MÉXICO -- El Rey de los Deportes es capaz de entregarnos juego con juego postales para el recuerdo con lo vivido dentro y fuera del diamante dada la espectacularidad que se ve en las jugadas a la defensiva y el ambiente familiar que sus recintos emanan.
Hoy, el zócalo capitalino, dejó a un lado el constante bullicio de los manifestantes que usan su plancha para dar a conocer sus demandas, el sonido de los claxons en el desquiciante tráfico del primer cuadro y abrió sus puertas a un evento que ni la mente más aventurera se hubiera imaginado: un derby de cuadrangulares.
Debo reconocer que al principio tenía mis dudas sobre la realización de esta fiesta, pero la gran organización de la Liga Mexicana de Béisbol permitió que todos los asistentes viviéramos un evento que cumplió con todas las expectativas.
Desde alrededor de las 09:30 la Plaza de la Constitución ya contaba con un gran número de aficionados que de forma organizada atendían a todas las indicaciones de los elementos de Protección Civil para disfrutar del evento aunque no dejaban pasar la oportunidad de retratarse ante el marco esplendoroso de la catedral metropolitana que con el repicar de sus campanas le daban un toque aún más nostálgico a una estampa que sólo era capaz de creerse si uno lo veía con sus propios ojos: un campo de béisbol en el centro de la Ciudad de México, uno de los puntos más recurridos de la metrópoli cualquier día del año.
El buen ambiente y el deseo de ver a los toleteros más poderosos del circuito veraniego se palpaba y para saciar el hambre de los aficionados, los organizadores decidieron recurrir a las botargas de las diversas organizaciones para que salieran de su papel habitual de ambientadores y fueran ellos los protagonistas del juego. Meta cumplida. Los asistentes, mismos que coparon las gradas provisionales que se instalaron, reían con la picardía de personajes como Torin, Rocco, Chacho, El Perro Sultán, Pancho Perico, entre otros e inclusive el Hotel de la Ciudad de México se vio empapado de la fiesta beisbolera ya que sus balcones fueron utilizados como palco de lujo para deleitarse con los batazos de largo kilometraje.
El tronar del madero no se hizo esperar.
Contrario a lo ocurrido en el Parque Kukulcán Alamo, desde la primera ronda se dejó en claro el poder que existe entre los peloteros de la parte media del lineup en la liga cuando los ocho participantes se combinaron para un total de 122 cuadrangulares, siendo el representante de los Broncos de Tamaulipas, Frank Díaz, quien lideró este departamento con 31. Los directivos de la liga empezaban a hacer cuentas del número de pelotas que llevaban ya que con ese ritmo iba a ser difícil que aguantaran.
Cualquier lugar era bueno para disfrutar del colosal festejo del 90 aniversario de la Liga Mexicana de Béisbol, inclusive hasta el campanario de la catedral metropolitana, recinto que fue el principal depósito de los batazos que se propinaron desde la esquina de 16 de septiembre con José María Pino Suárez.
El momento cumbre de la tarde llegó cuando el venezolano Frank Díaz se medía a Jorge Cantú en la final y dada la baja cantidad de bolas restantes en la bodega de los organizadores, se decidió que fuera a muerte súbita, atrayendo un poco más de dramatismo.
Fue finalmente 'El Bronco' quien terminó por levantar el trofeo de campeón, pero con certeza, tal y como lo dijeron figuras de la talla de Esteban Loaiza, Fernando 'Toro' Valenzuela, Ismael 'Rocket' Valdez, Roberto Alomar, entre otros, lo importante es demostrar que, como dice uno de los slogan del circuito veraniego, ¡Vive el Rey!