<
>

Pumas despercude la corona de Tigres

LOS ÁNGELES -- La euforia de Tigres es la mayor deshonra de Pumas. El verdugo no ha estado a la altura de la víctima.

El júbilo del campeón Tigres es el mayor ultraje del subcampeón Pumas. El vencedor no ha tenido la dignidad del vencido.

Tigres campeón. Desde el manchón donde la justicia claudica y deja todo en manos del destino.

Un error arbitral aniquila a Pumas cuando tenía acorralado, histérico, aterido a Tigres. El siempre sospechoso silbante Fernando Guerrero bota a Herrera por una falta que no ameritaba tarjeta. Sí, es cierto: el que a hierro mata, a hierro muere.

Pero, mientras que Pumas recuperó la alcurnia, la casta, para enderezarse para empatar el global en 3-3 y en 4-4, obligando al fusilamiento de once pasos, Tigres renunció a la jerarquía de tener al mejor plantel de México.

Un deja vu siniestro serpenteó en el Olímpico Universitario. Porque Tigres y el Tuca revivieron aquellos dramas suicidas cuando el América hace un año en la Final de 2014 les hizo tres, y el River Plate en la Libertadores también les hizo tres para extinguirlos.

A pesar del abrumo en el Juego de Ida, y de las herramientas para consumarlo de nuevo, Ferretti decidió echarse atrás. Defender el 3-0. Se sintió todopoderoso y pronto lo abofetearon para caer en el pánico.

Al 45, acercó Herrera, y en la segunda parte, Britos y Torales consumaron el global de 3-3. Pero Pumas quería más porque podía más. Podía evitar el alargue de 30 minutos.

Pero entonces llega el asalto flagrante. Herrera se barre buscando el cuarto y comete falta, Y con un criterio que debe avergonzar la metáfora de su apellido, Guerrero decide echar al atacante de Pumas.

Con uno más y en tiempos extras, Tigres recupera el control, a pesar de tres cambios dignos de un principiante de ladrón. Porque el técnico metió tres candados (Torres, Briseño y Egidio) y dejó fuera las ganzúas (Damián y Guerrón).

Con Giganc haciendo el 4-3 al 103', se hace expulsar tontamente Hugo Ayala, y halla la forma de empatar Pumas, con un gol de testosterona de Alcoba. A penaltis.

La historia ahí la escriben los que nacen con fe, no los que se sienten con fe. Fidel y Cortés desperdician, el primero volando su disparo y el segundo sin respetar la bestia que hay dentro de Nahuel.

¿Pumas merecía perder la batalla final por el campeonato? Su tumba la cavó en ese juego lastimero de ida en Monterrey.

Su reacción fue vibrante, noble, enaltecedora, dignificante, pero, irónico, un yerro arbitral los condena, y después los cobros del desenlace.

¿Tigres ha merecido ceñirse la corona? Por lo hecho antes, sin duda. Pero, por ese rostro acobardado, mezquino, gatuno, en este Juego de Vuelta, rescata un título que le debe saber amargo.

Por eso, insisto, la coronación de los Tigres la mancharon ellos mismos. La mancilló, la percudió su propio entrenador. Al mejor grupo de jugadores en México, lo acobardó en extremo.

Y por eso insisto, el lustre, la dignificación, la legitimidad de ser campeón se la dio Pumas, porque Tigres hizo poco valiente por ello.

Y reitero: es un premio de consolación para los regiomontanos. Insuficiente, porque la apuesta multimillonaria era por la Copa Libertadores, y ahí fracasó Ferretti, como estuvo a punto de ocurrir este domingo en el Olímpico Universitario.

En una interpretación del Infierno de Dante en La Divina Comedia, se decía que a los cobardes los echaba del averno el mismo Lucifer, porque podían contaminar y hacer más daño que los castigos mismos.

Fernando Guerrero fue el diantre de pacotilla que sacó a los Tigres indignos hasta de su infierno mismo.

Y Decio de María puede decirle a Ferretti, recurriendo a Amado Nervo: "Nada me debes, nada te debo, estamos en paz".