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¿Agradecer? El gato ronronea, Tuca dirige

LOS ÁNGELES -- Tuca Ferretti eligió a sus combatientes para una guerra ante Estados Unidos que ni le interesa ni le pertenece.

Él está al frente de la Selección Mexicana para dar las gracias con "el futbol de un país que me ha dado tanto".

La forma más genuina, inocente, honesta, franca, sincera, y "humana" que existe, de dar las gracias, no es de humanos: el ronroneo de un gato o el menear de la cola de un perro.

Eso es agradecimiento, no la ascensión oportunista al manejo del Tri, sin la devoción que debe representar.

En ese sentido, su mejor amigo, consejero, íntimo y solidario fue muy claro: "Para dirigir a la Selección hay que tener amor y pasión por todo lo que representa para los mexicanos".

La frase es de Miguel Mejía Barón y pertenece al prólogo del Mundial de 1994. Hoy es asesor del que está ahí por agradecimiento. Sólo por agradecimiento. Ronroneos, pues. Colas que se baten, pues.

¿Sorpresas en la lista del Tri? No puede haberlas. Le toca la misma legión con la que fracasó el Chepo de la Torre, y con la que enderezó el rumbo Miguel Herrera, antes de que él lo torciera con sus aviesas reacciones.

Recibe Tuca al grupo convocado en el mejor momento posible, para el compromiso más importante, comercialmente, para el futbol mexicano, porque lo realmente trascendental comienza con El Salvador en el Estadio Azteca y con Honduras en San Pedro Sula, es decir, la eliminatoria mundialista.

Y sí, aquí comparto la inquietud de algunos lectores: ¿no le alcanza, entonces, tanto agradecimiento que tiene Ferretti, como para atreverse, como para osar, como para sacrificarse por México en la eliminatoria mundialista?

No. Los gatos se cansan de ronronear y los perros de mover la cola. El agradecimiento caduca fácilmente.

Hablar de que dispondrá de sus convocados en el mejor escenario posible es establecer que México juega de local, porque en EEUU, excepto en Columbus, la presencia mexicana en las tribunas es superior.

Además, hasta el factor psicológico y esotérico, por aquellos supersticiosos, juega con México: el Rose Bowl de Pasadena fue la sede del poderoso y humillante triunfo de México por 4-2 sobre EEUU en una Final de Copa Oro.

Vaya, ese día hasta a Tim Howard le salió ese Donald Trump que todavía muchos llevan dentro en este país, y criticó agriamente que la ceremonia de premiación fuera en español, a pesar del predominio latino en la tribuna y mexicano en la cancha.

Howard no entendió que la victoria habla sólo un lenguaje, y es el del vencedor, ese domingo, claro, México.

Es decir, con tiempo para entrenar; con sus dos capitanes sanos, como lo son Andrés Guardado y Rafa Márquez; con el aliciente de la Copa Confederaciones, y con el desafío de colapsar, finalmente, el mito Klinsmann, México debe asumir el rol de favorito y protagonista.

Ferretti sin embargo no se atreve, como nunca lo ha hecho en su carrera de entrenador, a apostar por lo inesperado.

Visto en la cancha el concierto y entendimiento que hay entre Elías Hernández y Chapo Montes con los convocados Gullit Peña y Gallito Vázquez, ¿por qué no atreverse a instalar todo ese engranaje ofensivo y elaborar en torno a él?

El León tiene la mejor aplanadora del torneo mexicano y es de los pocos equipos que aún valen la pena el boleto. Ah, pero, primero, el miedo a improvisar, y segundo, recordemos, a Elías Hernández, el Tuca nunca le permitió explotar en Tigres.

¿Y Omar Bravo? Hoy es más veloz táctica y técnicamente, y casi en igualdad física que Oribe Peralta y Javier Hernández, además de su racha con el gol. Nunca lo tomó en cuenta. Jamás.

Y la Concacaf, en su reglamento, tiene una laguna que le hubiera permitido llevar a todos ellos ante Estados Unidos.

Pero, claro, el que sólo está agradecido no arriesga, no apuesta su tranquilidad otoñal por grandes hazañas. Los comprometidos, diría Mejía Barón, por amor y pasión al Tri, no temen a juguetear con los parámetros del Kamikaze.

Hay quienes tienen más miedo a subir al segundo escalón que a bajar del primero. Así son los agradecidos. Ronronear no pone en riesgo a nadie.

Porque, insisto, al final, si Tuca fracasa, volverá a tomar posesión del feudo asustadizo de pies a cabeza que son sus Tigres.

Y gracias, Tuca, por ser tan agradecido de no arriesgarte a algo más que ronronear o menear la colita.

Y si triunfa, hasta puede aspirar a que le entreguen El Águila Azteca, la mayor condecoración que entrega el gobierno mexicano a un extranjero, y que en su momento le fue concedida a Bora Milutinovic por no triunfar en el Mundial México 86.

Aunque, debe quedar claro, el fracaso y el triunfo, como valores absolutos, corresponderán, absolutamente, a los jugadores, porque, seamos también claros, ya están grandecitos, corriditos, fogueaditos, como para poner ese amor y esa pasión de los que habla Mejía Barón, y no culpar al devaluado concepto de agradecimiento de su entrenador.