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La Volpe, víctima de sus fetichismos

LOS ÁNGELES -- Ricardo La Volpe es más sensible a los efectos de sus supersticiones que a sus afectos y sentimientos.

Esclavizado por su repertorio de cábalas, que alcanzó su clímax cuando dirigió a la selección mexicana, tuvo un nuevo exabrupto el fin de semana. Sintió que su ex apóstol Miguel Herrera le había hecho mal de ojo. Y se lo reclamó sin tocar madera.

Ya Xolos se había impuesto 2-1 a Chiapas. Nada que apelar por parte de Jaguares. Nada irregular, Ni 'El Piojo' había arrojado sal sobre la cancha, ni enterrado un gato negro, ni lanzado oraciones del Libro de Magia Negra. Nada. Futbolísticamente, fue superior.

Y Herrera se dirigió hacia La Volpe para despedirse de él. El típico acercamiento de conmiseración y respeto del vencedor al vencido. Incluso una sonrisa en tono de disculpa.

Pero La Volpe no quería ni compasión, ni consuelo, ni manifestaciones cariñosas. Fuera de sí, increpó a Herrera, con el índice derecho agitándolo y reclamándole que hubiera invocado a los espíritus chocarreros para atraer los maleficios.

Iracundo, enardecido, fuera de sí, el argentino le reclamaba "¿por qué me saludaste?", evocando el saludo lógico, respetuoso previo al juego, del entrenador visitante al local.

"¿Por qué lo hiciste?", reclamaba La Volpe. Y Miguel Herrera le reiteró que "te saludo donde sea y cuando se me dé la gana", mientras ya varios miembros de los cuerpos técnicos los apartaban.

Al final, indignado, enojado también, El Piojo le espeta: "No te vuelvo a saludar nunca", y cada entrenador es prácticamente escoltado a su vestidor.

Con 33 años dirigiendo en México, y sólo un título, con el Atlante, además de una larga estela de fracasos en nueve clubes, tras un papel intrascendente en el Mundial de Alemania, La Volpe no logra despojarse del tabú de sus propios tabúes. Parecería que habría roto no uno sino dos espejos, por sus 14 años de mala suerte en proceso.

Corbatas de colores, rituales esotéricos, visitas a las pirámides mexicas, ceremoniales de Feng Shui, culto a lo sobrenatural y otras hierbas, y sin aclarar aún, por supuesto, si la virginal toalla en el Departamento de Podología de Chivas, era otro acto chamanesco, con todo eso a cuestas, La Volpe deteriora su principal tesoro: la enorme capacidad como estratega que tiene.

Ahora, al confrontar de manera álgida a su discípulo más aventajado, por el hecho de no respetar uno de sus fetichismos, como es no saludarse con el técnico rival antes del juego, expone que La Volpe es víctima de sus propios tabúes.

Sin duda, el argentino le teme más a sus fantasmas y paganismos que la confianza que le debe despertar una forma de jugar que encontró su punto culminante con Atlante, Atlas, Toluca y por momentos con el Tri, aunque sólo presuma un título. Nadie le echó la sal en un martes 13.

Atlantista por defecto y resignación, recuerdo magníficamente aquel Atlante de La Volpe, el del torneo previo al que terminó campeón. Debe ser el equipo más espectacular que ha habido en el futbol de México, más incluso que el América de Leo Beenhakker.

Platicando de ello con Guillermo Cantú, él explicaba que era tanto el frenesí por divertirse, que llegaba el momento en que La Volpe los confrontaba. No sólo había que regocijarse jugando, sino también ganando. Al año siguiente, sin ese embeleso, pero jugando bien, Atlante se corona campeón en Monterrey.

¿Y cuántos rojinegros no extrañan al mejor Atlas de los últimos años? ¿Y la reconversión genial que hizo con Toluca, todo en una ecuación fascinante en beneficio de Cardozo?

¿En las semifinales de la Copa Confederaciones 2005? La Volpe tiene razón. Un arbitraje correcto habría dejado a Argentina con nueve hombres en el primer tiempo. Pero, ya se sabe, el hubiera es el pantano donde los ociosos e ilusos quieren crear jardines de imposibles.

¿Cuánto afecta la credibilidad del técnico en el vestuario de Chiapas cuando súbitamente resulta que su entrenador tiene más fe, o una fe ciega, en sus ocultismos y supercherías antes que en la calidad y disciplina de sus jugadores?

Es tiempo de que La Volpe deje de abrir paraguas en cuartos cerrados y que de je de andar cargando patas de conejo en los retrovisores de sus autos. Bien lo dijo Miguel Herrera este lunes en Raza Deportiva: "La única cábala en el futbol es el trabajo".

Y de eso La Volpe sabe todo. Y si no que lo recuerden sus jugadores en esas sesiones a pleno sol de tres y cuatro horas de entrenamiento.

Y si no, hay algunos brujos con ofertas especiales en Catemaco.