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Una notable temporada para River

BUENOS AIRES -- Con el recuerdo aún fresco de la final del Mundial de Clubes, jugada nada menos que contra el fantástico Barcelona, la memoria emotiva del hincha se queda clavada allí, en Japón, en el sueño que no pudo ser para los protagonistas y para la gente, en los imponentes banderazos, en esos 20 mil fanáticos que juntaron hasta el último peso (y en muchos casos asumieron una deuda de meses para poder viajar) para estar en tierras niponas, pero la realidad es que este 2015 de River fue mucho más que eso.

Fluctuante desde lo futbolístico, pero altamente redituable en lo deportivo, entre otras cosas consiguió alzar la Copa Libertadores, ese anhelo histórico, que tuvo como agregado, al igual que en la Sudamericana 2014, el bonus track de haber eliminado de la competencia a Boca. En una llave que se cerró con matices olvidables, como aquella irracional decisión de un grupo de hinchas xeneizes de arrojarles gas pimienta a los jugadores de River, pero que, sin dudas, de cara al balance del año eso queda como una mancha más en un golpeado fútbol, pero que no opaca en absoluto la conquista. Esa que le permitió abrir la puerta del mencionado Mundial de Clubes.

Pero vayamos por partes. Para ir ordenando las ideas, en un año en el que la conquista de la Libertadores engrosó las vitrinas y el Mundial de Clubes lo puso en los ojos del planeta, lo futbolístico fue, quizás, la mayor deuda que le quedó al equipo de Marcelo Gallardo. Paradójicamente, fue efectivo desde los resultados pero sin codearse con la excelencia. Apenas un puñado de momentos excelsos son los que se pueden destacar. Por supuesto que en el podio figura la eliminación de Boca de la Copa Libertadores, por todo lo que representa para los corazones Millonarios. Que volvió a ser más destacada desde lo temperamental. Al igual que en la Sudamericana del año anterior, el valor agregado del espíritu les permitió terminar la llave con una amplia sonrisa.

Y quizás haya pocas voces disidentes a la hora de encontrar el mejor rendimiento del año. La exhibición brindada en Belo Horizonte, cuando la derrota por 1 a 0 ante Cruzeiro, en el Monumental, parecía ser una sentencia de eliminación, refrendó la imagen de un equipo que se agranda en las difíciles. Con un 3-0 contundente, acompañado de un notable funcionamiento individual y colectivo, cargó los tanques emotivos para superar con éxito los tramos finales.

No hay que olvidarse de los guiños previos que a River el destino le había dado en la fase de grupos. Tigres de Monterrey tuvo en sus manos la continuidad del Millo en dos ocasiones, y en ambas lo perdonó. Conclusión: luego llegaron a la final y festejaron los argentinos. Una de las comentadas posibilidades de dejar en el camino a uno de los favoritos fue en México, cuando ganaba 2-0, se durmió y Mora terminó empatando sobre la hora. La restante, cuando en el último partido de la fase de grupos River necesitaba de un triunfo del conjunto mexicano (ya clasificado) en Perú, y esa victoria llegó. Darle una vida más a los grandes tiene sus riesgos.

El destino quiso que el peor clasificado, River, se enfrentase con el mejor puntaje de todos, Boca. La historia ya es conocida: triunfo de los de Gallardo por 1 a 0 en el Monumental, y el bochornoso final con el gas pimienta a los futbolistas del Millo cuando salían a jugar el segundo tiempo. Más allá de las vicisitudes extradeportivas, el hincha paladeaba, por segunda vez en seis meses, el grato sabor de eliminar en fase directa al rival de toda la vida.

Con la felicidad de los festejos a cuestas, un día después de obtener la Libertadores, River debió viajar a Japón para jugar la Suruga Bank ante el Gamba Osaka. Otra vez privó la garra y levantó la tercera copa del año, pero a partir de esa conquista se acentuó el bajón futbolístico y sobrevino el peor momento de la era Gallardo. Hablamos de tercera copa y sólo mencionamos dos. El primer festejo de River se había producido allá por febrero, cuando en partido de ida y de vuelta (ambos ganados por 1 a 0) se quedó con la Recopa Sudamericana, venciendo a San Lorenzo, en aquel momento campeón vigente de la Libertadores.

Después de un primer semestre muy bueno en lo que a resultados se refiere, y sin tantas luces futbolísticas, las idas de Teo Gutiérrez, de Ariel Rojas, de un Fernando Cavenaghi que jugó poco pero que aportó muchos goles, y de Ramiro Funes Mori, jamás pudieron ser reemplazadas con acierto. Con la excepción de Lucas Alario, las incorporaciones no rindieron, ni por asomo, dentro de lo que se pensaba. Esto, sumado al cansancio de un año con muchos compromisos y viajes, hizo que River no llegara de la mejor forma a la última parte de la temporada.

Así se reflejó en el torneo local, donde casi no peleó por la punta, y en la eliminación de la Copa Sudamericana a manos de quien, hoy, es su sombra negra. Huracán le había privado, en el mes de abril, de elevar la Supercopa Argentina (la disputó gracias al titulo nacional ganado por Ramón Díaz antes de dejar el cargo a mediados de 2014). Y fue el Globo el que volvió a ahogar el grito, esta vez en semifinales de la Sudamericana.

River llegó a fin de año con las energías por debajo de lo aconsejable. Perdiendo más de lo que ganó, algo que no había pasado con Gallardo como técnico. Con esas falencias a cuestas llegó al Mundial de Clubes. Dejó en el camino, con dificultad, el escollo del Sanfrecce Hiroshima, y soñó con una épica victoria ante el Barça hasta que Messi y sus compañeros abortaron, con fútbol, ese deseo.

Pero, por supuesto, con tres copas sobre sus espaldas nada alcanza a opacar lo que fue una notable temporada, principalmente en su primera mitad. Ahora River y Gallardo se encuentran ante un gran desafío: rearmar un equipo que parece haber dado todo y que necesita de aires renovadores. El entrenador anunció que se vendrá un cambio de sistema, justamente para amoldarse a lo que tiene y no tanto a sus ideas. Para superarse tendrá que remotivar a los que se quedan y acertar con las compras (la deuda del DT).

De todas formas, nadie le quitará a este River el haber sido protagonista de un año que quedará en la historia del club como uno de los que más alegrías le brindó a su gente.