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José Mourinho, irreverentemente triunfador

MADRID -- Pocos entrenadores europeos han cosechado 22 títulos. Cinco, para ser precisos. Un legado para la mayoría de ellos. No para José Mourinho, "The special one" va a la mitad del camino.

El portugués se proclamó campeón de la Premier League al mando del Chelsea por tercera ocasión el pasado 3 de mayo gracias a la victoria de su equipo por 1-0 sobre el Crystal Palace. Ahora, se pone a un trofeo de empatar el palmarés de Giovanni Trapattoni, quien contando la Copa de Naciones que conquistó con Irlanda, su último título, suma 23.

A ese nivel vuela ya el entrenador que si no ha llegado a empatar los 48 títulos de Sir Alex Ferguson es porque apenas tiene 52 años y poco más de una década de carrera.

En el momento que se hizo oficial la conquista del quinto trofeo en la liga inglesa para el cuadro londinense, cuarto de la Premier, comenzó a circular el rumor de que el magnate Román Abramovich, propietario del equipo, ofrecería una renovación hasta 2019 con el objetivo de conquistar el título que tanto lo ha eludido al mando de los Blues: la Champions League.

De lograrlo, de acuerdo con el Daily Star inglés, el técnico se embolsaría una prima de siete millones de euros.

Y para eso se ha dedicado a construir a su equipo desde que volvió a Londres en 2013. A diferencia de su primera etapa con el cuadro inglés, Abramovic le ha dado esta vez campo abierto para confeccionar el equipo a su gusto.

Reclutó, casi minuciosamente, a los jugadores con mayor potencial en Europa (que no a los de mayor jale publicitario). Cesc Fàbregas y Diego Costa, dos españoles que, quien lo diría hace dos años, se han vuelto los socios más letales en la cancha.

Llevó de vuelta a Didier Drogba luego de dos años fuera del club. Reclamó la presencia de Thibaut Courtois, que había pasado tres años haciéndose mayor en el Atlético de Madrid. Fiel a la estampa del técnico, el equipo tardó poco más de un año en convertirse en una máquina de cosechar triunfos.

La amargura de caer eliminados por el PSG en la Champions League -y con la intervención de un jugador desechado por Mourinho, ni más ni menos- casi se compensó con su impresionante racha en la Premier League. Casi, pues no quita el ojo del premio mayor.

Pero la satisfacción de mostrar, de nuevo, que es uno de los entrenadores más exitosos del planeta, provocando irritación en un sector no menos prominente del mundo del futbol, esa no se la quita nadie.

A Mourinho, irreverente a propósito y con propósito, le encanta torear a prensa, rivales y cuanto contrincante dialéctico se le ponga enfrente, sea quien sea. Y rara vez pierde la batalla.

"Arrogante", para algunos; "impresentable", para otros; "enemigo del futbol", según el exárbitro Volker Roth. Un "técnico negativo que solo se preocupa por el resultado", según Johan Cruyff.

Pero para la mayoría de jugadores y entrenadores profesionales, uno de los mejores. Incluido Josep Guardiola, quien llegó a decir que "probablemente sea el mejor técnico del mundo". También el más exitoso, actualmente.

Para muestra dos récords que habrá que esperar décadas para ser igualados: la racha más larga en la historia del futbol ganando como local, 150 partidos entre 2002 y 2011, y la racha más larga de conquista de títulos, nueve años entre 2003 y 2012 proclamándose campeón al menos una vez.

Mourinho prácticamente cuenta un título por temporada, pero su temperamento hace que también cuente con una polémica por campaña. La última, una batalla con Arsene Wegner, técnico del Arsenal, de la que invariablemente salió como campeón.

La rencilla empezó hace ya 10 años, en la primera etapa de Mou en el Chelsea, cuando insultó a Wegner llamándolo "voyerista", en alusión a su "extraña obsesión" con los de Stamford Bridge.

El francés, fuera de sí, amenazó con demandar y el portugués se tuvo que disculpar. Pero la animosidad quedó en el aire y apenas regresó a Londres retomaron la ofensiva. "Perdedor", le dijo Mou en febrero del año pasado. Wegner respondió: "algunos estúpidos nunca aprenden".

En octubre, Chelsea venció al Arsenal por 2-0. Un partido que no habría tenido nada de particular tan temprano en la campaña más allá de un duelo entre férreos rivales de la misma ciudad si no es porque los técnicos estuvieron a punto de llegar a las manos.

Para la segunda vuelta, el Chelsea visitó al Arsenal a cuatro jornadas del final de la Premier y a un paso del título después de mantenerse prácticamente todo el torneo en la cima (sólo en la jornada dos abandonó momentáneamente del primer lugar).

En Inglaterra, sin embargo, le llovían críticas pues la mayoría de sus victorias se contaban con marcadores por 1-0. Y eso que solo perdió dos veces en la campaña (la última, en enero) y no cedió en casa ni una vez. Por cierto, Mou ya va en el partido 45 sin conocer la derrota como local, lo que significa que es la segunda racha con más victorias en casa, la primera también está en sus manos.

El partido en el Emirates acabó con un empate 0-0 mientras la grada cantaba "Boring Chelsea".

Mourinho, como si no pasara nada, solo espetó que "el equipo aburrido es el segundo con más goles marcados de la Premier y el mejor en la diferencia de goles". La diferencia era, entonces, de 39 tantos, con 65 marcados y 26 recibidos. Dicho eso, lanzó un dardo: "Lo aburrido es no ganar una Premier en 10 años". Y tan a gusto se quedó.

Más satisfecho quedó, si se puede, cuando dijo apenas proclamarse campeón: "La Premier es la liga más complicada del mundo y lo sabía cuando decidí regresar a ella. Aquí es imposible ganar por 8-0".

Su declaración fue en alusión al último equipo que había dirigido y donde pasó más pena que gloria, Real Madrid, que recientemente ganó un partido por 9-1.

Y como esas, un costal. Tan creativo es que sus declaraciones muchas veces terminan convirtiéndose en frases hechas.

Mourinho disfruta con su notoriedad, pero más aún, con su autoridad. De hecho, exige que se le respete el poder de decisión dentro del equipo. De ahí que, sorpresivamente, abandonó el Chelsea en septiembre de 2007, cuando el propietario nombró a Avram Grant como Director Deportivo del Club. Dicha decisión impedía que el portugués hiciera lo que mejor le pareciera con su equipo: trabajar a sus anchas, que es lo que le gusta, que le reconozcan los resultados y no le pidan que juegue bonito.

"La gente habla de estilo y elegancia, ¿pero qué es eso? Parece que para algunos es más importante tener el balón que marcar goles. Tal vez cuando mis nietos jueguen al futbol iremos al estadio a disfrutar como los jugadores se pasan el balón", señaló recientemente.

Mourinho es un entrenador de futbol tan carismático y peculiar, que tuvo todo el sentido del mundo que fuera nombrado 'Rockstar del año' por Rolling Stone España en 2011. Especial, pues.

"Uno especial, no el especial", corrigió el técnico portugués a la prensa inglesa, un poco en broma, un poco en serio, recientemente.