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Pumas, ni hombres ni hombría para un milagro

LOS ÁNGELES -- Pumas necesita un milagro. Pero no de esos estériles ruegos, de rodillas, con veladoras de llama enhiesta, y ante altares silenciosos, indiferentes y cerámicos.

Pumas necesita un milagro. Pero no de los que se increpan o se suplican o se compran con limosnas.

Los milagros que bajan de los nichos, no existen. Los consuman los hombres, para poder seguir consumiendo dioses y consumando mitos.

¿Qué tipo de hombres? De esos que ya no nacen, crecen, se reproducen y se perpetúan en Pumas. De esos hombres eternos. De esos que en Pumas son del museo, más que de su mancillado vestidor actual.

¿Qué tipo de hombres? De los que alguna vez tuvo Pumas. Hugo Sánchez, García Aspe, Claudio Suárez, Chucho Ramírez, Mejía Barón, Héctor Sanabria, Aarón Padilla, Jorge Campos, Miguel España, Enrique Borja. Hombres masculinamente comprometidos.

Y hasta los adoptados. Hombres que cruzaron fronteras. Hombres de otros idiomas, razas, credos, pero religiosamente adictos a la bandera inadulterable del futbol. Hombres de raigambre espiritual y emocional con Pumas. Cabinho, Muñante, Bora, Ferretti, Leandro.

Hoy ya no hay de esos futbolistas. La cantera es una podrida matriz que espera que Cortés y Cabrera salgan de su ostracismo de ya meritos. El pozo está seco. A todos niveles. Directivos improvisados, técnicos timoratos, jugadores que rayan en la deslealtad de los mercenarios.

Hoy, hasta el líder presunto, Darío Verón, se dedica más a humillarse a sí mismo pretendiendo humillar a otros futbolistas por su raza. No puede ser caudillo un hombre tan podridamente mezquino.

Hoy, en el Tsunami de la crisis del 3-0 ante Tigres, los jugadores voltean a verse entre sí, porque voltean a la banca y ven la imagen recluida, aterrada, acojonada diría Hugo, de su técnico Memo Vázquez.

Los Pumas buscan un paladín y sólo ven en lo más recóndito de su banca a un hombre más confundido que ellos. La derrota enmudece a los cobardes, pero enaltece a los rebeldes. Y en Pumas hay silencio.

Y los jugadores, insisto, se ven a los ojos. Reclamándose entre sí, lo que no encuentran en su director técnico. Son reflejo de su propia abandono y pánico. Espejito, espejito, dime quién tiene más miedito.

¿Qué tipo de hombres necesita Pumas para consumar un milagro? Debería buscar en su pasado, en la médula de sus huesos, en sus propias células madre.

Y para una descripción exacta, cito un extracto de un artículo magnífico escrito sobre Raúl García, del Atlético de Madrid.

El texto pertenece a Bishop & Gittes para SpheraSports, y encaja perfectamente con el prototipo del futbolista capaz de construir arcas, derribar imperios y construir naciones.

"Porque cuando (Raúl García) juega en tu equipo la victoria tiene aroma a barro y sudor, y la derrota se lee en braille en su cuerpo. Porque futbolistas como él precisan tres tarjetas amarillas para sacarles del campo", desmenuza brillantemente Bishop & Gittes.

¿Hay de este tipo de jugadores en Pumas? ¿Que le den al milagro ese "aroma a barro y sudor"? ¿Y que la derrota del jueves se lea en cicatrices, como "braille en su cuerpo"?

¿Los hay así en Pumas? Y claro, que se necesiten "tres tarjetas amarillas para sacarles del juego".

No parece tenerlos la UNAM. Los eslabones del ADN están rotos. Sus cromosomas han sido adulterados, contaminados.