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Afición azul sube a la Cruz a Billy y Hurtado

LOS ÁNGELES -- Cruz Azul ha sido crucificado en ese magnífico patíbulo que son las redes sociales. Sin esperanza de resucitar al tercer día.

Creyó hacer algo Bueno, con Sergio, pero a su afición no le parece malo, sino pésimo, la peor de las elecciones, para un equipo con 18 años sin ganar un título de Liga.

En Twitter y Facebook reclaman la cabeza de Billy Álvarez Cuevas y de Carlos Hurtado. Los seguidores celestes ven como un acto de sumisión, de rendición, de resignación y de traición, el depositar la fe marchita de todos ellos, en el aún más marchito récord de Sergio Bueno.

Cierto, este entrenador arma equipos agradables, competitivos, generosos. Pero para la legión celeste han sido 18 años de vigilia. Pero aún, sus contrincantes insidiosos, han hecho de una rapiña cíclica la renovación de sus fracasos. Si América, Chivas y hasta Pumas, fracasan, siempre tendrán el placer perverso de la autosanación con el paria en que se ha convertido Cruz Azul.

La afición, en su aflicción, juraba lealtad, prima hermana de la abnegación y la paciencia. Pero se hartó. Después de ofrecerles dedazos de ilusión, de miel, a esos paladares decadentes de tanta hiel, la decepción es mayor.

En el tendedero morboso de las tentaciones, colgaron a Gustavo Matosas, a Claudio Borghi, y hasta toleraron los cuchicheos de comadres en torno a Tomás Boy y Ricardo La Volpe. Al final, les entregaron a un entrenador que con un plantel competitivo y continuidad en el puesto, no pudo clasificar a Chiapas, en un torneo donde como este Clausura 2015, en el que había que ser muy, pero muy malo para no clasificar. Y de entre los malos. Jaguares y Bueno cotizaron entre los peores.

Y sin olvidar claro, la trampa mediática de Carlos Hurtado, quien ordenó a un mesero que tomara la foto de él con Rubén Omar Romano en una comida de negocios. Romano fue usado por Hurtado, quien montó la escenografía y filtró la foto en las redes, para que de esa manera se viera como inminente la llegada de un técnico que él no quería, pero sí estaba en los planes de Billy. El ungimiento público de Hurtado se tradujo en maldición para Romano.

Los reclamos son válidos. ¿Quién manda en Cruz Azul? ¿Quién decide en Cruz Azul? ¿Quién contrata en Cruz Azul? ¿Con cuántos enemigos duerme Cruz Azul? Hurtado sigue llevando troncos cada año, y Billy Álvarez le entrega las llaves del tesoro que no le pertenece. Un tipo brillante en los negocios, o es cómplice o es torpe para que alguien le estafe año tras año de manera descarada.

Absurdamente, algunos cooperativistas y aficionados levantan la voz pidiendo la salida de Billy sin entender que no hay quién lo eche. Y Billy podrá tolerar que lo roben, o asociarse para el autodesfalco, o inocente y pizpiretamente creer que algún día Hurtado le va a devolverlo que le hurtado y usurpado de su dinero, de su prestigio, de su respeto, de su credibilidad y del respeto juramentado a la memoria de su padre, podrá hasta prohijar todo eso, pero despedirse a sí mismo lo colocaría como el epítome de la tontería.

Los cruzazulinos se adueñan de Twitter. Piden que la afición no acuda al estadio. Piden que se abandone la cuenta oficial. Piden que ni siquiera se vean sus partidos. Piden no comprar camisetas.

Piden los sacrificados celestes guardar un silencio sepulcral. Piden velar en vida a su muerto. Piden enterrar en vida al equipo que más finales ha perdido en el futbol mexicano. Piden llevarle rosas negras a la tumba vacía, para llenarla de desprecio.

Lo terrible es que no hay reacción. Lo terrible es que Billy Álvarez permite que su imagen sea reiterada y desprolijamente lastimada, como marioneta o bufón de un promotor dueño de la cartera más poderosa de entrenadores y jugadores, y por lo visto de directivos en México.

Será un torneo largo para Cruz Azul. Especialmente cuando eligen el divorcio en tiempos de renovar votos matrimoniales. Pero la afición tiene esta vez la razón. 18 años de infidelidad matrimonial no pueden ser tolerados.