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Y El Piojo se devora a Miguel Herrera

VALPARAÍSO -- Con el tropezón a cuestas en la Copa América, Miguel Herrera se tropieza de nuevo al llegar a México.

Tras el fracaso -él mismo bautizó así su periplo sudamericano- en la Copa, fracasa al confrontar a los medios, al confrontar a reporteros y al confrontar su propio ego sobreexpuesto.

Se equivoca El Piojo. Al hombre se lo devora la mezquindad de su propio personaje.

Se equivoca dos veces. La primera porque siendo ladino, astuto e inteligente, en lugar de controlar el momento, permite que el momento lo controle a él. Los conflictos requieren de dos. Y callar no es huir, sino contender paciente en la sabiduría del silencio.

El segundo desliz es cuando permite que le roben la pelota y la saquen de la cancha. Y sin balón de por medio, él juega de visitante... y solo, a solas, abandonado. Y olvidó hablar de futbol.

Tras la charla para ESPNDeportes, en la que habló en exclusiva 26 minutos, y hubieran podido ser más, habló de Twitter y de esa dependencia de estar cerca del aficionado. De hecho reconoce su adicción a este balcón interactivo. Evidentemente, quiere estar más cerca de quienes lo halagan que de quienes lo vituperan.

Repito la frase implacable de Fernando Vallejo, escritor colombiano: "La fama es una estatua en la que cagan las palomas".

Y la estatua de Miguel Herrera está más sucia que nunca, por el cochambre delictivo de su tuit sobre el Partido Verde, sus promesas incumplidas en la Copa América (Final, Semifinal), y la eliminación misma, más su comportamiento beligerante tras su llegada a México.

Más allá de confrontar las preguntas, los cuestionamientos, encima Herrera manda mensajes con lenguaje prohibido, pero muy de uso mexicano, para además solidarizarse con su hija por las opiniones particulares de un comunicador de TV Azteca.

Tres personajes, dos de ellos con credibilidad y autoridad, el tercero es Jorge Vergara, ponen en relieve la fascinación de Twitter y la personalidad de Miguel Herrera.

Juan Villoro, futbólatra en desahucio necaxista, cita en su columna en Reforma: "Twitter es un maravilloso detector de ideas en bruto, no procesadas, reveladoras: primitivas. En segundos puedes ser Voltaire o un primate". Miguel desperdició una oportunidad magnífica de ser Voltaire y no un primate.

Un amigo, muy cercano a Ricardo La Volpe y Miguel Herrera, un muy amigo personal de ambos, me comenta en uno de estos corredores de la Copa América. "¿Notaste en El Piojo ese síndrome lavolpiano sin autocrítica, pero contraataque con algo que nada tiene que ver sobre la pregunta original?", según él viendo más vestigios de El Bigotón que de El Piojo.

Y Jorge Vergara, salta de los ruinas de su credibilidad y autoridad moral para juzgar: "Ahí está la muestra, está muy dedicado al Twitter, a la política y a promover todo lo que puede, en lugar de dedicarse a entrenar y diseñar un conjunto".

Lamentable es que Miguel Herrera pudiera quedar aprisionado más por sus defectos extra cancha.

Los resultados pueden ser tolerantes. Con Chepo de la Torre lo fueron. Ridículos en Copa Confederaciones y en Copa América, y se le mantuvo hasta que dejó postrado al Tri en estado catatónico.

Sus exabruptos colocan a El Piojo en el otro extremo. El péndulo que oscila entre la fama y la infamia, ya juguetea con él.

Era el Moisés ante Nueva Zelanda, el redentor en el Mundial, y la victoria sobre Holanda en el amistoso por 3-2. Hoy vestirse de verde en plena veda electoral, y sus confrontaciones callejeras, lo colocan en la cúspide de la impopularidad. Especialmente, en la impunidad política que se vive en México, inclinarse sabe a traición.

No tiene opción: debe ganar la Copa Oro. Y sin cicatrices. Está visto que los triunfos higienizan los prestigios más dañados, o los desprestigios más consumados.

Fracasar ahí, insisto, lo dejará sensiblemente dañado. No se trata de su capacidad como entrenador, sino de su incapacidad para ejercer fuera de escena como técnico, de cuya habilidad ha reiterado su calidad.

Y saludable será alejarse de los trinos veleidosos, peligrosos y volubles del Twitter.

Aprenderá El Piojo que no tiene tiempo ni riesgo para vivir ante ese precipicio, porque como dice Villoro, "en segundos puedes ser Voltaire o un primate".