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Hay que aligerar el paso de los partidos, pero de la forma correcta

El comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, está preocupado y con razón.

Los juegos de pelota están demorándose demasiado y han perdido el paso que lograron en el 2015, cuando el promedio de duración estuvo alrededor de las dos horas y 53 minutos.

Eso significó una baja de ocho minutos y medio en comparación con el 2014, pero este año nuevamente andamos sobre las tres horas y Manfred quiere buscar la manera de agilizar los partidos nuevamente.

El problema es que la solución que propone el comisionado puede terminar por convertir los encuentros en algo interminable.

Dice el comisionado que para el 2017 se estudiará, entre otras cosas, eliminar la obligatoriedad de hacer cuatro lanzamientos para concederle la base por bolas intencional a un bateador.

Bastará con una seña para enviar a la primera base al hombre en turno, como se hace en softbol amateur, con lo que posiblemente, el trámite del pasaporte de libre tránsito tomaría si acaso medio minuto para completarse.

No está mal la propuesta, aunque el ahorro en tiempo no sería significativo. ¿Por qué? Porque en la mayoría de los juegos nunca vemos un boleto intencional.

Hasta los juegos del miércoles 25 de mayo, se habían otorgado 4,689 bases por bolas y sólo 256 habían sido de carácter intencional.

Pero vale el esfuerzo por ahorrar tiempo donde quiera que se pueda.

El problema es que Manfred también estudia reducir la zona de strikes y ahí es cuando los juegos se harán interminables.

El primer lugar, porque crecerá el número de boletos no intencionales, que son los que en realizar demoran la acción.

Y en segundo lugar, porque al achicar la zona de strikes, los pitchers se verán obligados a lanzar más al medio, donde serán aprovechados por los bateadores y los encuentros se volverán mucho más ofensivos, con mayor cantidad de carreras y por consiguiente, más largos aún.

Ahí el que se ponchó fue el comisionado, quien debería buscar otras formas de recortar tiempo.

Algo que está demorando en exceso los partidos es todo el proceso alrededor de la apelación de jugadas en video.

Los managers que quieran reclamar cierta acción deberían decidirlo en el acto y no como ocurre ahora, que primero pasa por un funcionario del equipo encargado de revisar el video y decidir si se apela o no la jugada.

Y una vez que deciden hacerlo, el panel de jueces que analiza los diferentes ángulos de la jugada tendría que tener un tiempo límite para emitir un veredicto.

Ahora mismo, en ocasiones la demora es de hasta cinco minutos en jugadas que no hace falta mirar con lupa para ratificar o rechazar la decisión inicial de los umpires en el terreno.

Hay que obligar a los serpentineros a tomar menos tiempo entre envío y envío o limitar las conferencias entre pitcher y cátcher, innecesarias muchas veces, sobre todo en aquellos equipos donde las órdenes sobre qué lanzamiento hacer se dan desde el banco y no es el receptor quien tiene la autoridad para pedir tal o más cual pitcheo.

También podría reducirse el tiempo entre innings, pero eso no lo van a hacer, porque serían menos comerciales que pasarían por televisión, con la consiguiente pérdida de dinero.

De que hay que aligerar el paso, sin dudas hay que hacerlo, pero de la forma correcta, no vaya a resultar el remedio peor que la enfermedad.