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Dos Santos aztecas, patronos de Villarreal

LOS ÁNGELES -- En tres minutos, Giovani dos Santos endosa un gol y firma otro. Y Villarreal salta al casillero de Octavos en la Europa League con el Salzburgo como trampolín.

La pizarra empatada 1-1 y Gio roba el balón y arremete. Zancada poderosa. Carrera erguida. Horizonte dominado. Encara al arquero y lo mira de frente, a los ojos. La bestia y la presa. A la izquierda, Luciano Vietto empareja la estampida. Gio cede, suavecito, exacto. Invitación al delito y al deleite. Vietto empuja con codicia el regalo generoso de Gio. 1-2.

Tres minutos después, Vietto ve la oportunidad de compensar y recompensar. Por derecha embiste. Gio se mete entre el dique de cinco defensas. Nobleza obliga. Y el mexicano protege con la carrocería armada en México, pero hecha en Brasil. Biotipo amazónico. Recibe, perfila y asesina en el área. 1-3. Y el nombre de Villarreal queda impreso en una de las pelotitas del sorteo de la Europa League.

Los Dos Santos dejan huella en el juego. El Submarino Amarillo había empatado 1-1 con un torpedo de Jonathan. El proyectil se activó al '33, en ruta al arco, con cabezazo desviador de Vietto.

Lo de Giovanni alerta, pero más que sorprender, confirma. Lo de Jonathan, desatento en el gol de Salzburgo, y de machete fino en media cancha, juega al filo cada jornada. Pero el mensaje que recibe su entrenador, lleva copia certificada para Miguel Herrera y las copas América y Oro.

Gio ya navega en la madurez. El doloroso exilio del Barcelona, por el parentesco parrandero con su padrino Ronaldinho, le llevo a una penosa expiación por Inglaterra y España. El hombre ha satisfecho sus ansiedades de adolescente. Las damas, la noche, el trago, han quedado supeditados a su mayoría de edad como profesional.

Dos mundiales ponderables, Sudáfrica y Brasil, lo anuncian para que Rusia sea, al lado de Carlos Vela, Héctor Moreno, Javier Hernández, Jonathan, Héctor Herrera, Guillermo Ochoa, y el liderazgo agónico de Andrés Guardado, una oportunidad de romper los grilletes que atan al Tri al naufragio en los Octavos de Final en un Mundial.

Gio es un ídolo en proceso entre los mexicanos. Reúne los ingredientes para crear un triunvirato con Chicharito y Vela, como los íconos festivos del aficionado al futbol.

Y además de las eventuales proezas de Dos Santos en los altares de Europa con el Villarreal, queda claro que se ganó un sitio de privilegio durante la Final de la Copa Oro de 2011, muy especialmente por el adversario, por la víctima directa, por el escenario y por el portento de juagada.

La afición mexicana se regodea con la verborrea generosa de su memoria. El relato de ese gol se colgó de homenajes en los medios mexicanos... y estadounidenses. Diarios como el New York Times eran testimonios eternos en tinta de la proeza del mexicano en el Rose Bowl de Pasadena.

Minuto 76. Gio recibe de Torrado, y culmina la faena con Tim Howard a gatas, persiguiendo lo inalcanzable: a Gio y al balón. Al ratón se le escapó el gato. El rostro del arquero de EEUU era un promocional de una película de horror, mientras que su desgarbo corriendo a cuatro patas sobre el césped, eran un promocional de una tira cómica. Y el clímax llega cuando Gio, con perfección de francotirador que traza arco iris en lugar de muerte, la pelota sigue dócil un viaje fantástico, flotante, burlón, desafiante, hacia la red.

Un 4-2, y México, ante 93,420 aficionados, secuestraba el boleto para la Copa Confederaciones, al enderezarse de un 2-0 adverso, y que además, coronaba con un gol espectacular, dechado de habilidad individual, la reacción poderosa del equipo.

La estampa de aquel gol es una proclama de las vertientes de talento de Giovani. Ante Salzburgo, este jueves, sólo ha confirmado la evolución.

Tal vez, y sólo tal vez, alguna vez ocurra lo que dijo Joan Laporta, ex presidente del Barcelona, pero que hoy busca atajos para volver al salón oval de los catalanes: "Sé que algún día Giovani volverá con nosotros, estoy seguro. No debió irse del Barcelona, pero sí sé que debe volver", dijo esa vez Laporta.