<
>

Gallardo debe barajar y dar de nuevo

SAN PABLO (Enviado especial de ESPN) -- La cíclica historia de River continúa escribiendo capítulos que apuntalan conceptos que venimos volcando en esta columna en forma casi recurrente y tediosa.

No vamos a caer en la reiteración del concepto "bipolar", pero sólo porque sería redundar en un diagnóstico que ya está plenamente confirmado. Además, el fluctuante rendimiento de River no depende únicamente de un funcionamiento plagado de altibajos, existen cuestiones algo más profundas y que le quitan el sueño al cuerpo técnico.

Por ejemplo, en cada presentación se está tomando la pésima costumbre de regalar un tiempo. Luego, durante el descanso, se viene el tirón de orejas de Marcelo Gallardo y la posterior reacción del equipo. La cual muchas veces no alcanza para torcer el resultado. Tal cual sucedió en San Pablo. Pero además observan otras cosas que potencian esa preocupación.

Ya hemos señalado en ocasiones pasadas que para el director técnico su equipo tiene una severa falencia de relevos. Son pocos los futbolistas que salen desde el banco de suplentes y que muestran una confiabilidad que les posibilite ser una solución. En este concepto podemos incorporar al choque copero del miércoles y ahora la incertidumbre se traslada a algunos integrantes del equipo titular. Ese once que parecía ser inamovible y que garantizaba, al menos, concentración y entrega, hoy ya ha comenzado a perder terreno en las preferencias de Gallardo. Para decirlo claramente, el conjunto ideal ya no es intocable.

Antes los cambios los efectuaba cada vez que se producía una lesión o una sanción, pero se avisoran tiempos diferentes. Quizás estemos ante una alternativa distinta, en la cual el Muñeco meta mano por observar rendimientos que no colman sus expectativas. Y en esta idea podrían a caer jugadores de todas las jerarquías, hasta los que parecerían ser inamovibles.

Es cierto que no tiene demasiadas opciones para efectuar variantes, sin embargo, ante la evidencia de determinadas conductas, un sacudón correctivo estaría dentro de los planes terapéuticos de Gallardo.

La próxima fase de la Copa Libertadores no deja resquicios para las distracciones. Partido de ida y de vuelta por eliminación. Un equipo que ingresa desconcentrado o que se toma cuarenta y cinco mninutos para acomodarse, podría terminar pagando esa falencia qudando afuera de la competición. Esto lo sabe todo el cuerpo técnico, de ahí la incertidumbre y que en la agenda figuren, subrayado con rojo, las modificaciones.

Intentar que la sucesión de flojas actuaciones encuentre un final representa un desafío para Gallardo. No se vislumbra como una tarea sencilla, por el contrario, a priori se observa como algo impracticable en el corto plazo.

Quizás pueda parecer que se trata de un panorama apocalíptico, pero no es así. Este diagnóstico toma como parámetro el ideal que representó la copa pasada, con una formación tal vez no tan vistosa pero sí sólida. Barajar y dar de nuevo, ese es el concepto para la próxima fase.