Mi primera conversación con Dee Gordon, hace algunos años, fue sobre su pelea perpetua de mantener su peso y fuerza durante el maratón que es la temporada de béisbol. En casi todos los entrenamientos primaverales que le siguieron, yo le pedía una actualización de ese esfuerzo, para ver cómo había progresado. Era como monitorear el crecimiento del hijo de un amigo a través de sus tarjetas anuales de Navidad.
Como siempre, Gordon respondía de forma alegre, puntualizando de forma habitual sus frases con un "señor", a modo de respeto. Ningún jugador en el béisbol es más sociable que Dee Gordon. Ningún jugador es más educado. Sus padres le enseñaron bien.
La suspensión de Gordon por 80 juegos por dar positivo a testosterona y clostebol, anunciada en la madrugada del viernes luego de haber ayudado a los Marlins a barrer a los Dodgers, debería (pero probablemente no va a ser así) a disipar un par de estereotipos sobre el uso de drogas para mejorar el rendimiento. Ahora ya deberíamos saber que los usuarios de sustancias vienen en todas formas y tamaños, desde los que tienen montañas de músculos como Jose Canseco hasta jugadores esbeltos que tienen problemas hasta para entallar su uniforme, como Gordon. Y los usuarios de PED no son todos aquellos que se esconden en las esquinas de los camerinos: Si yo hiciera un ranking de jugadores por simpatía, Gordon estaría entre mis 10 mejores de todos los tiempos.
Pero ser un modelo de comportamiento no exime a Gordon de ser ambicioso, o codicioso. Hasta que Gordon no dé una explicación completa de cuándo, cómo y por qué hizo trampa, nunca sabremos todos los detalles de su uso (e incluso si ofreciera una descripción, milígramo por milígramo o aguja por aguja, nunca sabríamos de seguro si nos está diciendo la verdad). Gordon publicó unas declaraciones escritas el viernes en las que indica que no sabe cómo llegaron esas sustancias a su organismo, pero que no piensa apelar la suspensión.
Es posible que las haya estado utilizando durante toda su carrera profesional, y que haya aprendido a manejar su uso para no ser detectado en las pruebas. O quizás solo las utilizó en esta primavera.
Quizás Gordon cruzó la línea como respuesta al problema de mantener su peso y fuerza. Cuando Gordon estaba a punto de llegar a Grandes Ligas, luego de la temporada 2010, él explicó como se había disciplinado a sí mismo para comer más y más, pero que había sido bendecido (o maldecido, dependiendo de la perspectiva) con un metabolismo que parecía tragarse cualquier cantidad de calorías ingeridas.
Gordon tuvo su primera oportunidad de ser torpedero de los Dodgers en el 2011, pero fue tan errático, tanto en su defensiva como en su ofensiva, que luego de un par de años había sido relegado a ser jugador a tiempo parcial. Los Dodgers decidieron utilizar su increíble velocidad saliendo de la banca.
Hace un par de primaveras, Gordon explicó que había decidido que su método favorito de entrenamiento en la temporada baja - horas y horas de jugar al baloncesto - era tan contraproducente que iba a recortar su tiempo de juego. Al entrar a la temporada 2014, él recibió la oportunidad de ser el intermedista titular de los Dodgers, y aunque la transición en la defensa fue difícil para él, inicialmente Gordon tuvo éxito, al lograr porcentaje de embasamiento de .344 en la primera mitad.
Sin embargo, en la segunda mitad se desvaneció, y esa es la razón por la que los Dodgers no titubearon en cambiarlo a Miami - vendiendo rápidamente un activo emergente.
En la primavera del 2015, Gordon habló felizmente sobre su llegada a los Marlins, sobre su nueva oportunidad. Lucía más viejo. Lucía más fuerte. Dijo que había alterado su dieta para incluir pollo y arroz. Grandes cantidades de pollo y arroz. Y Gordon tuvo el mejor año de su carrera, con promedio de .333, lo suficientemente bueno como para ganar el cetro de bateo de la Liga Nacional. Los Dodgers fueron criticados durante todo el verano por haber cambiado a Gordon a Miami, por no darle valor a lo que él pudo haber sido para ellos como jugador.
Cuando yo vi por primera vez a Gordon en los entrenamientos primaverales de este año, a finales de febrero, no le mencioné su pelea por las libras. Él estaba jugando cartas con un compañero en una tabla en el medio del camerino de los Marlins, lanzando con fuerza cada mano que no era de su agrado. Nunca pude entender el juego que estaba jugando, y no quise interrumpirlo, mientras esperaba por una oportunidad de hablarle de su nuevo contrato.
Cincuenta millones de dólares por cinco años, un acuerdo que le cambió la vida a alguien que parecía a punto de perder su oportunidad de llegar a Grandes Ligas hace algunos años. Se había esforzado por encontrar su lugar en las mayores, al desarrollar la fuerza para hace swing, para batear, para quedarse.
Gordon no estará con los Marlins por los próximos tres meses, mientras cumple su suspensión, sin paga. Pero cuando Gordon vuelva, su nuevo contrato seguirá en pie. Se va a perder cerca de la mitad de su salario para esta temporada, o cerca de $1.65 millones, y entonces los Marlins le pagarán $7.8 millones en el 2017, $10.8 millones en el 2018, $13.3 millones en el 2019, $13.8 millones en el 2020. Además de una cláusula de salida para el 2021 por $1 millón. Todo garantizado.
Los Marlins no tienen idea de si el uso de sustancias por parte de Gordon le ayudó a su éxito en el 2014, antes de que ellos cambiaran a su mejor lanzador prospecto, Andrew Heaney, para conseguirlo. Ellos no tienen idea si las sustancias fueron la piedra angular de su cetro de bateo el año pasado. Ellos no tienen idea del tipo de jugador que él va a ser en el resto de su contrato.
Ello solo saben que ellos tienen que seguirle pagando, bajo los términos del convenio laboral y el Acuerdo Conjunto Antidopaje entre las Grandes Ligas y la Asociación de Jugadores.
La unión acogió las pruebas de drogas y las ha llevado más lejos que en cualquier otra liga profesional. Pero por razones filosóficas, todavía no han considerado seriamente la idea - hasta ahora - de permitir que se puedan cancelar contratos multianuales, como el de Gordon, luego de un positivo por dopaje.
La realidad práctica es que hasta que la asociación de jugadores permita esto, el incentivo por hacer trampas va a seguir siendo superior a los riesgos que involucra el ser atrapado en la trampa. Sea cual sea la intención, sea cual sea la justificación, el crimen por uso de sustancias en el béisbol paga bien.
Para Manny Ramírez. Para Ryan Braun. Para Melky Cabrera. Para Dee Gordon.
Finalmente, en el medio del juego de cartas de Gordon en el entrenamiento de los Marlins, hubo una pausa natural, y yo lo felicité por su contrato.
"Gracias, señor", dijo alegremente, recogiendo sus cartas.
Gordon logró un gran hit el jueves, mientras los Marlins completaban la barrida de los Dodgers. Los Marlins reaccionaron a la noticia de la suspensión.
Los Marlins aman y apoyan a Gordon, dijo David Samson.
Gordon bateaba .266 luego de aparentemente dar positivo en semanas recientes.
Yo escribí aquí el otro día, luego de la suspensión de Chris Colabello, que la unión ha retenido el uso de dos armas poderosas en su lucha contra los esteroides:
1. Darle a los equipos la opción de cancelar contratos multianuales luego de que un jugador de positive a esteroides.
2. Presión de sus pares. Hay algo increíble y contrario a la intuición sobre como los usuarios de sustancias traicionan a sus hermanos de juego en las Grandes Ligas por dinero y luego son tratados a gusto en los camerinos. Miren, la bóveda de dinero disponible a los jugadores está definida, y cuando los jugadores toman la decisión de utilizar sustancias para ganar ventaja competitiva sobre otros jugadores - hacer trampa en un sistema preparado por la unión - el impacto práctico es el mismo que si ellos fuesen a los casilleros de sus compañeros a robarles dinero.