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Gallardo debe ser un piloto en la tormenta que hoy es River

BUENOS AIRES - Cuentan aquellos que fueron testigos presenciales, que en el entrenamiento que River protagonizó el viernes, el cual Marcelo Gallardo cerró imprevistamente después de haber perdido dos días antes contra Defensa y Justicia, el entrenador estaba muy enojado. Es que más allá de saber que no tiene posibilidades en el torneo local, tampoco le gusta que la imagen de un equipo tan prestigioso se esté deshilachando producto de un funcionamiento que no encuentra el rumbo.

Hubo tirón de orejas para todos y ahí el Muñeco tomó una decisión llamativa: poner mayoría de titulares en el choque contra Aldosivi pese a tener que jugar el miércoles el cotejo de ida de los cuartos de final en el marco de la Copa Sudamericana. Es más, muchos de los que habitualmente no tienen posibilidades de acumular minutos y suelen tener chances en este tipo de compromisos, ni siquiera fueron concentrados.

Esa bronca con mezcla de preocupación lo llevó a patear el tablero. Sin embargo, el efecto buscado no fue el deseado por el DT. Porque River no ganó (empató en su propia casa) y ya suma nueve puntos sobre treinta en juego desde que regresó de Japón (esto en el ámbito local). Con el agravante de que no consigue resultados y tampoco despliega un fútbol de alto vuelo.

¿Qué le pasa a este equipo que hasta hace muy poco marcaba una tendencia en el fútbol argentino? Una mezcla de situaciones. Por un lado, el desgaste físico les está pasando factura a los jugadores clave. Además se le han ido hombres importantes que no han podido ser sustituidos ni con los que llegaron ni con los que estaban. Es un equipo sin buen jugo, sin gol y con mucha intensidad y poca claridad.

Gallardo siempre fue un cultor de una idea futbolística que hoy, ni por asomo, se asemeja a la de otros tiempos. Tampoco el cambio de sistema (con enganche y un solo volante central) le hizo un guiño a ese mejoramiento perseguido por el entrenador.

En fin, con la Copa Sudamericana en el horizonte cercano y con el Mundial de Clubes como el gran objetivo, River busca, hasta el momento en forma infructuosa, recuperar el nivel individual y colectivo, algo que, por ahora, queda como una asignatura pendiente para el entrenador y para los jugadores.

Muchas veces los títulos maquillan algunas situaciones. Hace un tiempo que desde esta columna alertamos sobre el transitar errático del Millonario. Dentro de lo preocupante que puede resultar el cuadro, lo positivo es que Gallardo comparte este diagnóstico e intenta revertirlo metiendo mano. Quizás lo está haciendo con una carga temperamental más grande de lo aconsejado. Una prueba interesante para un entrenador joven que hasta ahora se ha codeado siempre con la obtención de títulos y pocas veces tuvo que mostrar sus condiciones para conducir al grupo en la tormenta y para modificar el presente dentro de un marco complejo.

Habrá que ver, entonces, de qué forma resuelve este enigma. Chapecoense, por la Sudamericana, será el termómetro que medirá si la recuperación está o no encaminada.