BUENOS AIRES -- Suplentes en el campeonato local o titulares en la Copa Libertadores ya da casi igual, River ha encontrado un funcionamiento colectivo que le otorga algo que es muy complicado de conseguir en el fútbol: confiabilidad. Todo lo que Marcelo Gallardo decide le sale bien, lo que pone funciona y lo que imagina se produce, y esto no es porque se trate de alguien con poderes sobrenaturales, sino que es lo que ocurre cuando la confianza grupal se encuentra en alza y, por supuesto, cuando se cuenta con un plantel dotado.
Es más o menos lo que pasaba en la década del '90 con el equipo de Ramón, que los suplentes peleaban codo a codo con los titulares y aquellos que debían ingresar se ensamblaban a un equipo que estaba configurado para ganar. Regresando a estos tiempos, los números son más que indulgentes con Gallardo.
Un elevado porcentaje de puntos cosechados y haber colocado a River nuevamente en los primeros planos del fútbol internacional (ahora se clasificó al mundial de clubes) hacen que el Muñeco, con un corto recorrido como entrenador, esté consiguiendo un sitio de privilegio entre los entrenadores más emblemáticos de la institución.
Esto independientemente de lo que ocurra en la final que va a disputar con Tigres, porque un resultado no va a modificar un sistema de trabajo. Quizás el mayor mérito esté en lograr los objetivos con un plantel que, por supuesto, tiene cualidades más que destacadas, pero que no posee figuras descollantes. Tal vez el sacrificio y el haberse codeado con el barro en otros tiempos, lo cual lo llevó a saber cómo se viven las malas, sean algunas de las claves para comprender el poder de reinventarse que tienen estos jugadores.
Sobre los méritos de Gallardo hay que agregarle otro que no es menor, el de saber elegir a los refuerzos. El uruguayo Tabaré Viudez era el futbolista que había pedido, con mucha insistencia, en el inicio de la temporada. El frustrado intento de principio de año no fue impedimento para que el técnico continuara con su idea de tenerlo en el plantel. Y en apenas un puñado de minutos en cancha hizo que la gente entendiera el por qué de tanta obstinación. Un pase gol en Paraguay, ante Guaraní, que cerró un partido que se le estaba complicando al Millo, y un gol en el estadio Monumental, frente a Colón, por el certamen doméstico, hicieron que la gente le esté ofreciendo el cariño en los primeros pasos dentro del club.
Ahora se le viene a River la definición de ese objetivo soñado. La Copa Libertadores, ese objetivo/obsesión que se planteó al principio de la temporada está a un solo paso con formalizarse. No será una final sencilla, Tigres ya lo ha complicado en el partido que disputaron en Monterrey y le sacó un empate en Argentina, sin embargo, el alma y las ganas que tiene este plantel de River siempre deja abierta la puerta a cualquier pensamiento. En diez días las cartas ya estarán echadas, por lo pronto, los hinchas no quieres despertarse de este hermoso sueño...