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Cenizas de Reinoso y del americanismo

LOS ÁNGELES -- La frase estremece. Por genuina. Por auténtica. Por legítima. Por ansiosa. Porque es una forma de vivir después de la vida... y después de la muerte.

"Emilio (Azcárraga Jean, dueño del América) sabe que mis cenizas las esparcirán por el Estadio Azteca", confiesa Carlos Reinoso, el mejor futbolista extranjero en la historia de México y que se enfundó de manera simultánea y eterna, la camiseta del América y la del "antichivismo".

El chileno es un expediente vivo en el América. Excelente cobrador de tiros libres, Reinoso generó campeones de goleo como Enrique Borja y su paisano 'Pata Bendita' (Oswaldo Castro). Y cautivó con goles de rabona, olímpicos y de cualquier tipo de artesanía de los talentosos.

Una vida cargada de controversias, acusaciones, pecados, soberbia, abusos, pero, en la cancha, inobjetable siempre la calidad del esfuerzo y la calidad de su futbol, aunque sin dejar de lado los escándalos de vestidor, los zafarranchos nocturnos, y que abusaba, sin duda, de esa pasarela de féminas que le ofrecía abiertamente Televisa.

A él le agradece incluso, el que le hubiera depurado la técnica, un francotirador como Benjamín Galindo, sin saber entonces, ambos, que el tiempo los pondría después en trincheras distintas, especialmente por la identificación posterior del mexicano con las Chivas.

Hoy, un Reinoso al que descalabros, tragedias, derrotas, sinsabores, lo han ido humanizando, tras vivir deificado en su era de futbolista, el mejor de su época en México, confiesa en charla con Raza Deportiva de ESPNDeportes que su devoción obsesiva contra las Chivas sigue con el mismo frenesí con el que lo invistieron al llegar a México, apóstoles del americanismo como Guillermo Cañedo, Panchito Hernández y José Antonio Roca.

Más allá de las circunstancias coyunturales de visitar a Chivas este domingo en el OmniLife, y darse un regusto extra victimando a uno de sus rivales inmediatos en la lucha por el no descenso, es sobresaliente el fervor que mantiene, ya con un tono menos álgido y belicoso, esa religiosidad por el América, al que le dio un título como técnico y en el que ha tenido pasajes breves, con altas y bajas.

En tiempos en los que el futbolista asume -convencido o resignado-, que es un mercenario con escrúpulos o un proletario enriquecido y sin escrúpulos, según sea el caso, Reinoso reivindica y sensibiliza la pasión entera por un club con el que ha vivido encuentros y desencuentros, pero que lo entiende como una relación disfuncional, como la que se convierte con frecuencia la de un entrenador como un club en el balompié en general.

"Regresaré al América, como directivo, como entrenador, como utilero, como aguador, pero Emilio sabe que volveré, en su momento", comenta Carlos Reinoso en la misma charla.

Hay pocas instituciones que se atreven a ser respetuosas de quienes mantuvieron lealtad. Cruz Azul es una de ellas, y prueba de ello es el matrimonio intocable, por ejemplo, con Nacho Trelles, entre algunos otros. Chivas, con Jorge Vergara se ha acercado al Campeonísimo, y en especial encontró en Chava Reyes el ídolo perfecto para homenajes, más allá de que en su momento el 'Tubo' Gómez lo fue también, y siguen vigentes Guillermo Sepúlveda, 'Jamaicón' Villegas, entre otros.

América no ha sido un ejemplo de ello. O tal vez más que el equipo o el club, la empresa que lo maneja.

Más allá de esa lealtad de Reinoso, no totalmente correspondida, el América le ha negado a Cuauhtémoc Blanco el legítimo partido de despedida, y hasta sacó del retiro honorario y honorífico su camiseta número 10.

O incluso, cómo olvidar uno de los mayores actos de deslealtad y desagradecimiento, perpetrados por Azcárraga Jean. Cuando Guillermo Cañedo fallece, se le impuso su nombre al Estadio Azteca, como un homenaje al hombre más importante del futbol de escritorio, que consiguió la organización de dos mundiales para México, y con poder e injerencia directa en FIFA, además de ser el creador de los cimientos del americanismo.

A los meses de la exaltación de su nombre en el estadio, en un arranque de ira contra los herederos de Cañedo, por motivos personales y de negocios, Azcárraga Jean decidió revocar la decisión, y el estadio bimundialista dejó de ser Guillermo Cañedo para ser de nuevo Azteca.

Sin duda, los hombres no sobreviven por encima de las instituciones, pero sin duda, algunos hombres dan lecciones a los hombres que manejan esas instituciones, como en este caso Reinoso, y en su momento Cuauhtémoc Blanco.

Incluso en el archivo de fotos personales de Azcárraga Junior, aparece al lado de Reinoso, como mascota del equipo, y también en momentos personales con Cuauhtémoc.

Escribió el británico Gilbert Keith Chesterton que "siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcetines con nuestros pies?".

En algunas oficinas del americanismo parecen olvidarse de esos, como Cañedo, Reinoso y Cuauhtémoc, que les dieron pies para sus calcetines de seda.