<
>

El artista disfrazado de futbolista...

+ No soy un aficionado argentino al futbol y quizá para ellos lo que digo o lo que intento plasmar aquí puede resultar hasta ofensivo. Pero lo que trato expresar es que para mi, como un observador, un apasionado de lo que puedo ver y describir a través del deporte y en este caso del futbol, me alcanza con la satisfacción de tenerlo en la cancha y de disfrutar lo que él hace y a veces hasta lo que sólo intenta hacer. El deporte y el futbol están inmiscuidos y mezclados directamente con el orgullo del ser humano, de ganar, de sentirse más fuerte y poderoso que el rival. El triunfo es una satisfacción plena de la naturaleza humana, pero cuando se trata de Lionel Messi, se trata de un artista y cuando uno aprecia una pintura de Van Gogh, una obra de Da Vinci o la música de Beethoven, el triunfo viene incluido como recompensa en nuestros sentidos. Para no seguir con más cuentos y rebusques, creo que a Messi hay que catalogarlo y hasta juzgarlo como un artista y no sólo como futbolista.

LOS ANGELES -- Como en la vida misma, no todas las cosas en el deporte son importantes y preciadas a partir de ganar o perder. Mucho menos cuando se trata de un personaje que conduce "su obra", su talento, su imaginación, su arte, hasta algunos de los niveles más extraordinarios que el juego reconozca en todos sus días de existencia.

Ganar o perder... ¿Qué es ganar y qué es perder?

Para mi es un artista. Como lo era Van Gogh, Da Vinci, Picasso, Miguel Ángel, Mozart, Beethoven, o Bach. Ganar o perder es un asunto trivial, insubstancial. Verlo, en este caso en la cancha, confeccionar su juego, mostrarnos sus destrezas físicas, técnicas y mentales, es ya un triunfo. A mi, sin ser argentino, me basta con eso...

Lo siento por Lionel Messi. Su carrera no merece los amargos momentos que ha vivido vestido en los tonos albicelestes y tratando de evocar los días de gloria de la selección argentina.

Su expresión de dolor y sus lagrimas en la noche de domingo de Nueva Jersey evidenciaban la gran frustración que ha tenido otra vez. La esperanza volvía a pender desde sus botines y la presión volvía a centrarse sobre sus hombros. Argentina ha vuelto a fallar en una final y el peligro radica en que el gran futbolista del Barcelona sea recordado más por la ausencia de buenos momentos y de campeonatos en la selección que por sus fenomenales jornadas sobre el campo de futbol.

El futbol es y sigue siendo un deporte de conjunto, de asociación. Jugadores como Messi, sin embargo, se han encargado de hacernos pensar otra cosa, de entender el futbol de manera distinta, a partir de lo que ellos hagan, o dejen de hacer, de una inspiración, de una especie de magia, de supremacía, de poder hacerlo y resolverlo todo sobre la cancha de juego. La final de la Copa América nos dio una buena lección: Argentina jugó para Messi y pensando que Messi tenía que resolverlo todo --se nos olvidó la falla de Higuain al comienzo del partido o el remate del "Kun" Agüero que Claudio Bravo sacó de manera majestuosa--. Todo estaba listo, incluyendo nuestra mente, para reservar la Copa de Messi y sólo de Messi. Mientras eso sucedía o mejor dicho, no sucedía, Chile jugó como equipo. Se juntó, se fortaleció e incluso se engrandeció a partir de una expulsión antes de la media hora de juego y esperó su momento para volver a ganar la Copa América desde el punto de los penaltis. Chile ha tenido un gran éxito. Es un ejemplo para otros, porque finalmente, después de muchos años de lucha y de trabajo, ha aprovechado una generación bendita, la mejor de todas, para ponerse al nivel de sus históricos "vecinos" futbolísticos: Argentina, Uruguay y Brasil.

Para mi, nada ha cambiado a la mañana siguiente: Messi sigue siendo el mejor futbolista del mundo. Que haya muchos empeñados en comparar épocas, en ponerlo frente a frente con otros en la historia, en declararlo un futbolista carente de carácter y de personalidad --como lo hizo Maradona hace poco en una charla privada con Pelé-- me parece intrascendente. Su marca, sus números y sus actuaciones fehacientes sobre la cancha de juego sólo dejan evidencia de su grandeza. Valdría la pena analizar si algunos de estos futbolistas argentinos que han rodeado a Messi --Higuaín, Agüero, Di María, Lavezzi-- no están realmente sobrevalorados.

Sería injusto catalogar la carrera de Messi a partir de lo que no ha podido ganar con la selección argentina. Estoy seguro de que él se ha esforzado siempre en brindarnos lo mejor que tiene. Su renuncia o insinuación de renuncia a la selección argentina es una muestra de dolor y también del carácter y la personalidad que tanto se le reclama. Y sería, también, una mala noticia para el futbol y sus aficionados, porque después de todo, cuando se trata "un artista" al nivel de Messi, ganar o perder, puede remitirse tan sólo a un hecho anecdótico.

@Faitelson_ESPN