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River inició el camino hacia la rehabilitación

BUENOS AIRES -- Parece una postal de otros tiempos, de aquellos que, lógicamente, el hincha de River prefiere no recordar. Esos en los cuales ganar un partido, eso tan nimio, era una odisea. Algo tan pequeño y tan rutinario en la historia del Millo.

Sin ir más lejos, este mismo equipo conducido por Marcelo Gallardo, hace un puñado de meses se sacaba los compromisos con solidez. Pues bien, tanto ha mutado su fútbol y tan frágil se volvió su cabeza, que por estos días la imagen de invencible se transformó abruptamente.

Ganando uno a cero en el Monumental, Godoy Cruz con un hombre menos, así y todo, cuando el árbitro Ceballos lanzó al aire la pitada del final, el respiro de alivio fue general. Porque los mendocinos, sin ser profundos, inquietaban, entonces los fantasmas parecían empezar a cobrar vida nuevamente.

Como ocurrió ante Unión y ante Juan Aurich, que le igualaron siendo inferiores en el trámite general. Este River que está para el diván empezaba a flaquear. Desde su cabeza, su autoestima. Por esto, quizás, una victoria esperable y que no deberían ser más que tras puntos de rigor, termina teniendo una valor doble. El de fortalecer el ánimo y el de convertirse en un punto de partida para volver a llegar a ser lo que fue hace muy poco.

El rostro, entre contracturado y feliz, de Gallardo en la conferencia de prensa, denotaba que había transitado por un partido estresante. Porque él mejor que nadie observa en el día a día cómo están los jugadores y qué necesitan para recuperarse. "Flotaba en el ambiente una mala onda", dijo el DT, y más que eso, era una tensión transformada en temor. La gente sospechaba que podía repetirse lo de Juan Aurich (aunque sin tantas chances de gol).

Con fundamentos, porque en el primer tiempo nuevamente volvieron a dilapidar situaciones de peligro muy claras. Lo cierto es que el triunfo lo festejaron casi como si hubiesen ganado una final. De aquí en más se verá si el objetivo total está cumplido, si además de la cosecha de tres unidades puede decirse que River inició el camino hacia una esperada rehabilitación futbolística.

Pero como le viene ocurriendo en los últimos tiempos, la alegría no puede ser completa. Las lesiones lo están acosando y el domingo no hubo excepción en este rubro. Cuando promediaba el segundo tiempo, el Pity Martínez, después de un pique, se tomó el posterior de la pierna izquierda. La primera evaluación de los médicos es fatiga muscular, esperan confirmar ese diagnóstico...

Así está River, en la búsqueda de su propia identidad. Dio un buen paso desde el resultado, que no es poco, ahora sueña y desea que haya una continuidad en la Copa Libertadores, donde, como se sabe, no tiene más margen de ceder puntos. Para trasladar esto al torneo Sudamericano la recuperación de su autoestima deberá ser más firme. Y por supuesto lo mismo le cabe a su fútbol. Porque ahí está la clave principal. Una cosa arrastra a la otra. Si vuelve a jugar bien, la cabeza se le acomodará sola.