MÉXICO -- Hay fechas en el calendario que tienen un significado especial para cada uno de nosotros aunque no estén relacionadas con cumpleaños, compromisos posteriores o un evento que no queramos perdernos.
En particular hay una que año con año me acuerdo de circular con un color diferente cuando me toca cambiar de anuario: 20 de septiembre.
No, no es el cumpleaños de un familiar, la fecha en que comencé a trabajar en ESPN, o algo relacionado con mi vida personal...es simplemente el día que la cara de una franquicia histórica cambió y que tiene repercusión hasta hoy día, a pesar de que fue exactamente en 1992 cuando adquirió un significado especial.
Los Green Bay Packers, el equipo con más títulos en la historia del fútbol americano, navegaban en la mediocridad --un par de visitas a la postemporada desde que obtuvieron el Super Bowl II nos deberían de bastar para entender este punto-- y entonces llegó un súbito momento que llevó a entender el lugar que ocupa la franquicia en la época reciente, aunque fue él mismo, a quién a continuación por fin daré a conocer, el que se puso entre la espada y la pared y probablemente mas de uno ya supo del personaje que estoy escribiendo: Brett Favre.
Exactamente han pasado 2,578 días desde que el 'General' vistió por última vez en el Lambeau Field los colores del equipo que le dio la oportunidad tras lograr un canje con los Atlanta Falcons y el momento en que se dio a conocer que finalmente se le iba a dar el reconocimiento esperado: incluirlo en el Salón de la Fama y retirar su ya histórico N°4.
Sí, es cierto que gran parte del hecho que hayan pasado más de siete años se debió a que mucha gente no olvida la alta 'traición' del oriundo de Mississippi cuando en su afan de seguir en el juego se decantó para continuar con los Minnesota Vikings --después de un año para el olvido con los New York Jets-- y no obstante con ello dio gala de su indiscutible talento al endilgar probablemente una de las derrotas más dolorosas para los aficionados de Green Bay en su regreso al Lambeau Field al vencerlos 38-26 con una actuación de cuatro pases de anotación, que de paso sirvió para obtener el título divisional, relegando a su otrora equipo a la ronda de comodines.
Estoy seguro que el día en que finalmente Brett Favre vuelva a pesar el engramado --tal vez congelado-- del recinto ubicado en el N° 1265 de Lombardi Avenue los malos ratos quedarán en el pasado y la comunión que alguna vez existió entre la ciudad y el futuro miembro del Salón de la Fama en Canton, Ohio reviva y nos haga vibrar como lo hizo en numerosas ocasiones.
La gente recordará aquella noche en que perdió a su padre y en apenas una mitad hizo pedazos a la defensiva de los Raiders que incluía a jugadores como Anthony Dorsett, Charles Woodson, Napoleon Harris (en algún momento su compañero). 399 yardas y cuatro envíos a las diagonales son los fríos números, pero el recuerdo de aquel partido aún habita en la mente de muchos cuando recuerdan a Favre.
O qué tal aquel 30 de septiembre de 2007 en que conectó su pase 421 a la zona prometida de por vida cuando encontró las manos de Greg Jennings contra los Vikings, sí, curiosamente un equipo para el que los dos jugaron, para superar hasta el entonces líder Dan Marino. Y así podemos seguir recordando cada uno de los momentos que lo llevaron a la cumbre y que próximamente los aficionados podrán presumir de tener en el anillo de honor en uno de los estadios más antiguos de la NFL.
Tal vez la relación Favre/afición no termine en el cuento de hadas que muchos quisieran presumir en un futuro, y que más de uno también hablará de su último pase como Packer --una intercepción en el Campeonato de la Conferencia Nacional ante los New York Giants en casa-- pero sería injusto señalarlo por sus 'errores' y dejar en el olvido que aquel 20 de septiembre de 1992 empezó a escribir una historia y un futuro de opulencia para la nación verde con amarillo.
En aquel momento, ya bajo la dirección de Mike Holmgren, el equipo se encontraba con una marca de 0-2 y enfrente tenían hasta a los entonces invictos Cincinnati Bengals de Boomer Esiason. Las cosas no pintaban bien para la franquicia al ver a su mariscal de campo titular Don Majkowski dejar el emparrillado con una fractura de tobillo, pero el destino dictaría otro camino.
Holmgren volteó a la banca y recurrió a Favre, quien ya había probado suerte el partido anterior ante los Tampa Bay Buccaneers y entonces la magia comenzó.
Con el marcador adverso de 23-17, y la moral por los suelos por el balón suelto en el regreso anterior de Terrell Buckley, Favre y compañía iniciaron la eventual serie del triunfo desde su propia yarda 8 con 1:07 por jugar y apenas un tiempo fuera.
Apenas cinco jugadas después, incluyendo un pase de 42 yardas a un lesionado de la costilla Sterling Sharpe, vieron al oriundo de Mississippi empezar a escribir una historia que lo tendrá como algo irrepetible para los Packers y la NFL, al darnos una pequeña probadita de lo que vendría en los años subsecuentes cuando encontró en una trayectoria de 13 yardas a Kittrick Taylor para dar la vuelta al marcador con segundos por jugarse, gracias también al punto extra de Chris Jacke.
Muchas victorias para él y el equipo se presentarían de manera similar, pero pocas como la que se vivió aquel día en Lambeau Field.
Tal vez Brett Favre ostente también el nada presumible récord de más intercepciones en la liga, pero fue gracias a ese estilo aguerrido, de forzar pases y a no darse por vencido lo que le permite ocupar un lugar especial en aquellos que gustan del deporte de las tacleadas.
No me queda la menor duda que cuando llegue el momento en que Bill Jartz, la voz del Lambeau Field, anuncie al legendario 'General' para su ingreso al Salón de la Fama, todos aquellos momentos álgidos se vean superados por los gratos recuerdos que nos entregó y el estruendoso clamor que emane del recinto no sólo cimbrará los edificios aledaños, sino también nuestra memoria.