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River se expone demasiado y necesita cambiar

BUENOS AIRES -- Ya veníamos alertando desde este mismo espacio acerca de la descompensación manifiesta que se observaba en el nuevo sistema táctico del River versión 2016.

Aún en la victoria, el rival podía vulnerar con relativa facilidad la línea de volantes y llegar con pelota dominada y con mucha gente hasta el área de un Marcelo Barovero que hacía lo que podía para tapar cada uno de los mano a mano. Un contexto no muy favorable para cualquier equipo.

No es lo conveniente realizar una propuesta de ataque que demande, para instrumentarla, cambiar golpe por golpe. Entre otras cosas, porque, inexorablemente, muchas veces será el oponente quien golpee más. Y no sólo eso, a River le viene sucediendo que además lo golpean primero, con lo cual ir a remontar un resultados adverso siempre demanda de otra energía, de otra carga emotiva, se suelen dejar más espacios (aún) en defensa y se juega con una mayor presión.

Acá no hay demasiadas dudas en el diagnóstico, lo que se expresó en el comienzo se observa como el inconveniente central. River está descompensado. Los tres volantes con buen pie que se paran por delante de Nicolás Domingo no tienen la aptitud para recuperar, por eso les ganan las espaldas y los rivales llegan al área contraria con pelota dominada y con espacios hasta las propias narices de Domingo y de toda la defensa. Ese panorama culmina con un mano a mano que puede ser gol o no, pero que en todo momento desnuda errores estructurales que no ha podido solucionar en los tres partidos que van del campeonato.

En las dos derrotas consecutivas que le propinaron Belgrano y Godoy Cruz, dos equipos que no son de los más encumbrados del torneo, siempre los mano a mano que padecieron los de Gallardo fueron numerosos. En Córdoba hubo un piso de cinco y en el Monumental no menos de siete u ocho. En ambos casos, muchísimo para un equipo que pretende pelear por el título.

Dentro de este panorama poco alentador, el jueves escuchamos una declaración del entrenador que denota una autocrítica que podría inducir a un cambio positivo. Tras la derrota con Godoy Cruz dijo, palabras más palabras menos, “conmigo nada es de definitivo”, dando a entender, y con razón, que cuando algo no funciona es proclive a modificarlo. Y los antecedentes lo avalan en este sentido.

Recordemos las mutaciones que fue sufriendo el River multicampeón, que empezó jugando muy buen fútbol, con un solo cinco y enganche, y que terminó con un 4-4-2 utilizando una doble contención (Ponzio y Kranevitter) porque le daba muy buenos resultados. El domingo se deberá enfrentar a uno de los mejores equipos del campeonato, un Rosario Central que tiene voracidad ofensiva y contundencia, con tanta debilidad defensiva el augurio no es el mejor. Quizás por eso las palabras de Gallardo, tal vez estén anticipando una volantazo necesario. Sería inteligente efectuarlo al menos en ese partido.

No todos los oponentes tienen las mismas características y, por ende, los sistemas tácticos a utilizar ante cada rival tendrían que ser flexibles. Eso no redunda en convertirse en un equipo defensivo, al contrario, sería saber dosificar los ataque y ser equilibrados. Todo parece indicar que se viene un cambio de sistema. Por lo que se viene observando, se impone que eso ocurra.

River sabe que, así como juega hoy, le será muy complejo pelear con posibilidades en los dos frentes. Más aún en la Copa Libertadores, donde cada excursión al exterior ofrece sorpresas.