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Chivas: Copa Consuelo, Copa de Exiliados

LOS ÁNGELES -- Campeón. Cierto, de la medianía, de la mediocridad. Pero el título es una cataplasma a los sinsabores de Chivas en casi una década.

¿Por qué campeón de la mediocridad? Recordemos, la Copa MX es una ronda de consolación para los marginados y marginales de la Concachampions y la Libertadores.

Ganarla tiene un mérito, pero ganarla no tiene todo el mérito. Y encierra, además, un atajo mañoso para ir a la Libertadores, al enfrentar en una repesca a campeones de Copa de la temporada completa.

Pero con Chivas, la Copa, esta Copa MX, tiene destellos distintos. Fundamentalmente porque la consigue un oasis genuino para el futbolista mexicano.

¿Nueve canteranos de inicio? ¿Sangre de su sangre y carne de su carne? ¿Cuántos clubes del futbol mexicano pueden regocijarse de ello?

Nueve canteranos de inicio, cuando la mayoría del resto de los clubes usan a nueve no nacidos en México por partido.

Es, por eso, la victoria glorificada de un oasis, el único tal vez, para el futbolista mexicano. Y eso debe agradecerlo no sólo el futbol mexicano y sus selecciones nacionales, sino, por supuesto, el mismísimo jugador mexicano.

¿Alcanza para Chivas conformarse con una Copa en la que juegan los desamparados, los marginados, los exiliados de la Libertadores y de la Concachampions?

Su prioridad sigue siendo una: escurrir de la emboscada del descenso. Vienen seis meses en los que deberá apuntalar su salvación.

Jorge Vergara, en el paroxismo de este oportunísimo y relajante baño de ruda con pasiflora, en medio de las tormentas legales, laborales, civiles y maritales, llegó de nuevo al desenfreno: "Somos campeones de Copa y vamos por la Liga".

Y mientras su valet de turno, José Luis Higuera, se burlaba en Twitter de los hermanos De la Torre, el cuerpo técnico y los jugadores, le bajaron dos rayitas a la neurosis exitista de su patrón.

Para Matías Almeyda y los jugadores, hay más intenciones que intensiones en su discurso. El horizonte no les permite juramentar garantías, a pesar de que los adversarios son muertos en vida: Atlas, Dorados y Santos.

Pero los que se arriman a la cancha tienen una claridad de ideas: no es imposible conseguir nueve puntos de nueve, o al menos siete de nueve, pero, hasta hace poco, el Guadalajara era parte de esa lista de muertos vivientes.

Porque hoy incluso, en la mezquindad aritmética del torneo, el Atlas tiene un punto menos en la escala de las ilusiones de clasificar respecto a Chivas. Y en su enfrentamiento del 11 de noviembre, uno cavará la fosa del otro.

¿Se siente la mano de Almeyda? Ha sido evidente. Insisto: el atrevimiento lo mantiene siempre, mientras que Chepo de la Torre se asustaba con el marcador a favor, aunque, y eso es valioso, tras el desenfreno ante Pachuca que les llevó del 3-1 al 4-4, ante León reacomodó al equipo para defender la ventaja sin renunciar al ataque.

¿Asterisco en la victoria? La roja para Cota era obligatoria. Sale con los brazos en alto. Si en el área, un defensa comete mano por no tener las manos pegadas al cuerpo se marca penalti. Cota, fuera del área, con los brazos en alto, evita el gol. Se equivocó Jorge Isaac Rojas, pero más aún quien lo asignó.

Pero, en todo es escenario, nadie puede quitarle el derecho a Chivas a celebrar más que la misma Copa, la tranquilidad que deja momentáneamente con las ilusiones respecto a su futuro.

Lo mejor deberá venir el próximo torneo. Aunque claro, siempre hay una amenaza para Chivas. Y se sigue llamando Jorge Vergara.