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Colombia deja a EE.UU. tras
 las barras y viendo estrellas

Mexsport

ATLANTA, Georgia -- A ritmo de Merecumbé, Colombia ganó. Sin gustar y sin golear, aunque tuvo oportunidad de armar en Santa Clara, un fastuoso y futbolero Carnaval de Barranquilla.

Queda exhibido de nuevo Estados Unidos y la eficiente labor de Juergen Klinsmann para hundir en la mediocridad a su selección. Y claro, sabe dulzón el decir que aquí, se les advirtió de ello. El equipo de las barras y las estrellas ha perdido identidad.

Cómodo, relajado, con los goles de Zapata y James, Colombia administró su esfuerzo. Incluso pecó de petulancia, por eso sufrió sustos a partir del minuto 55. La negligencia se paga con soponcios.

Aún con la victoria holgada, y sin despeinarse en realidad, los cafeteros quedan en deuda, emplazados a mejorar en el torneo. James sigue intermitente, mientras que con la ventaja, Cardona intentaba desde su metro cuadrado de actividad, generar oportunidades de gol. Pero, ambos, con números rojos.

El misterio se incuba en el seno de los colombianos. ¿Los replegó Pekerman? ¿Los replegó el aburguesamiento del 2-0? ¿Los replegó la desesperación de Estados Unidos?

Cualquiera que sea la explicación, la responsabilidad pasa por el cuerpo técnico. Colombia llegó a circular la pelota con 35 toques entre sus pies, con sólo una interrupción en ese ciclo por parte de Estados Unidos.

Era evidente que el dominio colombiano podía haber escrito una goleada histórica a EEUU, pero por algún motivo, los sudamericanos se dedicaron a cuidar piernas y pulmones. La desesperación era del anfitrión, que sufrió el despojo en su casa.

¿Estados Unidos? Sin liderazgo dentro y fuera de la cancha. Extraviado, impreciso, acéfalo, sin ideas, y hasta puede citarse una tibieza inusual, en un equipo atemorizante por su carácter y temperamento. Estados Unidos traicionó la genuinidad de su historia.

Bradley está muy lejos de Donovan, y Dempsey tuvo dos posibilidades entre el sopor colombiano, casi ausente, aburrido incluso de la pobreza futbolera y espiritual de su adversario.

Ese fue el mayor peligro que generó EE.UU. a su visitante: amenazaba con poner a dormir de obviedad y aburrimiento a Colombia.

¿Merece reclamos Colombia? Sin duda. Al relajarse en el fondo, dejó crecer a un Estados Unidos que entró en combustión estrictamente por arrepentimiento y remordimientos.

Y al ataque, con un Cuadrado imponente, a pesar de la inconsistencia del lesionado James y del inapetente y tedioso Cardona, a Colombia le sobraron oportunidades para colgar un escándalo en el marcador, hasta en un balompié que describió mejor que nadie, Ricardo LaVolpe, con aquella frase de "a Estados Unidos lo dirige mi abuela... y si pierde, no pasa nada".

Ahora, EE.UU. está obligado a vencer a Costa Rica y a Paraguay, labor que parece no imposible, pero sí improbable, si quiere ir a la segunda fase de un torneo para el cual rentó sus estadios, pero no rentó un poco de dignidad competitiva.