MÉXICO -- Ezekiel Elliott fue el Jugador Más Valioso de la primera final del fútbol americano colegial en la era del playoffs, con toda justicia, pero es probable que Cardale Jones se haya convertido en el Jugador Más Valioso de la temporada para los campeones Ohio State Buckeyes, pese a que inició solamente tres partidos.
La posición más importante en el deporte quedó en manos de Jones, tercero en el orden antes del inicio de la temporada, por la mala suerte. Braxton Miller, quien finalizó quinto en la votación por el Heisman en el 2012 y noveno en el 2013, quedó descartado por la temporada a días del primer partido por una lesión en el hombro. Su suplente, J.T. Barrett, condujo a los Buckeyes a una marca de 10-1 antes de fracturarse un tobillo ante Michigan, el archirrival. La campaña de Barrett le valió culminar quinto en la votación por el Heisman en el 2014.
Con todo y eso, los zapatos nunca le quedaron grandes al enorme Jones.
Jones cerró la victoria sobre los Wolverines completando únicamente dos de sus tres envíos para 7 yardas, y corriendo el balón en dos ocasiones para 18 yardas más.
Una semana más tarde, en su primer inicio después de tres años en el campus de Columbus --su primer año o pasó como redshirt freshman--, Jones completó 12 de 17 pases para 257 yardas con tres pases de touchdown ante los Wisconsin Badgers en el Juego por el título de la Big Ten. Además del título de su conferencia, los Buckeyes consiguieron su boleto para la primera semifinal en el nuevo esquema del playoff de la NCAA. Por si fuera poco, ganaron la confianza de que estaban en buenas manos con Jones como su mariscal de campo.
Ante Alabama, en el Sugar Bowl, Jones lució todavía mejor. Ante una de las mejores defensivas del país. El pasador completó 18 de 35 envíos para 243 yardas con un touchdown y una intercepción, y corrió el ovoide en 17 ocasiones para 43 yardas. Pero no hay que dejarnos engañar por los números. El libro de jugadas de Ohio State se abrió todavía más, y el jugador de 6 pies con 5 pulgadas de estatura probó nuevamente que estaba al nivel del reto. Ohio State ganó sorpresivamente gracias a una remontada en la que borraron un déficit de 15 puntos para meterse de manera improbable a la final, donde ya esperaban los Oregon Ducks y su flamante ganador del Trofeo Heisman, Marcus Mariota.
Como sucedió con Elliott, Jones también guardó lo mejor para el último. El mariscal de campo de los Buckeyes completó 16 de 23 envíos para 242 yardas con un touchdown, una intercepción y un balón suelto, pero también agregó 38 yardas cruciales y un touchdown terrestre en 21 acarreos, varios de ellos resultando en primeros intentos frente a los Ducks.
Vale la pena resaltar que en los tres partidos que inició Jones, Elliott fue marcando nuevas marcas personales cada vez. El corredor estelar de los Buckeyes acumuló 220 yardas en la blanqueada sobre los Badgers, 230 yardas en la campanada sobre el Tide, y 246 yardas frente a los Ducks, un nuevo récord terrestre para una final colegial. Aquí es donde hay que destacar la gran simbiosis que desarrollaron pasador y corredor. Sin duda, Elliott le facilitó la vida a Jones, cargando con el peso de las jugadas explosivas. Sin embargo, no se puede desestimar la importancia de la potencia en el brazo de Jones y su capacidad para estirar el campo verticalmente como uno de los factores que abrieron avenidas a Elliott por tierra.
Ante Wisconsin, los tres pases de anotación de Jones --que además los tres terminaron en manos de Devin Smith-- fueron para al menos 15 yardas, cifra que jamás alcanzó Barrett en ningún juego previo. Además, Jones completó 4 de 6 pases de 20 yardas o más frente a Oregon, el mayor número de envíos conectados permitidos por los Ducks en un juego este año, según datos de ESPN Stats & Information. Desde el momento en que Jones asumió las riendas como titular de Ohio State, los Buckeyes obtuvieron el 55 por ciento de sus yardas aéreas en pases de 20 yardas o más, comparado a apenas el 25 por ciento de sus yardas aéreas en los primeros 12 encuentros, de acuerdo a ESPN Stats & Information.
No se trata de menospreciar el trabajo del dinámico Barrett, un mariscal de campo con cualidades distintas a las de Jones, que mantuvo a los Buckeyes a la caza de ese boleto al playoff aún después de una decepcionante derrota en casa ante Virginia Tech al principio de la campaña. Simplemente se trata de destacar lo excepcional que es el caso de Jones, el mariscal de campo ganador de una final colegial con menos inicios al frente de su equipo.
¿Cuántos equipos pueden llegar hasta la cima como Ohio State, de la mano de su tercer pasador? Es más, ¿cuántos equipos pueden salir campeones con su primer pasador?
Difícilmente, volveremos a ver un caso como el de Jones y Ohio State, por más que ciertos programas de alcurnia tengan la facilidad de coleccionar talento de primera línea en ciertas posiciones. Oregon estuvo sin Mariota en un par de jugadas cuando salió lesionado del hombro hacia el final del partido, y su reemplazo, Jeff Lockie, ni siquiera pudo completar el único envío que intento. Está claro que Lockie no tuvo la más amplia de las oportunidades, pero es seguro que el segundo pasador de los Ducks no iba a armar una heroica remontada en ese momento.
No hay que ignorar, tampoco, el destacado trabajo de Urban Meyer con la preparación de su equipo. Está claro que Jones posee cualidades naturales que le permiten jugar a un alto nivel, pero un porcentaje de lo que muestra sobre el campo se debe al grado de detalle con que Meyer prepara a sus equipos para jugar, tanto titulares como suplentes. La antítesis de la preparación de Jones y Meyer pueden ser los New York Jets de la NFL, en el 2014. En la Semana 5, Michael Vick fue llamado para reemplazar a un inefectivo Geno Smith al inicio del segundo tiempo. Lejos de probar ser una mejoría, Vick dio ofreció una actuación miserable, y admitió tras el partido no haberse preparado para jugar a lo largo de la semana previa. Lejos de ganarse la ira del entrenador en jefe, Rex Ryan, fue comendado por su franqueza.
Eso nunca va a suceder en un equipo de Meyer, y claramente no sucedió con Jones, quien llegó a Ohio State originalmente como un recluta de tres estrellas.
La campaña del título de Ohio State será recordada por la culminación del gran trabajo de Meyer en Columbus, su tercer título nacional como entrenador en jefe, y su integración al club que ahora es de dos --junto a Nick Saban-- de entrenadores que han conseguido títulos con dos programas diferentes. También será recordada como la campaña de revelación de Elliott, quien empezará la temporada del 2015 como el claro favorito inicial en la carrera por el Heisman.
Sin embargo, quizás sea recordada más por aquel tercer mariscal en el orden que hizo lo que nunca se había hecho antes: salir de la sombra de dos genuinos estelares para conducir a la ofensiva de los Buckeyes para convertirse en el más improbable de los héroes.
Barrett dijo a SI.com al finalizar el partido: "Yo no me voy. No creo que Braxton se vaya. No creo que Cardale se vaya". Si eso es verdad, habrá dos mariscales de campo titulares sentados en la banca de Ohio State, situación que se antoja menos que ideal.
Honestamente, no veo cómo regresen los tres a los Buckeyes para la siguiente campaña. Lo que sí sé es que nunca debemos olvidar el nombre de Cardale Jones, porque tampoco veo cómo se pueda repetir su extraordinaria historia.