Contrario a lo que muchos suponen, yo creo que Muhammad Ali hizo pequeño al boxeo mientras engrandecía más la verdadera obra y el legado fundamental y casi sagrado de su trayectoria. Ali fue un peleador, sí, pero más allá del ring, donde vivió y yo diría que sobrevivió a una de las épocas más obscuras y amargas en la historia de los Estados Unidos. En el país de las libertades y de las oportunidades, ni Ali ni el pueblo que él representaba, gozaban de garantías, de derechos y de valores para encontrar la felicidad. Y él les dio esperanza, allanó el camino y luchó por los derechos y por la igualdad del ser humano. A Ali le debemos mucho más que una medalla de oro olímpica, 56 victorias, 37 nocauts y tres épocas como campeón mundial de los pesos completos. Él fue más grande e importante que el propio boxeo.
LOS ANGELES -- "El gran Muhammad Ali", me dijo Don José Sulaimán cuando me lo presentó en aquel estrecho lobby del hospital de La Raza a finales de noviembre del año de 1986. El legendario boxeador había venido a México invitado por su amigo personal, el entonces presidente del Consejo Mundial de Boxeo, para que escuchara lo que tenían que decirle los doctores e investigadores mexicanos Rene Drucker e Ignacio Madrazo, quienes solo unos meses antes habían logrado con éxito el primer trasplante de células suprarrenales para contrarrestar el mal de Parkinson. Ali, al final, decidió no someterse al tratamiento y a la operación.
Jamás pude entrevistarlo pero lo que sí pude hacer fue estrechar su mano y ver a través de esa mirada que aún en el desarrollo de su terrible enfermedad mantenía firme y atemorizante ante quien se atrevía a desafiarlo. Yo, por mi parte, quedé marcado para siempre con aquellos penetrantes ojos de color café obscuro. Había tomado la mano, aunque sea por unos instantes, de uno de los personajes que logró transformar y marcar a la humanidad en el siglo XX.
En el round 12, con el conteo de los 10 segundos en marcha, con la espalda contra las sogas, el gran Muhammad Ali seguía tirando golpes. Ahora, justo cuando la campana final ha sonado, parece difícil identificar cual ha sido el legado de mayor valía que ha dejado el legendario ex campeón mundial de los pesos completos. Y podrían existir una cantidad de argumentos muy validos en materia estrictamente deportiva que empiezan desde la medalla de oro olímpica en la división de los semi-completos en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 --todavía bajo el nombre de Cassius Clay-- y de ahí en adelante una maravillosa carrera sobre el cuadrilátero profesional, que incluyó el titulo absoluto de los completos cuando apenas 22 años, el primer boxeador que fue campeón del mundo en la categoría pesada en tres ocasiones diferentes. O tal vez las memorables peleas con Sonny Liston, Joe Frazier, Joe Patterson, George Foreman, Ken Norton y León Spinks y sin duda un estilo, una condición propia sobre el ring, que combinaba una habilidad innata, con velocidad, desplazamiento de piernas, golpeo, aguante y una profunda inteligencia sobre el cuadrilátero.
Nadie tiene duda del sitio de Ali en la historia del boxeo. Es el número 1 y detrás de él se forman otras grandes figuras con muchas condiciones --quizá iguales o mejores que él-- pero que jamás tuvieron, la esencia, que finalmente, marca la diferencia y establece su mayor legado.
Fue la personalidad, el carácter y la lucha social que sostuvo a partir de esas características lo que le pusieron por delante de todos sus competidores. Ali fue un tipo pensante en una época difícil de su propio país y de la humanidad misma. Ali tiro golpes en un ring donde la injusticia aparecía en cada esquina, en cada rincón, donde no había derechos para personas de su color, de su pensamiento, de su origen. Cómo entender que en su propio país el no podía entrar a un restaurant a tomar un café pero sí, en cambio, podía y tenía la obligación de ir a combatir una guerra a miles y miles de kilómetros de distancia. Ali entendió que el cinturón de los pesos completos era tan solo un 'escudo de armas' para poder afrontar las luchas más importantes que ocurrían a su alrededor, en su calle, en su vecindario, en un país donde las leyes y los derechos no eran iguales para todos los seres humanos.
No creo que los expertos en boxeo o en deportes entendamos realmente la manera en la cual hay que valorar legado de Muhammad Ali. Porque, finalmente, el "se mueve como una mariposa y pica como una abeja" sólo alcanzaba a relatar lo que su grandeza significaba sobre un cuadrilátero. Fuera de él, estaba y sigue estando la obra más importante de Ali...
El Más Grande se ha ido....
Recordarlo como el mejor boxeador de la historia sería un desperdicio, casi un sacrilegio. Él fue y significo mucho más que eso...
@Faitelson_ESPN