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El dinero manda y los patrocinadores presionan a Joseph Blatter

En nuestro trabajo anterior mencionamos la posibilidad de una 'revolución' de los patrocinadores como consecuencia del escándalo FIFA. El día de hoy ese pronóstico se hizo realidad por varias razones que vamos a explicar.

En primer lugar, resulta claro que el matrimonio entre patrocinadores y FIFA ha pasado por malos momentos en el pasado. Lo que distingue la situación actual, además de la magnitud nunca vista, es el hecho de que Joseph Blatter se ha consolidado como un hazmerreir a nivel mundial. Blatter es sinónimo de corrupción, ineptitud y manipulación en básicamente cualquier rincón del planeta.

Ante esta realidad, la imagen de los patrocinadores se ve inmensamente afectada, no por su asociación con una FIFA herida sino por el vínculo automático con Blatter. Desde el punto de vista legal, salirse de esos contratos de patrocinio, a pesar de que pudieran existir cláusulas que lo permitan, no conviene ya que los eventos FIFA mantienen su fortaleza a pesar de todo. Ese no es el problema, el problema es Blatter.

Es por ello que hoy de manera planificada y a cuenta gotas Coca Cola, Budweiser, Visa y Mcdonald's aplicaron la última atmosfera de presión que muchos en FIFA temían. Es el mismo tipo de acción que ya sacó del escenario comercial a Lance Armstrong, afectó seriamente los ingresos de Tiger Woods e hizo que Donald Sterling vendiera su franquicia en la NBA por comentarios racistas. Son muy pocos los que pueden superar ese torniquete empresarial.

Otro punto que debe estar claro es que la acción de los patrocinadores es la consecuencia de muchos estudios de mercadeo. Esto dista mucho de ser una decisión improvisada, hay mucho dinero de por medio como para improvisar. Sencillamente todos los resultados indican que Blatter debe irse, no hay otra manera de recuperar esa inversión con su presencia. No debe haber sido fácil ponerle el ejecútese a esta fase del plan, ya que además no hay vuelta atrás. Resulta absolutamente imposible pensar que los patrocinadores dejen esto en una amenaza y acepten que Blatter se mantenga en el cargo.

En fin, no hay manera que FIFA pueda superar esta crisis con Blatter. De hecho, ese ente ha perdido mucho tiempo insistiendo en estrategias internas y respetando procesos que al final ni siquiera pudieron prevenir o resolver los problemas que los llevaron hasta aquí.

Renunciar es un acto loable en muchos casos, sobre todo si realmente se tiene amor por la organización. El problema ahora señor Blatter es que una renuncia forzada es un acto cobarde que solo terminará de consolidar esa estela desagradable del barco que zarpó obligado hace poco nuevamente bajo su mando.