BUENOS AIRES -- La historia de los equipos está llena de ciclos. Curvas ascendentes y descendentes que van marcando el sinuoso recorrido que inexorablemente tiene que transitar un proceso futbolístico.
La era Gallardo, desde hace unos meses, ha llegado al final una épica porción de su camino, en el cual las sonrisas le han ganado por goleada a las desdichas, pero ahora atraviesa el momento de dar vuelta una página y de abrir otra con diferentes rostros de los protagonistas.
En la primera parte de ese recambio las cosas no le han ido bien a River. Con una base bien mechada, en la cual todavía quedaban bastantes jugadores de la época dorada, la idea del entrenador no funcionó. Decisiones equivocadas e intérpretes que no estuvieron a la altura de las exigencias marcaron una mixtura poco eficaz. Ahora, con el fin de esta temporada, se percibe que el nuevo equipo en ciernes será, sí, totalmente distinto.
Como fue señalado, en el último año, desde la conquista de la Copa Libertadores a esta parte, la errática campaña no encontró en los refuerzos a los sucesores que pudieran repetir el funcionamiento que llevó al Millo a paladear jornadas de gloria. Por el contrario, la añoranza se apoderó de la escena ante las sucesivas frustraciones.
Pero claro, la panza llena de felicidad después de tantas copas amortiguó el impacto negativo. Y suena lógico que haya sido así. De aquí en adelante, Gallardo y el plantel tendrán ante sí el complejo desafío de reinventarse.
Marcelo Barovero y Leonel Vangioni son dos de los futbolistas más emblemáticos de la era que está culminando. Ambos dejan el club y abren un enigma que se develará con el tiempo: ¿cómo hará River para sustituir a dos hombres tan importantes? No le resultará sencillo al entrenador encontrar una respuesta.
Por lo pronto, y antes de que el vértigo del libro de pases se apodere de la escena, Gallardo ya fijó posición. Casi como una estrategia motivacional, decidió decir en público que los reemplazantes están en el club, porque Augusto Batalla y Milton Casco serán los que arrancarán con la titularidad (nadie tiene el puesto comprado, obvio, pero ellos serán los que estarán entre los once en el inicio de la temporada venidera).
En esto de cerrar un ciclo, son muy pocos los que van quedando del River multicampeón. Mercado, Maidana, Ponzio, Mora son los sobrevivientes de aquellos tiempos. Los que tuvieron participación activa. Y a lo largo del mercado de pases alguno podrá emigrar si llegan ofertas.
Pero independientemente de que River reciba propuestas o no, está claro que el ciclo se cerró. Como pasa siempre, el tiempo le puso fin a una historia. Gallardo sabe que será muy difícil de superarla. Pero decidió quedarse para encarar un desafío en el cual tiene más para perder que para ganar.
Barajar y dar de nuevo. Armar un equipo desde cero que siempre cargará con el complejo estigma de la comparación. Las reglas de un fútbol que exige permanentemente. Que da mucho, pero que también coloca a los protagonistas en una perpetua mesa de examen. River deberá rendir esa prueba sabiendo que sus calificaciones pasadas son casi imposibles de superar.