluyó con una jugada memorable por todas las razones equivocadas. En jugada de cuarta oportunidad y 5 por avanzar en territorio de Oregon, y con el peso del marcador en contra, Jameis Winston intentaba comprar tiempo para soltar un pase cuando amagó con lanzar al momento de pisar mal, perdiendo de manera tragicómica el ovoide para que Tony Washington lo tomara y recorriera el campo en sentido contrario, dejando el marcador en 45-20.
La pesadilla no había concluido para FSU. En la siguiente serie, Winston vio desviado su pase en la línea de golpe hasta las manos del receptor abierto Travis Rudolph, quien de manera increíble lo dejó pasar para que aterrizara en posesión de Erick Dargan. Fieles a su costumbre, Mariota y los Ducks se cobraron con un rápido touchdown terrestre del más reciente ganador del Trofeo Heisman, para ampliar la zanja a 52-20.
Un balón suelto de Jesus Wilson el siguiente avance de FSU nos hizo olvidar casi por completo que la debacle había iniciado con los Seminoles en busca de la ventaja en el marcador, particularmente después de que Thomas Tyner, corriendo en cuatro jugadas consecutivas, consiguiera su segundo touchdown de la noche para dejar los números en 59-20.
El contraste fue claro. Los Seminoles consiguieron robarle dos balones a Oregon en el juego: un pase interceptado a Mariota en el segundo periodo que terminó preparando un intento de gol de campo que erraría Aguayo mientras se agotaban los segundos en el reloj de juego de la primera mitad, y un balón suelto en un intercambio en el cuarto periodo, cuando la ventaja era de 39 puntos, que tampoco pudo ser traducido en unidades por parte de los Seminoles.
Oregon no jugó perfecto pero sí muy cercano a ello. Florida State estuvo más lejos de la perfección que en cualquier otro partido de la temporada, con excepción quizás del juego ante Florida para cerrar la temporada regular. La clave para los desfavorecidos 'Noles de cara al partido era no perder el paso a la hora de anotar puntos contra los explosivos Ducks. No solamente no consiguieron ese objetivo, sino facilitaron el accionar de Oregon regalando el balón una y otra vez.
Florida State no únicamente perdió, sino fue humillado con justicia, en un partido en el que le tocó aprender la lección que impartió a rivales como Notre Dame, Louisville, Miami y otros a lo largo del año: una mitad de juego no basta.
Oregon nunca aflojó el paso y con ello legitimó no solamente su inclusión como uno de los semifinalistas en el primer año del nuevo formato del fútbol americano colegial, sino también el mandato de Mark Helfrich, quien sale de la sombra de su antecesor Chip Kelly al mando de la relampagueante ofensiva multicolor de los Ducks.
A Oregon le queda un paso por dar. Esta noche, demostraron en Pasadena que cuentan con los ingredientes necesarios para suceder a Florida State como campeones del fútbol americano universitario de la mejor manera posible, con una contundente humillación.